HEROICA TRAVESÍA DE TRES NIÑAS POR EL RÍO GRANDE RUMBO A ESTADOS UNIDOS

Written by Germán Acero

2 de junio de 2021

Alexia tiene apenas 3 años y Kimberly 5 años, pero ya a esta edad, han vivido una de las experiencias más dramáticas y heroicas de sus vidas al cruzar junto con otros inmigrantes mexicanos  la difícil y riesgosa travesía fronteriza por el Río Grande en busca del camino hacia los Estados Unidos.

Gracias a Dios las dos niñas estuvieron bajo el amparo de su hermana de 15 años, cuyo identidad omitimos por razones de seguridad, para haberse aventurado en esta hazaña y poder reencontrarse con su madre Catalina al otro lado de la frontera en Texas.

Ahora la madre y las dos niñas están completamente tranquilas porque el pasado lunes se reencontraron en la casa de Nora Sandigo, en Miami, donde celebraron también el cumpleaños de una de las pequeñas que aún llora cuando se acuerda de esa terrible odisea.

A Catalina Avilés se le forma una especie de nudo en la garganta cuando se acuerda de su vida pasada allá en su natal Michoacán, donde vivía con sus tres hijas, una de ellas la mayor que ahora tiene más de 16 años, en medio de la pobreza y la falta de oportunidades para salir adelante económicamente.

Además, Catalina se acuerda del abuso sexual y otras violencias domésticas que vivió su hija mayor, las cuales quedaron en su mente como una inmensa cicatriz, que nunca la han dejado vivir en paz y en tranquilidad consigo misma.

Fue entonces cuando cualquier día Catalina echo un poco de ropa a una maleta, le dio la bendición a sus hijas, y sin mirar para atrás, se enrumbó hacia los Estados Unidos, porque sabía que allí podría conseguir dinero para darle una mejor vida a sus      hijas.

Pero en la mente de Catalina había quedado una inquietud muy grande y era, en el futuro, traer a sus hijas para los Estados Unidos, pero no tenía ni dinero ni ninguna oportunidad para cruzar con su fami-lia el infierno fronterizo donde la mayoría que se han atrevido a hacerlo han muerto.

“Mija. Cuida de las dos niñas. Algún día, cuando pueda, mando por ustedes”, le dijo Catalina a su hija mayor y cogió camino para los Estados Unidos, llevando sólo de recuerdo la foto de sus tres niñas que eran su mayor tesoro. Ella no quiso hablar del padre de las niñas, no hay buenos recuerdos.

En algún sitio de Texas Catalina comenzó a trabajar duro porque, en las noches, no podía pensar nada cuando se acordaba de las niñas y del peligro que corrían, pues en Michoacán, como en otros sitios de México, las ciudades ardían ante el fuego indiscriminado de los narcos y paramilitares.

“Yo en lo único que pensaba era en mis hijas. Sobre todo la mayor, porque ella había tenido una dura experiencia ,cuando fue abusada  y ultrajada, lo cual le había quedado como una cicatriz muy honda en su vida de adolescente.

“Pero era una niña bien fuerte. Tenía mucho coraje. Y decisión, luchaba para velar por sus hermanas”, dijo Catalina, aquella tarde en la casa de Nora, donde se efectuó una conferencia de prensa, para dar a conocer a los medios de comunicación esta terrible tragedia familiar.

Un día en que amaneció Catalina, destrozada, optó por llamar a su hija mayor, para avisarle que hiciera lo que habían convenido, o sea, enrrumbar con sus dos hermanas para los Estados Unidos, a sabiendas del peligro que iban a correr.

 Un día cualquiera, a princi-pios de este año, Catalina vivía solamente pegada al celular, esperando la llamada de su hija mayor, para que le informara cómo iba pasando todo, pues en la televisión oía y veía casos de grupos de inmigrantes que habían fallecido en la travesía por el desierto y el Río Grande.

“Me la pasaba rezándole a Dios. Fue algo bien riesgoso pues las niñas apenas tenían 3 y 5 años. Y la otra, la mayor, únicamente 16. El día definitivo, cuando iban a cruzar el Río Grande, Catalina no hizo sino llorar. Era como el 5 de enero del 2021.

Pero confiaba mucho en su hija mayor, quien paso a paso, le iba informando sobre la tra-vesía. Se había unido a un grupo de inmigrantes mexicanos que les había prometido que las iban a ayudar a las tres a atravesar el Río Grande, donde han perdido la vida miles de inmigrantes.

Afortunadamente todo salió bien pero, a la larga, cuando las niñas cruzaron por las agitadas aguas del Río Grande y llegaron a territorio de los Estados Unidos, inmediatamente, fueron arrestadas por oficiales de inmigración.

De todo esto fue informada Catalina. Quien se echó a llorar terriblemente cuando supo que a su hija mayor, días después, la habían deportado. “Mami, me mandaron para México, pero mis dos hermanitas están bien. Yo después le digo donde están en custodia”, fue la respuesta de la hija mayor.

Catalina, tiempo después, supo que a las niñas se las habían llevado para varios refugios. Y, finalmente, las tuvieron en Texas. Como pudo tomó un bus y se marchó para allá. Y después de indagar por todas partes, al fin, supo que las niñas estaban al cuidado de oficiales de inmigración.

Finalmente, en uno de estos refugios, los directivos le permitieron a Catalina, que se encontrara con sus hijas. Un trabajador social les dio a las niñas. Catalina hizo contacto con Nora Sandigo, quien lidera la organización Nicaraguense-Americana, para que la asesora jurídicamente a fin de tener la custodia.

Las dos niñas, luego, llegaron a Miami. Catalina llego puntual a la casa de Nora para atender la conferencia de prensa. Estaba dichosa. Pero, en el fondo de su corazón, había algo que no la dejaba en paz, porque ahora tendrá que diligenciar la traída de su hija mayor.

El abogado Nicolás Aguado, quien está al frente del caso de Catalina, dijo que ahora pedirá un asilo político para Catalina y sus tres hijas. Teniendo en cuenta que la niña mayor fue víctima de violencia intrafami-liar y abuso sexual.

Y el solo hecho de permanecer en México, desde ya, sigue la niña mayor corriendo un gran peligro. Catalina sólo espera que las leyes de inmigración de los Estados Unidos se apiaden de ella y, a la larga, la pueda traer.

“Hoy me siento dichosa porque un Angel, llamado Nora Sándigo, se apareció en mi vida. Ella permitió que ahora pueda reunirme, al menos, con mis dos hijas pequeñas. Y tener      un abogado que va a luchar   por mi familia”, expresó Catalina.

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