En estas mismas páginas de LIBRE lo anunciamos anticipadamente: la tiranía castrista  repetiría el “chantaje” a Carter tras la entrada en la embajada de Perú en La Habana de varios miles de cubanos que buscaban asilo político, el 1º de abril de 1980, al levantar Cuba las restricciones a la emigración y alentar a los cubanos descontentos a abandonar la isla; lo repetiría esta vez al intentar comprobar la debilidad y falta de coordinación de la administración Biden, al enfrentarle otra caravana gigantesca frente a los límites fronterizos con México, por donde ya entre octubre y febrero han entrado 47,331 migrantes cubanos que han corrido los mayores riesgos para ellos y sus familias al enfrentar esos tramos tan peligrosos. Hoy sabemos que 14,000 niños y jóvenes, no acompañados, están ingresando por la frontera con México.

Y por eso no es de llamar a sorpresa el anuncio hecho por la llamada “cancillería” castrista, este martes, sobre la realización de una ronda de conversaciones sobre migración con funcionarios de Estados Unidos este  jueves 21, que supondría el primer encuentro de alto nivel entre los castristas y la administración Biden. Por cierto, en el colmo de los desórdenes protocolares, es la dictadura castrista la que anuncia estas reuniones, y no el gobierno  anfitrión de los Estados Unidos de América.

La reunión tendrá lugar en Washington, y la delegación comunista estará presidida por un titulado vice ministro de exteriores nombrado Carlos Fernández de Cossío, lo cual se produce seis días después de que el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de EE.UU. (ICE) denunciara que Cuba lleva meses sin aceptar la repatriación de cubanos.

Y mientras todo esto sucede, terribles escenas protagonizan esos cubanos en el riesgoso camino a tierras de libertad.

Los castristas aseguran que “se darán banquete” en las negociaciones con la actual administración, mientras que EE.UU. parece pasar por alto la gran oportunidad del tablero internacional para asegurar la libertad del pueblo cubano.

El mensaje de 1980 costó a Carter la reelección, por su debilidad y mal manejo de aquel “chantaje castrista”, a pesar de la buena fe que no dudamos acompañaba al religioso de Georgia, pero los errores en política cuestan caro.

Hoy, 42 años más tarde, las elecciones de medio tiempo inclinarán la balanza congresional y el control partidista nacional. Recordemos que los cubanos de Miami y sus amigos de comunes ideales decidieron las presidenciales del año 2000 que mantuvieron en vilo al país, pendiente incluso de la decisión de la Corte Suprema, y en respuesta de rechazo a la entrega de aquel jovencito que no vale la pena reactualizar.