Cuentan que después de que el rey Dionisio fuera desterrado por sus propios súbditos, ante su incapacidad para gobernar, éste decidió instalarse en Italia como maestro.
Impartía con paciencia clases de gramática y otras asignaturas a los niños. También se entregaba con gusto a las enseñanzas de Platón.
Sus enemigos estaban intrigados sobre la razón que le llevaba a escuchar los discursos de Platón, una vez que había sido derrotado. ¿Por qué seguir escuchando a un consejero que no le había servido para nada? Por eso, le preguntaron:
– ¿Para qué te sirve ahora la filosofía de Platón?
A lo que Dionisio les respondió:
– Hablar con Platón es lo único que me hace llevar mi desgracia con paciencia. Me sirve para ver la inconstancia de la Fortuna sin admirarme, y en sufrirla sin quejarme.
Sus súbditos decidieron entonces dejar que volviera, algo que Dionisio nunca hubiera conseguido recuperar con la espada.
Anotaciones sobre esta anécdota de la lección del rey Dionisio sobre la Fortuna
Este relato habla de un tiempo muy lejano, del año 394 a.C. Concretamente de una zona de Sicilia llamada Siracusa, y dominada por una tiranía en donde un monarca ejercía el poder absoluto. Primero fue Dionisio el Viejo y después Dionisio II o Dionisio el joven, a quien se piensa que hace referencia este relato. El filósofo Platón aconsejó a los dos tiranos.
Este relato de ‘La lección del rey Dionisio sobre la Fortuna’ (que puede que se haya ido transformando a lo largo del tiempo), muestra un perfil bastante ‘amable’ de Dionisio II, y sin embargo, la historia lo define como alguien a quien su pueblo nunca quiso por su incompetencia en la política. Decían de él que hablaba como un sabio pero obraba como un loco… Sin embargo, sí podemos sacar estas reflexiones del texto o anécdota en cuestión:
Reflexiones sobre ‘La
lección del rey Dionisio sobre la Fortuna’
• Los grandes logros no llegan por las armas: Por aquella época, los territorios se ganaban a base de espada. También cualquier tipo de logro. Todo se basaba en la fuerza bruta. Sin embargo, algo enseñó Dionisio al retirarse y comenzar desde cero con un nuevo trabajo, en este caso, como maestro, y es que con inteligencia se puede conseguir de forma pacífica aquello que otros intentaron lograr con la espada. Pero para ello se necesita hacer gala de algunos valores esenciales. Y sobre todo, de paciencia.
• La paciencia, una virtud: El rey Dionisio esperó con paciencia a que llegara una nueva oportunidad para él. Lejos de darse por vencido, siguió aprendiendo mientras tanto. Esperar con paciencia y esforzarse y perseverar. Aceptar con humildad una derrota y no sentir vergüenza de intentarlo en una segunda vez. Estos valores fueron bien recibidos por los súbditos, aunque según cuenta la historia, nunca llegó a ser de agrado de su pueblo.
• La admiración por aquel que se instruye: Puede que Dionisio no tuviera suerte a la hora de gobernar, pero al menos sus súbditos supieron valorar su esfuerzo y sus buenas intenciones. Escuchaba atento los consejos de un gran filósofo como Platón y no dudó en intentar de nuevo un gobierno en el lugar en donde le habían echado. Esto le aporta grandeza, ya que lejos de sentir rencor, Dionisio escogió con humildad volver a intentarlo.
• Los triunfos, con humildad: En ‘La lección del rey Dionisio sobre la Fortuna’, de la primera parte de lo que Dionisio respondió, ese ‘para ver la inconstancia de la Fortuna sin admirarme’, podemos sacar la conclusión de que Dionisio consiguió asimilar sus momentos de gloria desde la humildad, sin ‘emborracharse’ con el triunfo. Es importante saber controlar las emociones en todos los campos, no solo en el de la tristeza o la frustración, sino también en el de la alegría y el éxtasis.
• La inconstancia de la Fortuna: Dionisio II había sufrido en numerosas ocasiones la debilidad de la Fortuna, una diosa que aparecía y desaparecía de su vida a su antojo. Gracias a la filosofía de Platón, conseguía aceptar el sufrimiento sin quejarse, aunque es cierto que a ella, a la Fortuna, echaba las culpas de su situación. De hecho, cuentan que Filipo de Macedonia (padre de Alejandro Magno), le preguntó una vez que cómo había podido perder el imperio que tan bien había conseguido mantener su padre, Dionisio I.
Él respondió que había heredado de él el poder, pero no la Fortuna. En cierta manera, Fortuna e infortunio se entrelazan en nuestra vida y es algo que no podemos controlar. Por eso, lo más sensato es aprender a no admirarnos en demasía en los momentos de Fortuna y a no quejarnos en los momentos de infortunio. Todo pasa, uno y otro.
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