Por José “Chamby” Campos

Cuando se recuerda a Roberto “Bobby” Maduro siempre viene a la mente Los Havana Sugar Kings, El Gran Estadio de La Habana, el equipo Cienfuegos de la Liga Invernal, el slogan “Un Paso Más y Llegamos” y todos sus grandes triunfos en Cuba y el béisbol.

Sin embargo, existe una relación de Bobby con la Universidad de Miami que es desconocida por muchos. Como todo en su vida, el béisbol fue primordial, esta también lo es.

El primer enlace viene a través de su hijo Jorge quien, durante tres años, comenzando en 1967, fue el cátcher estelar del equipo de pelota bajo la tutela del genial Ron Fraser.

Jorge fue el primer muchacho cubano que logró convertirse en una estrella deportiva en dicha universidad. Su llegada, no por casualidad, fue el comienzo de un programa que revolucionó el mundo del beisbol universitario en EE.UU.

Reconocido por su defensa e inteligencia detrás del plató, sus números ofensivos fueron impresionantes; su promedio de por vida es .335 con un slugging de .451. Implantó en ese momento una marca de 13 dobles en una temporada. En su carrera de 120 partidos, Los Huracanes salieron victoriosos 87 veces.

Debido a esas actuaciones fue firmado por los Yankees de Nueva York en 1969 y participó en las Ligas Menores de la distinguida organización.

Por todos sus éxitos dentro del terreno de juego, Jorge fue exaltado al “Salón De La Fama” del plantel universitario de Coral Gables en la edición de 1990. Con este reconocimiento el apellido Maduro perdurará para siempre atado al pasatiempo nacional.

El otro vínculo es mediante su nieto Robert McDaniel Jr., hijo de su hija Beatriz, que es la persona que por los últimos 22 años ha sido el administrador del programa de pelota de la universidad.

Joven humilde y profesional, bien dedicado a su trabajo, es el encargado de que todo lo que tenga que ver con los pormenores del equipo sea llevado a cabo correctamente.

GM, apodo por el cual es conocido a través de la comunidad beisbolera de Miami, cubre todos los detalles. Esto incluye la manutención del terreno de juego, los uniformes, los guantes, los bates, las pelotas y que todo se encuentre en perfectas condiciones. Los itinerarios de las prácticas, los juegos, los viajes, son también parte de su responsabilidad.

A pesar de todas esas tareas probablemente el factor que lo hace tan querido es el trato con cada uno de los jugadores y su amor al equipo.

Cuando una vez le pregunté sobre algún recuerdo que tuviera de su abuelo me contestó “Cuando me llevaba a los partidos de la liga Interamericana y se sentaba conmigo detrás del ‘home’ para explicarme lo que pasaba durante el juego”.

Después de escucharlo me imaginé que probablemente Bobby Maduro, el eterno hombre de béisbol, estaba entrenando a otro de sus discípulos, en este caso, su nieto GM.

Lo único que se puede añadir es que esas conversaciones han llegado lejos. GM es sinónimo de la pelota de UM desde el ángulo administrativo.

Interesantemente Bobby, nunca imaginó que su apellido perduraría en otra faceta del béisbol.