Por John E. Gibson (1958)

¿Le encantan los postres de una manera especial? ¿Se sobrepasa cuando come ensaladas? ¿Qué piensa de los vegetales? ¿Casi nunca apetece desayunar? Sus respuestas a las anteriores preguntas revelan gran cantidad de información acerca de su verdadera personalidad. La ciencia ha descubierto que sus preferencias gastronómicas reflejan el modo en que usted ve o comprende la vida de una manera general. Por otra parte, los investigadores han descubierto que su personalidad es afectada por lo que usted come. 

¿Qué revelan sus preferencias de comidas acerca de su carácter y personalidad?

Varios estudios se hicieron para las fuerzas armadas por los doctores J. Kamenetsky y Howard G. Schutz. Durante un período de 30 días se le permitió a un grupo de soldados comer cualquier cantidad, o rechazar totalmente cualquiera de los platos servidos. Durante el período completo de estudio, el menú consistía en 150 platos diferentes, aproximadamente. Se llevó el registro de la cantidad pedida y la cantidad ingerida por cada soldado. Por añadidura, cada persona examinada llenaba previamente un cuestionario sobre preferencias gastronómicas.

A cada uno se le hizo un examen de la personalidad, comparándose posteriormente los resultados con las preferencias en el comer. Lo descubierto por los investigadores fue lo siguiente:

1.– Los grandes comedores de carne mostraban personalidades dominantes, poseían cualidades de liderazgo, y eran personas activas y de iniciativa. Aquellos que eran particularmente amantes de la carne, también tendían a ser altamente sociables y llevarse bien con los demás.

2.– En personas a quienes no interesaba la carne se encontró que había características personales precisamente opuestas a las de sus congéneres carnívoros. Eran marcadamente menos sociables, y tenían menos iniciativa y capacidad de líder que los otros.

3.– Aquellos que mostraban una pronunciada predilección por los vegetales tendían a ser de temperamentos callados, dados a la reflexión. Preferían trabajar solos, y se complacían en trabajos que requerían atención en los detalles. También preferían los problemas teóricos a los prácticos, y el planeamiento de una empresa antes de su ejecución.

4.– Aquellos particularmente amantes de los alimentos ricos en almidón, tales como el pan, las papas, etc., parecían compartir una característica común: les disgustaba tener que razonar problemas o emitir juicios cuidadosos. Tendían, además, a ser flemáticos.

5.– Aquellos que mostraban marcada preferencia por las ensaladas, tendían a darse a querer con los demás, y mostraban una gran capacidad para llevarse simpáticamente con sus compañeros. También mostró el test que los amantes de ensaladas tendían a trabajar y moverse rápidamente; eran inquietos cuando estaban sin hacer algo, y apurados en el hablar, caminar, escribir y trabajar.

6.– Aquellos que eran verdaderos amantes de los postres, mostraban la tendencia a ser de personalidades fuertes y dominantes. Es más, este rasgo lo manifestaban en mucha mayor proporción que los grandes comedores de carne. Los que afirmaban que el postre era lo mejor que podía haber en una comida, eran más bien gente impulsiva y “feliciana”.

¿Es usted de los que gustan de casi todo lo que se pone en la mesa?

Según los estudios conducidos por la Universidad de Maryland y otras, las personas que “comen de todo” tienden a poseer personalidades más balanceadas que aquellos que “no pueden comer de esto o tocar lo otro”. La tendencia a rechazar comidas que jamás han probado prevalece más entre los neuróticos que entre las personas normales.

¿Cómo es posible que las preferencias gastronómicas revelan rasgos personales?

A los hombres de ciencia todavía les falta averiguar los porqués del asunto; pero los estudios llevados a cabo por la Universidad de California han demostrado concluyentemente que hay una relación muy definida entre unas y otras. Los estudios sicológicos también muestran que cuando la personalidad sufre un cambio como resultado de presiones exteriores a conflictos internos, los gustos y repulsiones hacia los alimentos generalmente se alternan también.

¿Qué indica, con respecto a su personalidad, un desmedido deseo por la leche?

Según los estudios psiquiátricos, el deseo poderoso de tomar leche ocurre frecuentemente cuando el sentimiento de seguridad se resiente. El doctor E. Pumpian-Mindlin, director de la clínica Mental Hygiene en la administración de veteranos de EE.UU., en Los Ángeles, señala que “la leche, primer alimento del ser humano, está generalmente conectada psicológicamente con seguridad y confort, especialmente si nos llevamos bien con nuestras madres, cuando éramos niños”. El Dr. Pumpian-Mindlin cita ciertos estudios realizados que demuestran que en las épocas de tensión el consumo de leche y sus derivados aumenta.

¿Los afecta su disposición el “volar turnos” en las comidas?

Muchísimo. En igualdad de condiciones, usted causará una impresión mucho más favorable a otra persona después de una buena comida que cuando está hambriento. Estudios psicológicos demuestran que las personas son más consideradas, se llevan mejor y resultan menos irascibles o resentidas, después de haber comido. Su usted se encuentra en una situación complicada que necesita arreglar con otra persona, sus probabilidades de resolver el asunto satisfactoriamente son mayores si los aborda después de que los dos hayan almorzado o cenado.

¿Es cierto que lo que usted no come puede volverlo neurótico?

Ciertamente. Una dieta pobremente balanceada por lo general da lugar a una personalidad a la vez pobremente balanceada. Los investigadores de la Universidad de California han descubierto que la deficiencia nutricional puede inclusive dar lugar a trastornos mentales graves. En un experimento llevado a cabo en los laboratorios psicológicos de la Universidad de Minnesota, un grupo de hombres jóvenes –dietética y psicológicamente bien balanceados– fueron puestos a dieta por debajo de los estándares satisfactorios nutricionales durante seis meses, haciéndoles pruebas de personalidad. Casi todos mostraban síntomas psiconeuróticos. Cuando empezaron de nuevo con una dieta balanceada, sus personalidades volvieron a ser como antes.

¿Puede afectarle su personalidad una dieta para reducir de peso?

Eso depende tanto de su temperamento individual como de si su reducida ingestión contiene suficientes valores nutricionales esenciales. Consulte siempre a su médico antes de empezar una dieta que reduce drásticamente la cantidad de alimento que usted normalmente consume. Los estudios de la universidad de Cornell muestran que las personas tensas en extremos deben tener cuidado con las dietas; también se observa que un trastorno emocional puede empeorarse grandemente cuando se trata de reducir la cantidad de alimentos ingeridos. Como se ve, lo que se come no solo refleja la personalidad del individuo, sino que también puede cambiársela.

Otros estudios similares llevados a cabo por los psiquiatras de la clínica de los hermanos Mayo indican que las dietas para reducir de peso deben ser evitadas por las personas que siempre se encuentran en estado de depresión. Un individuo que trabaje tensamente debe posponer su dieta.

¿Qué significa si casi nunca apetece el desayuno?

Si usted es de las personas que simplemente no pueden ni siquiera pensar en comer al 

levantarse por la mañana, las probabilidades son de que usted sufre de ansiedad. Según los estudios realizados por el Dr. Mare J. Musser, profesor de Medicina de la Universidad de Wisconsin, la pérdida de apetito en el desayuno es una de las pruebas más significativas de la ansiedad crónica.

Tales personas, dice el Dr. Musser, a veces se despiertan con hambre, pero pierden el apetito tan pronto toman sus primeros bocados; más tarde en la mañana les vuelve, y se mantienen el resto del día en las comidas que quedan. Esa repulsión hacia el desayuno puede ser causada por un tipo de ansiedad amorfa y vaga, o puede originarse en “un sentimiento de inseguridad sobre las propias habilidades para resolver satisfactoriamente las diversas responsabilidades que habrá que tomar durante el resto del día”.

Nota.– El estudio fue realizado en 1958.  Sesenta y seis años después, otras investigaciones se han realizado cambiando algunos de los resultados aquí expuestos.