Desamparados, de todas las nacionalidades que últimamente han llegado a la ciudad, resolvieron de la noche a la mañana tomarse las calles del Downtown de Miami, para pernoctar allí instalando casuchas provistas de camas y mesas de comedor.

Pero a la larga estos habitantes se han convertido en un verdadero dolor de cabeza para la ciudad porque utilizan las zonas verdes para hacer allí sus necesidades fisiológicas contaminando con olores nauseabundos hermosos sitios del centro de Miami.

En ocasiones los departamentos de cuidado del condado recogen a estas personas y los llevan a refugios, pero a los pocos días, ya están allí otra vez poniendo sus “chécheres” para montar de nuevo sus hogares callejeros dando un mal aspecto a la ciudad.

Sobre la avenida segunda del South East, con la calle 1ra Street, se observa el mayor número de campamentos de estos desamparados, quienes han llegado a Miami procedentes de otros estados como California y Nueva York, entre otros.

Algunos, quienes no sienten ninguna pena de hablar con los periodistas, han confesado que se quedaron sin trabajo y, de pronto, les tocó abandonar sus familias y volverse para la calle a conseguir la vida porque no tienen comida ni habitación.

“Preferimos la calle porque aquí la gente nos da dinero. No pagamos arriendo. Ni otros servicios. Y la comida la buscamos en las canecas donde la dejan los turistas que no quieren más y prefieren botarla a la basura”, dijo Daniel, un ex militar de Honduras que entró por el “hueco”.