Rubotton, Milton y Wieland tres culpables del triunfo castrista en 1959

Written by Demetiro J Perez

20 de junio de 2023

El 17 de marzo de 1958, Fidel Castro emitió un comunicado declarándole la guerra total al gobierno de Batista, aunque entonces tenía menos de 200 hombres bajo su mando.

En esa arenga la dio a los oficiales del ejército y soldados hasta el 5 de abril para renunciar, bajo pena de perder su derecho a permanecer en las fuerzas armadas. Ordenó a los jueces de todos los tribunales cubanos que renunciaran de inmediato y convocó a una huelga general revolucionaria a partir del 9 de abril. Este manifiesto parecía una muestra de arrogancia, como efectivamente lo fue. La huelga fracasó por completo. Los trabajadores y la clase media, no lo apoyaron. Si algún oficial o juez renunció, nadie se enteró. Incluso el Partido Socialista Popular (comunistas disfrazados) rechazó y criticó el documento como un llamado unilateral. Aquel fracaso pareció un revés, pero no por mucho tiempo.

El 14 de marzo, tres días antes de que emitiera el manifiesto, EE.UU. había dado el primer paso abierto para ayudar a despejar el camino hacia la dictadura de Fidel Castro. Ese día, por recomendación de William A. Wieland, el Departamento de Estado impuso un embargo de armas contra Batista, al suspender la entrega de los 1,950 rifles Garand, comprados y pagados por su gobierno que se encontraban en el puerto de Fort Lauderdale y listos para ser entregados.

Ahora sabemos que Fidel recibió noticias inmediatas de este movimiento por radio de su agente de Washington, quien estaba en contacto constante con Castro. Con toda probabilidad, esta dramática señal estadounidense explicó el ultimátum sin sentido de Castro, del 17 de marzo. 

Para comprender el significado del embargo de armas es necesario retroceder siete semanas. A principios de enero, el embajador Earl ET Smith, con la aprobación de Rubottom y Wieland, informó a Batista que, si restablecía las garantías constitucionales y levantaba la censura de prensa, EE.UU. entregaría los veinte carros blindados que habían estado pendientes de entrega durante nueve meses. Batista estaba ansioso por obtenerlos, no solo porque necesitaba el equipo, sino más aún porque connotaría una actitud amistosa de los estadounidenses. 

La oferta del Dpto. de Estado, sin embargo, planteó un serio problema para él. Su aceptación daría importantes ventajas a los castristas. Si los aprehendían, tendrían que ser presentados ante un tribunal dentro de72 horas y muy probablemente serían liberados. Saboteadores y terroristas podían reunirse libremente para conspirar contra él. 

El levantamiento de la censura de prensa magnificaría toda actividad 

terrorista al darle publicidad nacional. Cualquier cubano y cualquier conocedor de Cuba, habría sabido que la restauración de tales derechos en esa delicada coyuntura desencadenaría una nueva ronda de violencia. Batista, por lo tanto, hizo una contrapropuesta. Había estado muy preocupado por los lanzamientos aéreos de suministros a los rebeldes de Castro y estaba convencido de que el expresidente Prío, entonces en Miami, estaba organizando y financiando este tráfico. Sintió que sí Washington controlaba a Prío, fácilmente podría hacer frente a Castro. 

En consecuencia, pidió que, además de entregar los carros blindados, EE.UU. restringiera las actividades de Prío, haciendo cumplir sus leyes de neutralidad. En este sentido, el Embajador Smith solicitó al Departamento de Estado que dispusiera de William F. Tompkins (1913-1989) un asistente del secretario de Justicia para visitar La Habana. Smith y Tompkins se reunieron con Batista en su casa de campo, Finca Kuquine. Aunque el Embajador dejó en claro que no habría un acuerdo formal de quid pro quo (algo sustituido por otra cosa), se llegó a un acuerdo de caballeros. 

Batista cumplió su parte al restaurar las garantías constitucionales el 25 de enero de 1958. Pero del lado estadounidense sólo hubo un gesto sin sentido. A mediados de enero, el Departamento de Justicia obtuvo una acusación del Gran Jurado contra Prío, pero inmediatamente fue puesto en libertad bajo fianza, no se presionó el caso en su contra, continuaron los lanzamientos aéreos para reforzar a Castro. Como toque final, Roy Rubottom y William Wieland incumplieron su promesa porque los vehículos blindados nunca se entregaron. Como había anticipado Batista, se reanudaron las actividades terroristas, estallaron bombas en teatros, tiendas y calles, matando y mutilando a personas inocentes.  

Hasta sobrevino el secuestro del argentino corredor de autos Juan Manuel Fangio para que no participara en la Carrera del 24 de febrero. Luego hubo un aparente riego de aceite que causó un accidente en el Malecón y Calzada donde murieron 6 personas y hubo decenas de heridos, como todo esto resultó ser acreditado a los castristas, quedó claro que Batista no tenía más remedio que suspender nuevamente las garantías. 

Incluso el Dr. Carlos Márquez Sterling, el oponente político más formidable de Batista, estuvo de acuerdo con la medida y así se lo informó al embajador estadounidense Earl Smith.

Durante aquellos 46 días de restablecidas las garantías constitucionales (del 25 de enero al 12 de marzo), hubo tiempo suficiente para permitir la entrega de los carros blindados. Si ese compromiso estadounidense se hubiera llevado a cabo, de hecho, podría haber impedido o pospuesto la suspensión. En cualquier caso, la acción de Batista proporcionó una coartada post factum para retener el equipo y, como reacción más enérgica, el 14 de marzo el Departamento de Estado detuvo el envío de los 1,950 rifles Garand. Se instruyó al Embajador Smith para que informara al gobierno cubano que esta acción no indicaba un cambio en la política básica de EE.UU., sino que había sido tomada bajo presiones de la prensa y el Congreso. 

Cuatro días después, el 18, en nota secreta, Washington le hizo saber a La Habana que ya no permitiría ninguna otra entrega de armas americanas a su país mientras la situación continuara como hasta ese momento.

Smith cumplió con las instrucciones del Departamento de Estado pero no creyó lo que le dijeron que dijera. «Sabía que después del 12 de marzo esto, no era cierto».

El 17 de marzo, de hecho, reunió al personal de la Embajada y les dijo que aparentemente había habido un cambio en la política de EE.UU. hacia Cuba. 

El embargo de armas marcó el segundo de los principales acontecimientos que llevaron a Castro al poder, siendo el primero los artículos de Herbert Matthews (1900-1977) en The New York Times, publicados entre el 24 y el 28 de febrero de 1957 con las mentiras que le dijo su entrevistado, de no ser comunista y que tenía 500 hombres bien armados. Cuando eran 30.

Batista estaba planeando una campaña contra los rebeldes de Castro, pero su armamento era anticuado y como le dijo uno de sus miembros del gabinete, al Embajador: «nuestras tropas no pueden pelear con palillos de dientes”. 

El propio Batista le dijo al Embajador Smith que su gobierno ahora estaría luchando por su vida contra los comunistas.

Earl Smith instó encarecidamente a Washington a no hacer pública la suspensión de los envíos de armas. Argumentó que, si Batista caía después de tal publicidad, se culparía a EE.UU. por lo que vendría después. “los únicos que se beneficiarán”, cablegrafió, “serán los comunistas”. 

El artículo sobre el embargo fue publicado en The New York Times el 29 de marzo de 1958. Wieland afirmó que, aunque tenía la costumbre de «filtrar» información a la prensa, especialmente al Times, esta noticia en particular no provino de él. En cualquier caso, su efecto fue devastador y su significado fue captado incluso por personas bien informadas en los EE.UU.

Cuando en marzo de 1958, escribió Betty Kirk en The Nation, “al cancelar los envíos militares a Cuba, fue una señal, entendida por todos, de que Batista salía y Castro entraba”.

El propio Wieland atestiguó más tarde bajo juramento que cuando se supo en Cuba que EE.UU. se negaba a enviar armas a Cuba, el gobierno de Batista estaba “en sus últimos momentos”. Además de los carros blindados y los fusiles Garand, el gobierno cubano había comprado y pagado algunos aviones de entrenamiento que no eran de combate y había pedido repuestos para equipos de combate. 

El Embajador Smith trabajó arduamente para obtener la autorización de envío de los aviones, que ya estaban en Fort Lauderdale, Florida. Finalmente, a pesar de la objeción de Wieland, quien argumentó que serían armados y utilizados contra los rebeldes. Aunque se presentó al Gobierno cubano una factura por el almacenamiento y mantenimiento de los aviones, nunca se entregaron los aviones ni las piezas de repuesto.

El Departamento de Estado le pedía constantemente al gobierno cubano que protegiera la propiedad estadounidense, numerando las plantas que habían sido dañadas por los soldados de Castro.

En una ocasión, cuando Smith le pidió a Batista que enviara tropas a las dos grandes plantas de níquel de propiedad estadounidense (Nicaro y Moa), Batista respondió en broma que lo haría si recibía las armas retenidas, sin embargo, se enviaron las tropas adecuadas. 

Batista siguió cooperando de otras formas, cada vez que el Embajador Smith solicitó al Presidente Batista el voto de Cuba en las Naciones Unidas, se lo concedieron de buena gana. 

Finalmente, Batista trató de comprar armas en otros países, el Dpto. de Estado ripostó diciendo que EE.UU. miraría con desagrado esos pedidos.

Después de un poco de demora, Cuba logró comprar material de guerra de la República Dominicana y otros de la Nicaragua de Anastasio Somoza Debayle, que no fueron de mucha ayuda. Se dice que Trujillo retuvo a Batista durante 9 meses hasta que le pagara aquellas armas.

El Departamento de Estado se estaba escudando en un tecnicismo del Programa de Asistencia de Defensa Militar (MDAP), de 1949, donde la ayuda militar era solamente para la defensa hemisférica.

Wieland y Rubottom vieron en estas disposiciones otra oportunidad para debilitar al gobierno de Batista. De repente, el Departamento de Estado comenzó a cuestionar a Cuba sobre el uso que se estaba haciendo de las armas otorgadas a Prío por el MDAP.  

Batista respondió que ese era precisamente el uso que se hacía de ellos, combatir la intrusión comunista en el hemisferio. En repetidas ocasiones, tanto a través de la Embajada de Cuba en Washington como de la Embajada de EE.UU. en La Habana, el Departamento de Estado continuó acusando lo que dijo eran violaciones del acuerdo MDAP. Intensificó el hostigamiento al pedirle a Batista que retirara de su lucha contra Castro a todo el personal equipado con armas MDAP. Exigió a Batista disolver y retirar del servicio activo en el área de combate el batallón de infantería de primera que declaró totalmente equipado con armas MDAP. Finalmente presentó una nota formal al Gobierno de Cuba.

Cuando Batista se demoró en responder, se instruyó al embajador Smith para que preguntara cuándo se podía esperar una respuesta. Para su crédito, Batista no se sometió a las demandas estadounidenses. Sin embargo, las presiones de Washington aceleraron la desmoralización del Ejército cubano. Estos no fueron los únicos pasos tomados por el Departamento de Estado para derrocar al Gobierno cubano. Pidió al Departamento de Justicia y al Servicio de Inmigración que trataran con simpatía a los partidarios de Castro en los EE.UU., quienes entonces se dedicaban a recaudar fondos, hacer propaganda y suministrar armas y hombres a la causa de Castro. El líder de estas actividades, el expresidente Prío, había sido admitido en EE.UU. en libertad condicional, si violaba las leyes estadounidenses de neutralidad, su derecho de permanencia en el país sería automáticamente revocado. 

Sin embargo, operó con impunidad, la acusación de febrero contra él no se prosiguió. Las solicitudes de exiliados cubanos simpatizantes de Castro para permanecer en los EE.UU. recibieron una acción favorable. Rubottom y Wieland mantuvieron contactos cordiales con los representantes de Castro, incluido su principal vocero, Ernesto F. Betancourt (1927-2011), que fue el principal cabildero para lograr el embargo de armamentos.

Mantuvieron un contacto casi diario con Herbert Matthews, quien siguió utilizando las influyentes columnas de su periódico para desacreditar a un gobierno amigo y apoyar a los rebeldes de Castro. 

En 1958, había muchos rumores, como que el número de rebeldes de Castro estaba creciendo, que jóvenes de varias partes de la Isla se dirigían a las montañas. Pero más tarde, se supo por la propia declaración de Castro, que esto era falso que en abril de 1958 sólo tenía 180 hombres bajo su mando. 

Representantes de la prensa estadounidense que visitaron brevemente Cuba fueron implacables en su condena a Batista, desenfrenada en elogiar a Castro. Por lo general, evitaban la embajada estadounidense, sabiendo que las opiniones del Embajador Smith estaban en conflicto con sus propias ideas preconcebidas. Sus mentes estaban cerradas. Era más cómodo unirse al carro rodante ridiculizando a Smith que dándole una audiencia. 

Con el tiempo, después de que Smith se fuera de Cuba, sólo un periodista, admitió públicamente haberse equivocado. Ed Sullivan, notando en el New York Daily News que Smith no había sido felicitado por su análisis de Castro escribió: “Pero Smith estaba correcto y todos los demás estaban equivocados.”

Si bien el ritmo de la vida cubana parecía normal a principios de 1958, la noticia del embargo de armas en realidad estaba teniendo un impacto profundo y acumulativo. El sentimiento público comenzó a golpe contra Batista.

Todavía hay un concepto erróneo generalizado en los EE.UU. que los cubanos sólo podían elegir entre Batista y Castro, que no había alternativas razonables y prácticas y esto es falso. Durante 1957 y 1958 se presentaron al menos seis planes a Washington, apuntando a soluciones políticas que ofrecieran alternativas tanto a Batista como a Castro. 

La Iglesia Católica desarrolló un plan que preveía un Gobierno de Unidad Provisional. El Nuncio Papal, Luis Centoz se reunió con el Embajador Smith con la esperanza de conseguir el apoyo de Washington, era realmente un apoyo moral antes de acercarse a Batista y Castro. Pero el Departamento de Estado se negó incluso aceptar esa cooperación simbólica.

El 1° de junio estaban previstas elecciones, y el Dr. Carlos Márquez Sterling era el candidato con mayor fuerza de voto de la oposición y del apoyado por el gobierno. A principios de marzo de 1958, quiso conocer al embajador Smith, quien accedió de inmediato a la entrevista.

En esa reunión le dijeron a Smith que consideraban necesario que el gobierno volviera a suspender las garantías constitucionales y que las elecciones debían posponerse hasta noviembre. Otro de los presentes y primo de Márquez Sterling, recuerda cuando Carlos le dijo al Embajador: “Conozco a Castro como conozco la palma de mi mano, y les puedo asegurar que, por mucho que desconfíe de Batista, Castro sería diez veces peor”.

Smith, le preguntó si podía repetir esa declaración a su gobierno y Carlos respondió: “Claro”.

Ellos dos, estaban seguros de que la estrategia de Castro era evitar las elecciones y así se lo manifestó el Dr. Márquez Sterling. Además, le dijo que él no era ambicioso y con gusto retiraría su candidatura si la oposición política se decidiera por otra.

También discutieron un plan que requería que Batista dejara el país después de nombrar un gobierno interino que representara a todas las facciones políticas, incluido el grupo de Castro, con elecciones para celebrarse bajo la supervisión de las Naciones Unidas o del Colegio de Abogados de los EE.UU. (The Bar Association)

Smith les dijo más tarde que las sugerencias habían sido rechazadas sobre la base del principio de no intervención. Así, a partir de una experiencia personal, se hizo evidente para nueve meses antes de la caída de Batista, que el Departamento de Estado estaba decidido a frustrar cualquier acción que pudiera obstruir la llegada de Castro al poder.

Wieland y su jefe Rubottom estaban interviniendo constantemente a favor de Castro, pero cuando les convenía invocaban el principio de no intervención. La coartada era claramente fraudulenta.

El 3 de noviembre de 1958 se celebraron las elecciones, Andrés Rivero Agüero, el candidato de Batista sacó un 70%, Grau un 13% y Márquez Sterling un 16%. Pero nunca hubo presencia de observadores de la ONU.

Las elecciones distaron mucho de haber sido normales. Desde la Sierra Maestra Castro llamó al asesinato de todos los candidatos, sean del gobierno o de la oposición. Amenazó con ametrallar a los ciudadanos que hicieran fila en los lugares de votación el día de las elecciones. Sin embargo, resultó ser una elección tranquila, hubo pocas personas en las calles y poco tránsito.

Los candidatos de la oposición, Grau San Martín y Márquez Sterling, afirmaron que Batista había amañado las elecciones mediante la compra de votos, los sargentos políticos estuvieron muy activos ofreciendo cargos gubernamentales y amenazando a los empleados públicos que no votasen por Rivero Agüero.

Durante el mes de marzo de 1958, el Embajador Smith recibió en dos ocasiones la visita de Herbert Matthews, el hombre del N.Y. Times quien le dijo que EE.UU. había intervenido en los asuntos internos de Cuba tratando de obtener elecciones libres y honestas y que no podía entender, cómo el gobierno de Batista no había caído ya, expresando su preocupación al respecto. 

A fines de marzo de 1948, llegaron a Bogotá 4 estudiantes cubanos: Fidel Castro, Rafael del Pino (1926-1977) que se hospedaron en el Hotel Claridge los otros dos, Enrique Ovares y Alfredo Guevara se fueron a una pensión. Ovares fue fundador de la Unión Estudiantil Antiimperialista creada en Praga en 1946. Guevara era especialista en crear células secretas y propaganda del partido comunista cubano. El 3 de abril, Castro y del Pino fueron al Teatro Colón para desde la galería lanzar proclamas antiamericanas, que luego cuando la policía registró su habitación encontraron gran cantidad de propaganda comunista y antiyanqui. 

En julio de 1959 del Pino fue condenado y murió en prisión a los 51 años. Castro no perdona.

El 9 de abril a la 1:20 pm, cuando se produjo el asesinato de Eliécer Gaitán, estos cuatro cubanos estaban en un café cercano. Castro y del Pino se dirigieron a una emisora de radio y a las 2:15 William D. Pawley, delegado de EE.UU. a la IX Conferencia, oyó este mensaje por radio: “Les habla el cubano Fidel Castro, esto es una revolución, el presidente ha sido muerto, todos los cuarteles y puestos militares se hallan en nuestro poder, la marina de guerra ha capitulado y la revolución ha triunfado.”. Unas tres horas después, cuando comenzaron las protestas callejeras, Fidel Castro, portando un fusil, estaba entre la turba que gritaba frenéticamente ¡A Palacio! ¡muerte al presidente Ospina! Luego la turba incendió el edificio de la embajada americana y las llamas se propagaron por la planta baja, pero fueron sofocadas. En el exterior las llamas llegaron hasta el tercer piso.

Castro y del Pino regresaron al hotel cargados de gran cantidad de armas. Permanecieron en el hotel y estuvieron horas y horas hablando por teléfono. El 13 de abril, el jefe de la delegación cubana a la Conferencia, Guillermo Belt preparó la fuga de Castro y sus tres compañeros a bordo de un avión de carga cubano.

Un historial completo del Bogotazo (sobre Castro y los comunistas) preparado por el contraespionaje del ejército cubano, fue llevado a Washington en 1957 y entregado a Allen Dulles, jefe de la CIA y hermano de John Foster Dulles el Secretario de Estado.

Diez años después del Bogotazo, el destino de Cuba se hallaba, en gran medida, en manos de Rubottom y Wieland quienes en esa fecha formaban parte del personal de la embajada de EE.UU. como Secretarios de Segunda Clase, con Wieland a cargo del departamento político del embaja-dor Beaulac, en Colombia. 

El 19 de mayo de 1957, la Oficina de Asuntos Centroamericanos nombró a William Wieland, Director de la Oficina de Asuntos Mexicanos y del Caribe.

Roy Rubottom se desempeñó como Subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos desde el 18 de junio de 1957 hasta el 27 de agosto de 1960. 

El cargo de Wieland le permitía crear, entablar y recomendar planes de acción acerca de la política exterior de EE.UU. Sus puntos de vista eran muy tenidos en cuenta, debido a un singular arreglo jerárquico, llegaban a la Casa Blanca por el conducto exclusivo de dos individuos que, tanto el uno como el otro, simpatizaban con sus ideas. 

El primero era Rubottom, la máxima autoridad burocrática especializada en los asuntos hispanoamericanos. El otro era el Dr. Milton Eisenhower (1899-1985) el menor de los seis hermanos del presidente Dwight Eisenhower y su asesor en materia de asuntos hispanoamericanos. Milton, describió a Rubottom “como uno de los hombres más idóneos y rectos que he conocido”

Y el presidente Eisenhower llamó a su hermano Milton “el más inteligente de la familia”.

El 26 de diciembre de 1957, Roy R. Rubottom le envió un memorando al Secretario de Estado John Foster Dulles (1888-1959) recomendándole aprobar los planes de Milton Eisenhower para visitar Centroamérica y Panamá alrededor del 15 de junio de 1958.

Aunque Rubotton ocupaba el cuarto escalón en la jerarquía de la Secretaría de Estado y Wieland el sexto, ambos disponían de un procedimiento abreviado para hacerse escuchar en la Casa Blanca, ese procedimiento era Milton.

Los superiores de Rubottom eran todos inexpertos en los asuntos hispanoamericanos, sobre todo en las cuestiones cubanas e intensamente preocupados por los problemas concernientes a otras partes del mundo. Por tanto, era improbable que se opusieran a las recomendaciones de Wieland-Rubotom.

Rafael Leonidas Trujillo el dictador dominicano quiso invadir Cuba con la aprobación de Batista, este no lo permitió, según cuenta su hijo Roberto Batista Fernández en su libro.

Roy Richard Rubottom, Jr. nació en Brownwood, Texas, el 13 de febrero de 1912. Estudió en la Universidad de Texas hasta enrolar en la Marina en 1941 como teniente y terminar cinco años después con el grado de comandante. Comenzó el servicio diplomático en 1947 y en septiembre de 1956 fue nombrado Subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos. Influenciado por su asistente William Wieland, insistió hasta 1960 que Fidel Castro no era comunista. Falleció en Austin, Texas, el 6 de diciembre de 2010.

Milton Eisenhower, el prestigioso exrector de la Universidad de Johns Hopkins, en su libro de 1963, The Wine is Bitter, escribió: “Toda persona que tuviera necesidad de obtener un permiso de exportación o cualquier extranjero que adquiriera una propiedad en Cuba, tenía que pagar una dádiva (coima o regalo)”

El Dr. Mario Lazo dijo: “mi bufete obtuvo permisos y compras de propiedades por valor de muchos 

millones y nunca se pagó un centavo de soborno. ¡Cómo es posible que un hombre de su reputación afirmara tales declaraciones!”

En una entrevista, le preguntó ¿cuándo había estado en Cuba?, su respuesta fue “estado que nunca había y para colmo, ¡no sabía hablar español!”

Uno o dos días antes de aquella reunión, el presidente Johnson había ordenado a los Infantes de Marina que ingresaran a la República Dominicana, el Dr. Lazo le preguntó su parecer al respecto y su respuesta fue: “estaba horrorizado, porque esa intervención no estaba justificada y que eso llevaría a manifestaciones antiamericanas por todo Latinoamérica”.

Hay muchos hombres, incluidos altos funcionarios del Departamento de Estado, que cuentan al Dr. Milton entre los principales responsables de llevar a Castro al poder, por haber sido su asesor y por la enorme influencia sobre su hermano, el presidente Ike. Desafortunadamente además de protegerlos era el puente a través del cual, Weiland y Rubottom llegaban a la Casa Blanca.

Los acontecimientos posteriores demostraron que el Dr. Milton Eisenhower estaba equivocado en todas sus observaciones, porque La OEA votó a favor de aquella intervención, no hubo manifestaciones antiamericanas y los dominicanos rechazaron abrumadoramente al izquierdista Juan Bosch.

Si el Dr. Milton Eisenhower hubiera tenido tanta influencia en la determinación de la política en 1965 como lo fue en 1958, seguramente que República Dominicana hubiera caído en brazos del comunismo. Todos los liberales se unen en la creencia de que su principal enemigo es la derecha, nunca la izquierda.

William Arthur Wieland. -La redactora del Miami Herald, Luisa Yáñez, contribuyó, en parte, a este informe. Hitos en la vida de William Arthur Wieland. 

1907: Nació en la ciudad de Nueva York, aparentemente el 17 de noviembre de 1907, jamás presentó un certificado de nacimiento para probarlo. Debido a un «error administrativo», dijo más tarde, su certificado decía William Robert Wieland, nacido el 20 de noviembre de 1907.

1911: Murió su padre. 1915: su madre se casó con el ingeniero mecánico venezolano-estadounidense Manuel Ralph Montenegro, entonces pasó a llamarse Guillermo Arturo Montenegro.

1923: Su padrastro se llevó a la familia a Cuba, pero Wieland se quedó para terminar la escuela.

1925: Se unió a la familia en La Habana y se matriculó en Ruston Academy.

1926: Dejó Ruston y regresó a EE.UU. para estudiar en Villanova College, en Radnor, Filadelfia. 

1927: Se alistó en la Caballería de EE.UU. como Monty Wieland y falsificó el certificado de nacimiento para parecer mayor.

1930: Su madre murió en La Habana. 

1932: Comenzó en el The Havana Post como reportero.

O sea que durante los 117 días que Benjamín Summer Welles estuvo en La Habana en 1933, Guillermo estaba trabajando en el The Havana Post.

1937: Despedido del The Havana Post por «piratear» historias de Prensa Asociada (AP), pero más tarde se unió a AP en Washington para cubrir el Departamento de Estado.

1941: Aplicó en el Departamento de Estado sin mostrar copia de su certificado de nacimiento.

Wieland entró a trabajar en el Departamento de América Latina bajo la dirección Lawerence Duggan (miembro del Council on Foreign Relations o CFR) que el 20 de diciembre de 1948 se tiró o lo tiraron por la ventana de su oficina del piso 16, luego de ser interrogado por el FBI como posible agente de la KGB soviética. El mismo día que tenía que declarar ante el Senado.

El 27 de agosto de 1960, comenzó en Washington una nueva ronda de sesiones del Subcomité para la Seguridad Interna o SISS, del Comité Judicial del Senado.

El SISS se concentró esta vez, entre otras cuestiones, en las fallas de los procesos de autorización de seguridad para trabajar en instituciones federales y el caso más peliagudo para el subcomité senatorial fue el de William Arthur Wieland, quien había sido propuesto para un cargo consular en Alemania sin tener las autorizaciones de seguridad correspondientes.

Se descubrió que Wieland había trabajado durante casi 20 años, había sido promovido múltiples veces y había alcanzado influyentes cargos en el Departamento de Estado sin tener la autorización de seguridad ni la capacitación para ello. Ganó cuatro promociones en nueve meses.

Esa investigación trajo a primer plano el problema de la “pérdida” de Cuba, así como sospechas sobre la posible afiliación comunista e incluso “perversiones” sexuales del funcionario de marras. En realidad, nadie en el Departamento de Estado podía decir a ciencia cierta quién era y cuál era el verdadero origen de William Wieland. De arrancada, él mismo afirmó que nunca tuvo un certificado de nacimiento debido a un “error burocrático” al nacer, excusa idónea para conspiradores natos como él. 

William Wieland en su vida apareció con estos nombres diversos: William Richard Wieland, William Arthur Wieland, Arturo Montenegro, Guillermo Montenegro y William Montenegro.

Entre 1930 y 1932 trabajó en Cuba en la Cía. General Electric, en la Cía. Cubana de Electricidad, fue profesor de español e inglés para cubanos y americanos hasta comenzar en The Havana Post.  

Luego de ser expulsado de The Havana Post en 1937 viajó a Washington y parece ser que como protegido de su “amigo” Benjamín Summer Wells comenzó como reportero de AP para cubrir el Dpto. de Estado.

Nadie en realidad sabe cómo Sumner Welles (BSW) llegó a conocer al reportero Guillermo Montenegro, pero existen oscuros rumores sobre la relación entre ambos hombres.

El 17 de septiembre 1940, BSW acompañó a FDR al funeral de William Bankhead, el presidente de la Cámara de Representantes, cuando regresaban en tren a Washington desde Jasper, Alabama, Sumner Welles, algo borracho, solicitó sexo a dos maleteros afroamericanos. Roosevelt fue informado, pero se negó destituirlo, luego bajo presión y al borde de un escándalo aceptó su renuncia el 30 de septiembre de 1943.

El ex general Jorge García Tuñón, en junio de 1957, se reunió con Wieland, posteriormente volvieron a reunirse unas 15 veces. En enero de 1958, le entregó un documento señalando la ideología totalitaria y comunista de Fidel Castro.

El científico y profesor, Larry S. Daley planteó: “al parecer, Guillermo Arturo Montenegro fue reclutado en Cuba hace mucho tiempo por el agente comunista polaco Abraham Simjovitch (1905-1994), también conocido como Abraham Grobart, Antonio Blanco o Fabio Grobart”.

En su libro “Love and War in Cuba”, Daley explora la historia de Cuba a través de las tragedias y los triunfos de su prominente familia.

William Pawley en varias reuniones con Eisenhower durante esos años, le advirtió del peligro si Castro y los comunistas llegaban al poder y le instó a eliminar a Wieland antes de que pudiera causar un daño mayor y posiblemente irreparable, a EE.UU. 

Cuestionado sobre tendencias homosexuales en el Departamento de Estado. Se determinó que Wieland fue un activo apologista de Fidel Castro que no informó a sus superiores durante 1957-1958 los reportes de inteligencia que confirmaban la naturaleza comunista del movimiento castrista. Falleció en Saint Marys, Maryland, el 23 de septiembre de 1987.

Temas similares…

0 comentarios

Enviar un comentario