UNA TRAICIÓN, UNA MUERTE, UNA VIDA, Y UN DESTINO

Written by Fernando Milanés

18 de abril de 2023

Mientras esperaba un anunciado buque hospital que acompañaría a los brigadistas, se me acercó un amigo de mi primo con la información de un batallón especial que estaba reclutando a graduados y/o estudiantes Universitarios. No deseando seguir esperando me uní a lo que se llamó Operación 40. 

Después de un entrenamiento en los Cayos, nos enviaron a Guatemala donde me ofrecieron quedarme con la aviación, pero decidí ir a la montaña con mi grupo.  

Fue el primero de muchos incidentes que cambiaron mi destino.     

El joven amigo que me reclutó, se convirtió en un amigo inseparable durante nuestro entrenamiento. 

Él tuvo oportunidad de irse de los campamentos por razones que, aunque sospecho no poseo evidencia.  Si sé que había sido una nota de alerta enviada por su familia.

Al no aceptar mi primo y yo regresar con él, decidió quedarse. 

Al ir hacia Puerto Cabezas, Nicaragua, para partir hacia Cuba, hubo rumores de que pronto vendrían mis compañeros estudiantes de Medicina y Médicos y que uno de los barcos sería el “Hospital”. 

Pedí al norteamericano que fungía de jefe en mi barco un traslado, que negó con el argumento que “en la guerra, no se juega con el destino”, cosa que en ese momento me irritó y consideré una excusa.    

A su vez, una pequeña parte de la Operación fue asignada al barco al que yo aspiraba y en ese grupo estaba mi amigo. 

Por fin el grupo Médico terminó en mi barco, el Lake Charles, y el otro barco el Atlántico fue hundido por la fuerza aérea castrista. 

Como recuerdo imborrable me persiste la imagen de Jorge “Yoyi” Jones, diciendo adiós de barco a barco y mi pensamiento de que más nunca lo volvería a ver. 

Murió Yoyi con muchos otros amigos y compañeros en la batalla y muchos más sufrieron prisión y/o heridas. 

Mi barco, por razones difíciles de entender, hizo una parada en el medio del camino a recibir petróleo.  

Esa demora nos hizo llegar a Playa Girón con dos días de retraso, y las condiciones de la pelea en ese momento hicieron imposible nuestro desembarco. 

Tuve ocasión de oír en el radio del barco, las comunicaciones entre los brigadistas y la jefatura de las fuerzas de EE.UU. que solo esperaban órdenes para ayudarnos y fui por lo tanto testigo de las órdenes directas de la Casa Blanca negando la ayuda hasta el último momento cuando ya fue tarde.

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