“Ni Maceo ni Gómez, sino Martí, el guerrero firme que quiso ver Cuba libre y, por eso, dirigió la brújula hacia el pleno horizonte de una isla sin ataduras foráneas, siendo una tierra fértil y próspera para los propios cubanos”, afirmó Benjamín de Yurre, al hablar del mes de Martí en Miami.
De Yurre trajo a colación que dos años después de que surgieran, las rivalidades entre facciones políticas, se despejó el camino a la segunda intervención de Estados Unidos en Cuba, ya que la Isla se encontraba, al decir de un articulista, «como un barco sin brújula y al garete».
¿A quién recurrir en aquel contexto?, afirmaba el maestro Guerra que se echaba de menos a la República generosa y cordial y el país reclamaba «el espíritu» de Martí: “No es a Maceo, el valor arrebatado. No es a Máximo Gómez, la voluntad férrea, el cerebro que dirige y manda, al que invoca, sino Martí quien se encarnaba en toda su pureza el idealismo patriótico”, trajo esta recordación Benjamín.
“Por eso, muy pronto en las escuelas cubanas, los maestros incorporaron al circuito escolar patriótico la estatua de José Martí, inaugurada en 1905 en el Parque Central”, aseguró De Yurre, quien es precisamente el creador del proyecto de la ley anticomunista en Miami.
“El monumento se insertó en la ceremonia de la Jura de la Bandera. Después del juramento, los maestros de diferentes escuelas habaneras seleccionaban una comisión de alumnos para depositar flores en la estatua del Maestro”, afirmó con tremendo orgullo De Yurre.
“Cuán necesitados estamos de que las estatuas de los héroes de las sangrientas epopeyas de 1868 y 1895 vengan a reanimar, con el recuerdo de sus proezas y la presencia de sus efigies, nuestro decaído y casi extinto espíritu nacional”, rememoró De Yurre sobe aquella época de Martí y sus luchas.
“La veneración martiana trascendió la escuela, y, más allá de las construcciones nacionalistas “desde arriba”, los sectores y grupos más populares a lo largo y ancho del archipiélago asimilaron e hicieron suyas las lecturas, anécdotas y los testimonios, que, bien desde Cuba o desde el exterior, identificaban al mártir de Dos Ríos con el organizador impoluto de la épica libertadora”.
“Ciertamente, como tendencia, en las dos primeras décadas republicanas todavía algunas artistas esenciales y troncales del pensamiento revolucionario de Martí, no alcanzaban a integrarse en la plenitud de un pensamiento profundamente radical”, resaltó.
“Las guerras independentistas desatadas en los países latinoamericanos en la primera mitad del siglo XX, sus padeceres, sus gritos de libertad ahogados como en la Cuba de José Martí fueron tierra fértil para que emergiera, con todas sus fuerzas, la emblemática obra martiana titulada Madre América”, anotó.
“La historia americana nutre el pensamiento martiano y el cubano se alimenta de ella. Don José de San Martín, su idea clara y convicción profunda de formar la Gran Patria Americana encuentra su eco en el pensamiento y la acción de José Martí: hacer de esa Gran Patria Americana, la Patria de todos los latinoamericanos, “Nuestra América”; preciso DeYurre.
“Dos hombres y una misma idea. El gran poeta cubano José Martí fue uno de los representantes por excelencia del modernismo hispanoamericano. A través de sus escritos a veces en verso libre y con expresión sencilla pero apasionada, canta a la naturaleza y al hombre con imágenes de gran originalidad. También enfoca su mirada a la tierra en que nació”, concluyó.
Y añadió para concluir que “El bagaje ideológico martiano se nutrió desde las raíces de la propia América, de sus hombres, de sus tradiciones, de sus luchas, de sus dolores, de sus festejos, de sus anhelos. Y fue en este punto donde emergió “Nuestra América” como un grito de libertad el 10 de enero de 1891”.
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