El miercóles, 30 de septiembre, a los pocos minutos de terminar el primer juego de la Serie Mundial, en el Yankee Stadium de Nueva York, los cubanos empezaron a ver asombrados ese propio juego, jugada por jugada, sin faltar un detalle, en los miles de televisores esparcidos por toda la Isla.

Ese día se probó con el más fantástico capítulo en la historia de los programas televisados en Cuba, la capacidad organizativa, la decisión de triunfar, el manejo de la técnica y la invencible laboriosidad de los cubanos. Layman Cameron y Laradiotel de Joe Novas encontraron en Bacardí, Gillette, la CMQ y la OTPLA, en las autoridades de Aduana y Policía, y en los funcionarios y empleados de las Compañías de Aviación y del Aeropuerto, a centenares de cubanos que durante seis días, venciendo obstáculos y luchando contra las inclemencias del tiempo, hicieron posible reproducir en grado superlativo un acontecimiento de Televisión, que al efectuarse hace muy poco, con motivo de la Coronación de la Reina de Inglaterra, asombró al público norteamericano.

Todo esto lo vio el público cubano ese día memorable porque la CMQ así lo mostró a sus televidentes en un alarde de técnica.