Por José «Chamby» Campos
A través de los años nuestra comunidad ha sido testigo de grandes actuaciones en el mundo deportivo. Los Miami Dolphins, equipo de football americano, nos dejaron la única temporada perfecta de un equipo profesional cuando se fueron invictos en el año 1972. La pelea entre Alexis Arguello y Aaron Pryor se llevó a cabo en el hoy desaparecido Orange Bowl y en Miami Beach un joven llamado Cassius Clay se dio a conocer al mundo cuando le arrebató la corona mundial de los pesos pesado al monarca Sonny Liston.
Esos son solos algunos ejemplos de momentos de gloria creados en nuestro pedazo del sur de la Florida.
La pasada semana le tocó al béisbol regalarnos unas de esas actividades que quedan impregnadas en el tiempo. El atleta que la protagonizó a pesar de que no milita en ninguno de los equipos locales ya está familiarizado con el escenario.
El pelotero Shohei Ohtani se glorificó en la pasada “Copa Mundial de Béisbol” representando a Japón. No solo brilló con su ofensiva, sino que en el partido por el campeonato lanzó la última entrada como relevo y ponchó al gran Mike Trout dándole el triunfo y la corona al equipo del “Sol Naciente” sobre la escuadra de EE.UU.
Esa proeza se realizó en el estadio de Los Marlins que está localizado en La Pequeña Habana, lugar donde ocurrió la siguiente hazaña.
El pasado jueves 19 de septiembre de 2024, Ohtani obtuvo una actuación ofensiva incomparable; especialmente en el momento que ocurrió ya que se encontraba al borde de conseguir una marca jamás antes lograda. En esa instancia el japonés contaba con 48 cuadrangulares y 49 bases robadas. Necesitaba dos jonrones y un hurto de base para entrar al inigualable club de 50 y 50. Cifras que se comentaban como algo inalcanzable.
Hasta ese momento solo cinco peloteros en adición al nipon habían bateado 40 bambinazos y se habían robado 40 bases. José Canseco, Barry Bonds, Alex Rodríguez, Alfonso Soriano y Ronald Acuña Jr. eran los otros. Los tres primeros están manchados por el consumo, o en el caso de Bonds presunto uso, de los esteroides.
Comenzando en el primer capítulo, el astro de Los Dodgers conectó un doble e inmediatamente procedió a robarse la tercera base, alcanzando así su robo número 50 de la temporada y por lo tanto la primera parte ya estaba conseguida. Una entrada más tarde después de conectar un sencillo estafó otra, sumando 51. En esta oportunidad impulsó una carrera.
En el tercer inning tratando de extender un doble en triple fue sacado out por muy poca distancia, pero no sin antes haber remolcado dos compañeros.
Cuando los fanáticos presentes añoraban un batazo de cuatro esquinas, el zurdo asiático los complació en el sexto episodio y les dio la esperanza de que esta tarde podía ser el día. Otras dos carreras más fueron a su haber y ya sumaban cinco.
Sin embargo, la verdadera magia llegó en la séptima entrada cuando Ohtani enfrentándose al derecho Mike Baumann en conteo de una bola y dos strikes, le depositó la pelota a 400 pies en el left field. Este fue su segundo jonrón del partido, alcanzando así la tan deseada marca de 50 jonrones en una campaña. Con otro compañero en base la suma ahora era de siete carreras traídas al plato.
Con este toletazo, Ohtani se convirtió en el primer jugador en la existencia de las Grandes Ligas en lograr 50 jonrones y 50 robos en una misma temporada. El mito se convirtió en realidad.
Faltando por jugarse la novena entrada el fenómeno japonés vino a batear por última vez y al igual que las cinco veces anteriores volvió a deleitar a la audiencia con otro cuadrangular con dos hombres en bases, lo que totalizó 10
carreras impulsadas en el juego.
La producción total de Shohei Ohtani en este encuentro fue de seis hits en seis turnos al bate de los cuales tres fueron de cuatro bases, dos dobletes y un sencillo. Solamente fue sacado out en una sola ocasión cuando trató de llegar a tercera base en su tercer turno. De haberlo logrado, recordemos que fue una jugada bien apretada, también hubiera conseguido un ciclo.
Esta perfección nos recuerda a otro gigante del diamante, Derek Jeter, quien la tarde donde necesitaba dos imparables para llegar a la icónica cifra de 3,000; terminó su faena con cinco hits en cinco oportunidades, llegando al número deseado vía un cuadrangular.
Sin duda alguna que esta exhibición de talento y producción brindada por Shohei Ohtani quedará para siempre en los anales del béisbol de Las Grandes Ligas y otra vez más Miami fue protagonista.
¿Considera usted amigo lector que esta actuación ofensiva por parte de este pelotero es la mejor de todos los tiempos?
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