Por Álvaro J. Álvarez. Exclusivo para LIBRE
Hotel Nacional
Los terrenos en los que está situado el hotel formaron parte de la zona que hasta 1859 se denominaba Monte Vedado, debido a un decreto del Gobierno Español que prohibía que en esta zona se abriesen caminos hacia la playa.
Los constantes ataques de corsarios y piratas y luego la Toma de La Habana por los ingleses, llevaron a la edificación de diversas obras de protección y defensa, torreones, baterías, y en estos terrenos (los que hoy ocupan los jardines del Hotel), fue emplazada la Batería de Santa Clara y este sistema defensivo constaba de dos cañones: el “Krupp” y el “Ordóñez”, siendo este último el cañón más grande del mundo en su época.
La colina donde está construido también era conocida como la “Loma de Taganana”, que alude al nombre con que se conoció por siglos la famosa cueva, que existe bajo los cimientos del Hotel.
Francisco de Frías Jacott, Conde de Pozos Dulces (1809-1877) fue el precursor del desarrollo del Vedado (20 x 30 cuadras) por eso el 18 de abril de 1916 se colocó su monumento en el parque homónimo en la calle Línea desde 13 y K hasta L.
A finales de la segunda década del siglo XX una comisión representativa de banqueros y hoteleros americanos, encabezada por Mr. Browson, Presidente de la Compañía Constructora Purdy and Herdenson (se mantuvieron activos entre 1890 y 1944) fue a visitar a Carlos Miguel de Céspedes el Secretario de Obras Públicas de Gerardo Machado, para darle a conocer el deseo de construir un hotel en Prado y Cárcel, pero, esos terrenos ya habían sido destinados por el gobierno para otra edificación. Céspedes le propuso cambiar el sitio para los terrenos de la antigua Batería de Santa Clara y cuando la comitiva llegó al lugar, se quedó fascinada con el impresionante paisaje marino e inmediatamente quisieron cerrar el negocio.
Se abrió una subasta a la que se presentaron varias compañías constructoras, no obstante, resultó vencedora la misma Compañía norteamericana Purdy and Henderson.
En octubre de 1929, cuando se decidió su construcción, las firmas norteamericanas McKim, Mead & White se encargaron de los planos y la Purdy Henderson Co, de la ejecución de las obras que se realizaron en 14 meses.
La firma neoyorquina McKim, Mead & White, una de las más prestigiosas del mundo, entre sus cientos de obras diseñadas están: Renovación del ala oeste y este de la Casa Blanca, la estación Pensilvania de Manhattan, el Museo Brooklyn, el Campus principal de la Universidad de Columbia, el Museo Nacional de Historia en Washington, Edificio de la New York Life, el Madison Square Garden, Edificio del New York Herald, entre otros.
La también firma neoyorquina Parduy y Henderson, fue constructora en Nueva York de: Macy’s Herald Square, Hotel Waldorf Astoria, la Torre de Metropolitan Life, 40 Wall Street. En La Habana: el Royal Bank of Canada, El Capitolio Nacional, Radiocentro, La Lonja del Comercio, Centro Gallego, Hotel Plaza, Centro Asturiano, la Terminal de Trenes, entre otros.
El hotel considerado el mejor del Caribe fue construido a un costo de $4 millones por la Pan American Airways Company mediante una concesión otorgada por el Estado (léase Gerardo Machado) en los terrenos de la batería Santa Clara, quien a cambio recibió la suite presidencial donde se alojaban los jefes de Estado visitantes.
El Hotel Nacional marcó un hito en el panorama arquitectónico habanero pues fue una de las primeras edificaciones en las que se empleó el sistema porticado de vigas de acero revestidas de hormigón introducido en Cuba por la compañía constructora, colocando a la mayor de Las Antillas en una posición privilegiada en cuanto al empleo de estas muy novedosas técnicas constructivas para su época, con sus fachadas de piedra de Jaimanitas.
Esta joya arquitectónica de bellísimo e irrepetible diseño, como un impresionante castillo mostrando todo su esplendor, pretendiendo ser el de mayor capacidad del país con sus casi 500 habitaciones y sus dos torres moriscas inspiradas en La Giralda de Sevilla.
La estructura contiene una mezcla de estilos, incluyendo sevillano, árabe y Art Deco. El pórtico de entrada, de estilo palladiano tiene dos capiteles de columnas estilizadas y cantoneras de piedra de coral. El diseño se basa en dos cruces griegas, dando a la mayoría de las habitaciones una vista al mar. Los 6 pisos típicos tienen 74 habitaciones y 63,641 pies cuadrados de área de piso. El octavo piso (piso superior) tiene 66 habitaciones y un área de 50,325 pies cuadrados. La huella del edificio mide aproximadamente 523 ‘x 265’ (12,876 m²). La estructura del edificio es un marco de acero, mientras que los elementos decorativos, incluidos los detalles de la planta baja, las columnas, los paramentos de las paredes y gran parte del pavimento, son de piedra coralina.
Sus muebles de estilo inglés, pinturas de autores cubanos, porcelanas francesas de Sëvres y antiguos relojes, pisos de mármol, tejas de barro, maderas preciosas como cedro y caoba, mosaicos importados de Sevilla y lámparas art-noveau, características de las mansiones del siglo XIX. Sus ascensores marca Otis, los más famosos del mundo con sede en Connecticut,
EE. UU.
El hotel se inauguró el 30 de diciembre de 1930, recordemos que en Estados Unidos existió la Ley Seca desde enero de 1920 hasta diciembre de 1933 por tanto Cuba por su cercanía era un lugar preferido para poder divertirse y beber libremente.
En Las Vegas comenzó a desarrollarse los grandes hoteles con sus casinos en 1941.
Para la inauguración del Hotel Nacional se concibió una fastuosa ceremonia efectuada en el Salón Principal (luego Cabaré Parisién).
Lo más selecto de la sociedad habanera, personalidades del gobierno o ligados a los negocios, embajadores acreditados en el país y otras figuras nacionales y extranjeras invitadas especialmente al singular evento se dieron cita allí aquella noche.
Para el recibimiento se creó un Comité de Recepción integrado por Mr. Will P. Taylor, primer mánager del hotel, ejecutivos y personal.
Alrededor de las 8 de la noche, empezaron a llegar los automóviles. Los invitados, ataviados con elegancia (pieles, joyas, sombreros y vestidos de las más finas telas), eran recibidos por eficientes porteros, impecablemente vestidos, quienes ofrecían a los visitantes las primeras impresiones de un servicio de excelencia, mientras parqueaban rápidamente los autos para que no obstaculizaran la entrada.
En el vestíbulo eran saludados cortésmente por los distinguidos anfitriones y luego de darles la cordial bienvenida los conducían a través del espacioso y lujoso corredor, pasando frente a las tiendas de zapatos italianos y otros costosos artículos, ubicadas entre las arcadas hispánicas a ambos lados, hacia el salón en donde todo estaba perfectamente dispuesto y resplandeciente como su piso de tabloncillo. A medida que los personajes iban llegando al salón un servicio gastronómico de primerísimo nivel les indicaba las mesas que debían ocupar de acuerdo a la personalidad de que se tratare y minutos después, cuando ya el salón estaba a toda capacidad, se inició la gran fiesta.
En el discurso inaugural muy breve, por cierto, el Gerente General, Mr. Taylor, quien también fungió como Gerente General de los hoteles Waldorf Astoria y Savoy de Nueva York, dio la bienvenida oficial a todos los presentes y resaltó la trascendencia de la colosal obra.
Uno de los participantes a la recepción fue Joseph P. Kennedy, influyente y poderoso empresario, diplomático, figura política, el patriarca del Clan Kennedy y padre de JFK, el 35th presidente.
El período en que se construyó esta colosal obra era momento de grandes convulsiones sociales, políticas y represivas.
Aquella noche todo no fue festividad, hasta los lujosos salones llegó la protesta de los estudiantes quienes descontentos con el gobierno de Machado organizaron actos cívicos para que la gente se fuera sintiendo mal, aunque no supieran por qué y alrededor de las 12 comenzaron a lanzar sobre la fachada y jardines del hotel pequeños artefactos lacrimógenos pestilentes. Sin embargo, debido a la rápida intervención de los empleados y autoridades competentes la fastuosa fiesta continuó desarrollándose por todo lo alto hasta aproximadamente las 3 de la madrugada.
En días posteriores la prensa se hizo eco del acontecimiento resaltando no solo la inauguración del nuevo hotel y el brillo de la recepción, sino también la acción de los estudiantes quienes lograron su objetivo de llamar la atención sobre lo que estaba pasando en el país.
Walter Elias conocido como Walt Disney y su esposa Lillian llegaron a Cuba en barco el 30 de octubre de 1931, se hospedaron en la habitación 445 del Nacional. Él había sido aconsejado por su médico tomar unas vacaciones debido a un padecimiento nervioso por exceso de trabajo.
Walt Disney, impresionado ante la percusión al estilo cubano, aprovechó su estancia en Cuba para grabar rumbas de solar, toques de tambor y congas que descubrió en los barrios humildes. El Hotel Nacional violó una de sus reglas de oro y permitió el acceso de músicos negros que tocaron para el equipo de Disney, quien poco después incluiría esta música en sus dibujos animados.
Sin dudas que su personaje Bongo creado posteriormente a este viaje a Cuba, algo tiene que ver fonéticamente con el instrumento de percusión llamado en Cuba bongó y tampoco es casual que los Bongos Cuban Café en Downtown Disney West Side queden ajenos a esta anécdota.
Es muy probable que entonces también conociera al caricaturista Conrado Massaguer, con quien se encontró nuevamente cuando este tuvo que exiliarse en EE.UU.
Hay pocas fotos de su viaje, algunas se publicaron el 29 de febrero de 1932 en Noticias Hamilton Daily.
Luego de la huida de Machado el 12 de agosto de 1933, tomó el poder Carlos Manuel de Céspedes, duró 23 como presidente porque tuvo que salir debido al golpe del 4 de septiembre dirigido por un pequeño grupo de clases y soldados del ejército cubano, apoyados por estudiantes y civiles revolucionarios que no habían aceptado la mediación de Sumner Welles (enviado por Washington). Los insubordinados dominaron rápidamente todas las guarniciones militares del país, depusieron a la oficialidad y designaron un gobierno provisional de cinco miembros conocido por la Pentarquía.
Sergio Carbó uno de los cinco nombró, sin consultar con los otros cuatro, al sargento Batista como jefe del ejército y éste a su vez se autonombró coronel. Eso causó el final de la Pentarquía que duró 6 días solamente. Entonces llegó Grau, otro de los cinco y asumió la presidencia el 10 de septiembre (finalmente gobernó por 128 días).
Unos 400 oficiales que habían sido desplazados por los sargentos se rebelaron y terminaron refugiándose en el Hotel Nacional, el gobierno les dio hasta el 26 de septiembre como plazo para abandonar el hotel, pero ellos no cedieron. Por tanto, siendo Grau el presidente, su ministro de Gobernación Antonio Guiteras, la noche del 1º de octubre convocó a una reunión en el campamento de Columbia y ordenó el ataque al hotel. Batista estuvo de acuerdo. A las 5:45 a.m. del día 2 comenzó el combate, 3,000 soldados de infantería intentaron tomar la instalación, pero sufrieron muchas bajas ante los certeros disparos de los oficiales francotiradores. Además, dos barcos de guerra participaron desde la costa. Ya eran las 10 a.m. cuando las baterías de obús 75mm ubicadas en Calzada, fuera del alcance visual de los sitiados, comenzaron a hacer estragos entre ellos, a las 4:30 p.m. hubo una breve tregua para sacar los heridos y más tarde izaron en las torres del Hotel las banderas blancas. La sublevación fue aplastada en apenas 11 horas.
Debido a la magnificencia y calidad constructiva del Hotel, los daños ocasionados durante el cañoneo no fueron trascendentales, entonces la compañía constructora “Purdy and Henderson” comenzó a utilizar este slogan: “construya con la Purdy and Henderson cuyos inmuebles resisten un cañoneo”.
El hotel Nacional fue sede en 1945 de la Conferencia Internacional de Transporte Aéreo, con la participación de delegados de las empresas aéreas del mundo, fundándose la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA).
Durante estos años el hotel Nacional tuvo como huéspedes a numerosas personalidades y artistas como: Eduardo VIII (Príncipe de Gales), Jack Dempsey, Tom Mix, Johnny Weismuller, José Mojica, Buster Keaton, Emilio Roig, Rita Montaner, José Raúl Capablanca, Tito Guízar, Trío Matamoros, Ñico Saquito, Errol Flynn.
El viernes 1° de febrero de 1946 llegó a La Habana, Sir Winston Churchill en su segunda visita luego de 50 años, ahora tenía 71 años y había aceptado la invitación del presidente Grau y el B17 que Truman le puso a su disposición para volar desde Miami. Lo acompañaron su esposa Clementine, su hija Sarah de 31 años y el coronel Frank Clarke. El Hotel Nacional se vistió de lujo para acoger a tan importante huésped y lo colocaron en el Apartamento de la República. Leía mucho, hasta 12 periódicos cada día. Los empleados del hotel comentaban lo difícil que había sido para ellos poder atender al inquieto y caprichoso huésped que los ponía a todos ellos en situaciones de mucha tensión. Una tarde quería bañarse en la piscina, pero estaba lloviendo, se puso tan bravo que hasta quiso abandonar el Hotel, menos mal que luego escampó y al fin pudo darse un chapuzón y quizás desnudo como le gustaba hacerlo en las playas.
Su tiempo libre lo pasaba jugando a las cartas con el que quisiera acompañarlo. “Come, bebe y fuma sin restricciones de ninguna clase y en cantidad” según describió la prensa local.
Al final de su estancia hizo otra declaración entusiasta: “Si no tuviera que ver al presidente Truman, me quedaba aquí por un mes”.
En el Nacional del 22 al 26 de diciembre de 1946, se desarrolló el encuentro más importante de la Mafia desde la conferencia de Atlantic City de 1929. Allí estuvieron: Charlie Lucky Luciano, Santos Traficante Jr., Vito Genovese, Meyer Lansky, Alberto Anastasia y Frank Costello entre muchos más.
Luciano, había sido deportado de EE.UU. hacia Sicilia, pero unos días antes había entrado “sin mucho ruido” a Cuba por el aeropuerto de Camagüey, donde lo estaba esperando Lansky, luego partieron hacia el Hotel Nacional, para ocupar el cuarto 211.
Luciano, invitó a Frank Sinatra para que les sirviera de excusa para aquella reunión, donde participaron más de 30 grandes mafiosos de la época, aparentando que Sinatra iba a ofrecerles unos días de conciertos.
El último día de ese año, los huéspedes que acompañaban al cantante reservaron el Casino Parisién y armaron una celebración por todo lo alto. No faltó nada y contrataron artistas para que fuese la noche más entretenida. Pero lo mejor de la celebración fue cuando ya cerca de medianoche Sinatra subió al escenario y comenzó a cantar hasta que su voz aguantó.
Sinatra para cuidarse las espaldas, no se registró en el hotel. Ocupó la habitación 214 y se comunicaba con los mafiosos a través de la suite del 211 al 213 y pidió al hotel que nadie lo importunara. Cuando regresó a EE. UU, una revista divulgó que el cantante había comido con la mafia en La Habana. Sinatra los demandó por $50,000 y ganó la querella, porque realmente no había prueba fotográfica, ni testimonial.
No existen casi fotografías de esos días que el cantante pasó en La Habana, como el más ilustre invitado de la mafia. Pero sí testimonios de la época que narraron cómo prácticamente cerraron el hotel aquellos hombres de negocios con sus guardaespaldas.
El 26 de octubre de 1949 llegó a La Habana la actriz mexicana María Félix. Tal fue su recibimiento que, a poco de su llegada, exclamó asombrada: “Yo tenía referencias de cómo me querían en La Habana, pero lo de esta tarde ha sido más de lo que esperaba”. Desde el avión hasta el automóvil que la condujo al Hotel Nacional, hubo necesidad de ponerle protección policial, pues el ímpetu de sus admiradores amenazó con perturbar la integridad física de la estrella. Se cuenta que algunos hasta le halaron el vestido para guardar un recuerdo de María Bonita. Se hospedó en la habitación 229.
El 7 de noviembre de 1951 Sinatra se casó con Ava Gardner, comenzaron la luna de miel en Miami y de allí a La Habana, el Hotel Nacional muy reservado, se caracterizaba por eso y acogió de nuevo al artista.
“Huraño, colérico, huidizo, Sinatra mantenía encerrada en su habitación a su flamante esposa. Cuando salían, la llevaba y la traía a escondidas, discutiendo desdeñoso con todos, sin permitir algún fotógrafo o periodistas se les acercara, así reseñó Bohemia aquella visita de los recién casados. Aunque toda la atención estaba sobre la Gardner, al punto que la llamaron en la revista: “el animal más bello del mundo”.
En 1956, el cantante Nat King Cole fue contratado para actuar en Tropicana y quiso alojarse en el Hotel Nacional, pero no se le permitió porque anteriormente había rechazado a celebridades negras como Joe Louis, Marian Anderson, Jackie Robinson y Josephine Baker. Sus actuaciones en Tropicana fueron un gran éxito. Pero cuando regresó en 1957 y 1958, Cole no estaba dispuesto a sufrir la misma humillación. Como condición para aceptar las ofertas, exigió ser hospedado en el Hotel Nacional. Martin Fox, dueño de Tropicana y admirador del talento de Cole, se encargó de solucionar la situación y logró que el cantante fuera alojado en el hotel durante dos semanas en la habitación 218.
Luego personal del hotel comentó: “Nat King Cole realmente era tímido y afable y dejó una impresión duradera como un hombre cordial y respetuoso”.
Un portero uniformado recibe a los huéspedes a la entrada del extenso lobby, donde enseguida llama la atención el ambiente aristocrático y lujoso del lugar, una combinación ecléctica de losas mudéjar, lámparas y techos de viga isabelinos, que recuerdan una iglesia medieval y que bien podrían ayudar a entender por qué el renombrado escritor cubano Alejo Carpentier se refirió una vez a este edificio como un “castillo encantado”.
La Corporación Intercontinental de Hoteles de Cuba S. A. tenía un capital ascendente a $7,700,000 propiedad en un 80% de la Intercontinental Hotel Corporation de Delaware y subsidiara de la Panamerican World Airways Inc. una de las 6 filiales en Cuba bajo el control financiero del grupo financiero de John D. Rockefeller, el 20 % restante eran capitales cubanos representados por Alejandro Suero Falla, director de 7 centrales; José M. Bosch “Pepín”, presidente de Ron Bacardí S. A. y José M. Tarafa Govín, de la familia Tarafa dueños de los centrales Cuba, España y Santo Domingo.
Se constituyó el 10 de agosto de 1955 y 16 días después era la arrendataria del Hotel Nacional, por $3,600,000, el mayor de Cuba hasta que se construyó el Hilton y el Riviera. La Intercontinental Hotel Corporation había sido fundada a fines de los años 40 para construir y administrar hoteles en Hispanoamérica y otras regiones.
En 1956 los nuevos dueños renovaron el hotel, el gran vestíbulo de entrada fue remodelado para incluir una sala de exposición, un restaurante, un bar y donde estaba el Salón Vedado, contiguo al Club Parisien (luego cabaré Parisien) lo convirtieron en un lujoso casino operado por Wilbur Clark, un desarrollador de casinos estadounidense, ayudado por los hermanos Jake y Meyer Lansky (quien también operaba el casino del Hotel Riviera) estos años se convirtieron en los días dorados del Hotel Nacional.
En el casino de juego había: ruletas, máquinas tragamonedas, bingos, bacará, cartas, dados, etc.
Durante su visita al país en los años 50, la actriz, cantante española Sara Montiel se hospedó en el cuarto 439 y le encantaba la comida de su restaurante Arboleda.
Errol Flynn, relevante actor de Hollywood protagonizó en 1958 la película “The Big Boodle” dirigida por Richard Wilson, grabada en La Habana, justo en el Casino del Hotel Nacional.
En 1957 sus huéspedes llegaron a los 186,335, pero en 1958 debido a la situación política bajó a 87,712 visitantes.
El cinco veces campeón olímpico de natación y ex actor de Tarzán, Johnny Weissmuller, fue uno de esos invitados, impresionando al personal saltando desde una ventana del segundo piso a la piscina.
El Barón Thyssen Stephen Boonemiza se hospedó en el hotel junto a su familia durante diez años, llegando en 1947 y partiendo en 1957.
En el hotel se encontraban varias estatuas hechas de mármol de Carrara y otras en bronce.
También estuvieron hospedados en el Nacional: George Raft, Amanda Ledesma, Betty Grable, Rómulo Gallegos, María Félix, Jorge Negrete, Pedro Vargas, los duques de Windsor, Karol II de Rumania, Mario Moreno “Cantinflas”, Tyron Power, Rita Hayworth, Ernest Hemingway, Fred Astaire, Ali-Khan, el Trío Los Panchos, Ernesto Lecuona, Hugo del Carril, Germán Valdés (Tin Tan), Bola de Nieve, César Romero y Gary Cooper, Nelson Rockefeller, Agustín Lara, Sir Alexander Flemming, Arturo de Córdoba, Hermanos Iturbide, Ferrucio Burco, John Wayne, Pedro Armendáriz, Spencer Tracy, Marlon Brando, Pablo Casal, Lucho Gatica, Mickey Mantle, Stan Musial, Leopoldo y Balduino de Bélgica, los Chavales de España, Libertad Lamarque, Porfirio Rubirosa, Esther Borja, Lola Flores, entre otros más.
El Hotel Presidente
El desarrollo de El Vedado comenzó en 1859 y así continuó hasta 1895. Pero tras el fin de la Guerra de Independencia en 1898 y la instauración de la República, en 1902, El Vedado adquirió un auge inusitado. Los ricos de abolengo abandonaban la atestada y ruidosa Habana Vieja y compraban terrenos y construían en la barriada. Lo hicieron también los nuevos ricos y no pocos altos oficiales del Ejército Libertador que cobraron sus haberes. Llegaron, además, los que hacían fortuna a costa de la política y se asentaron, por lo general, en los alrededores de la Universidad, una zona que la voz popular bautizó como el barrio de los apaches.
Desde principios del siglo XX se comenzaron a construir los edificios de apartamentos para alquilar, inicialmente de 2 y 3 pisos, dedicados a obtener el máximo beneficio económico de los terrenos, pero fue después, al período conocido como las vacas gordas que se generalizó su construcción y su progresivo crecimiento en altura, bajo los códigos estilísticos del eclecticismo, el art decó y el neocolonial.
Así fueron erigidos, el edificio Alaska (1924) de solamente 5 pisos en la esquina de M y 23 y M (ya demolido por el castrismo).
El Hotel Palace, construido en 1928 en la esquina de G y 25, con 10 pisos y una torre de 3 niveles que años después, quedaría embebida en otros 3 pisos que se le adicionaron.
El Hotel Presidente (1928) en G y Calzada que resultaron ser los pioneros de la altura.
En 1929 se empezó la construcción del famoso y lujoso edificio López Serrano en la calle L entre 11 y 13 en el Vedado, con sus 10 pisos y su torre de 4 donde estaban sus apartamentos de lujo, fue el más alto antes del FOCSA. Obra de los arquitectos Ricardo Mira y Miguel Rosich se inauguró en 1932. Su dueño el Dr. José A. López Serrano, hijo de José López Rodríguez (conocido por Pote, el del puente de hierro sobre el río Almendares que existió hasta la construcción del túnel de 5ª Avenida) y Ana Luisa Serrano la dueña de la librería La Moderna Poesía. En el último piso, el 14, vivió su dueño López Serrano, luego el Dr. Eduardo Chibás hasta su muerte en 1951.
En 1931 se dictó un acuerdo que prohibió la construcción de edificios de más de 3 plantas en El Vedado, este acuerdo fue modificado seis años más tarde para ampliar hasta 4 plantas. Aunque algunos proyectistas y propietarios reclamaron la necesidad de que les autorizaran construir edificios más altos. Uno de los permisos concedidos a tal efecto fue otorgado en 1946 para el edificio Radiocentro, de 10 pisos.
Luego Batista concedió tres diferentes Decretos en 1952, 1953 y 1955 que permitieron las construcciones mucho más altas, aunque limitadas por otras normativas.
El Hotel Presidente, situado en Avenida de los Presidentes #110, fue construido entre los años 1925 y 1927, pero no fue inaugurado hasta el 28 de diciembre de 1928, cuando el propio presidente Gerardo Machado abrió simbólicamente con una llave de oro su puerta principal. La obra fue realizada por los arquitectos Eduardo Tella e hijo y tenía todo el lujo y confort de moda en esa época, incluyendo ascensor y una singular vajilla fabricada en Europa especialmente para el hotel. Al momento de su inauguración se consideró como el edificio más alto de La Habana, alzando con elegancia sus 10 pisos, que le otorgaron en esa fecha la categoría de “primer rascacielos” de la ciudad.
Los elementos que decoran sus exteriores pueden verse fundamentalmente en sus últimos pisos, el único en Cuba con el Escudo Nacional en la fachada de su último piso, donde además se pueden ver los logotipos de una H y una G entrelazadas (según parece son las iniciales de su primer propietario el Sr. Francisco Hidalgo Gato antes de pasar a dueños americanos) y el 1927 como su año de terminación.
En su construcción utilizaron estructura de acero, con las dos primeras plantas de cantería y el resto de ladrillos. Contaba con 154 habitaciones que podían convertirse en suites y también una amplia piscina con agua de mar.
El edificio está elevado debido a su cercanía con el mar que hacía penetraciones muy frecuentes y por esa razón existe sus escaleras de entrada.
Al entrar por la calle 7ª o Calzada se puede ver su logo pétreo con sus letras HP, estas iniciales de color verde resaltan sobremanera en el piso de color claro.
Hablando de detalles, cabe señalar algunos que pueden pasar inadvertidos. Las fachadas de este edificio representan un eclecticismo neutro, combinando elementos del Renacimiento español con otros que recuerdan levemente a algunos rascacielos norteamericanos de esos años. Esta combinación ya se había utilizado en otro emblemático edificio habanero: la sede de la compañía telefónica en Águila y Dragones, inaugurada justo un año antes.
El Hotel Presidente se levantaba orgulloso desde su amplio vestíbulo enchapado en mármol. En su interior se encontraba una colección de antigüedades llegando éstas a más de 400 piezas de arte, su fino piano de media cola, sus muebles estilo Luis XV y sus búcaros japoneses del siglo XIX de casi un metro de alto, colocados sobre pedestales con incrustaciones de nácar. Como complemento a todo esto, su famoso Bar y Restaurante Chez Merito (el primero en Cuba con aire acondicionado), música continua y abierto todos los días hasta las 2 de la madrugada. Por donde pasaron importantes figuras tanto nacionales como extranjeras, de la política, de la empresa y del espectáculo. Merece destacar que allí, formando parte de la orquesta “Los Melódicos” dirigida por Obdulio Morales, interpretó con su arte y maestría sin igual, el gran Chano Pozo.
Como sucedió con muchos hoteles edificados en la década de 1920, el Presidente, tuvo una gerencia norteamericana durante algún tiempo. Su mánager general era Frederick J. Kessler, mientras su contraparte cubana era Roberto Acosta Magriñal (que era el presidente de la Asociación de Hoteles de Cuba), quien a la larga quedó como administrador del hotel. Aunque su último propietario fue Warren Smadbeck y a quien se lo robó Castro.
Desde sus inicios, la gran avenida se denominó Calle G o del Paseo, pero cuando el 26 de junio de 1921 se colocó el monumento al primer presidente Tomás Estrada Palma (1902 hasta 1906) concebido por el artista italiano Giovanni Nicolini, el conjunto contaba con una estatua de bronce de don Tomás situado sobre un pedestal de ornamentación clásica en una superficie rectangular levantada por cuatro escalones a su alrededor. Acompañando la estatua se ubicó una figura de bronce sentada sobre la base del pedestal con un pergamino y una pluma en sus manos en posición de escribir.
Era la intención de continuar colocando allí sucesivamente las estatuas de todos los presidentes de la República, por supuesto esto condicionó que comenzara a llamarse Avenida de los Presidentes.
Precisamente por estar el monumento a Estrada Palma en la misma esquina de G y Calzada, frente al hotel es que se le llamó Hotel Presidente.
Fidel Castro en sus primeros tiempos como dictador en Jefe, ordenó el derribo de la estatua de Estrada Palma, habiendo sido cubano y honrado. Pero luego ha llenado la Avenida de los Presidentes con estatuas de extranjeros y comunistas como Allende, Torrijos, Eloy Alfaro como muestra una vez más de su odio hacia el pueblo cubano.
El monumento al segundo presidente, el general espirituano José Miguel Gómez que según lo originalmente establecido debía haber sido colocado a continuación del de Estrada Palma se construyó en el lado opuesto o sea al final de la Avenida y la calle 29. Obra del mismo artista italiano Giovanni Nicolini fue inaugurado el 18 de mayo de 1936.
Menocal se quedó sin estatua y Alfredo Zayas antes de abandonar el cargo, decidió erigirse un monumento para perpetuarse y que no se le olvidara. Finalmente logró inaugurarlo el mismo día en que abandonaba la presidencia para traspasarla a Gerardo Machado, el 20 de mayo de 1925.
Al monumento le adosó una leyenda: Restaurador de las Libertades Públicas.
Su emplazamiento se encontraba al fondo del Palacio Presidencial en la manzana formada entre las calles Colón, Trocadero, Monserrate y Zulueta.
El parque fue destruido en 1976 por el Odiador en Jefe.
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