Xavier Cugat: “El rey de la Rumba”. Impresiones de New York

Written by Libre Online

19 de octubre de 2022

Por Vicky Wood (1941)

“La terraza iluminada por la luz de las estrellas”, llamaban los norteamericanos al gran salón de baile del hotel “Waldorf Astoria” donde a diario Xavier Cugat y su orquesta deleitaban a la concurrencia con las rumbas más sabrosas que se oyen en este ambiente, lo que le ha valido a él, ese mote que le han puesto de: “El Rey de la Rumba” … Miguelito Valdés, nuestro insuperable artista, es el cantante estrella de su orquesta.

Resultaría hasta cierto punto ocioso relatar la vida de Xavier Cugat desde sus días de bohemio hasta la brillante posición social y económica de que disfruta en la actualidad, pues todos sabemos más o menos que comenzó tocando el violín de un modo distinto a como lo hacían los demás, y que de allí se derivó el interés que el público demostraba en el entonces desconocido violinista, que había llegado a Norteamérica como todos los otros latinos, con el alma llena de anhelos y un talento artístico insuperable.

Por tanto, rompiendo el acostumbrado hábito de biografiar a los que no necesitan biografía, porque a diario cambian las facetas de sus vidas y aparecen con un variado aspecto en cada hora que pasa, preferimos emplear el espacio de que disponemos en decirles lo que Cugat tiene en perspectiva para él y sus muchachos.

Sin embargo, no dejaremos de mencionar que han sido doce años los que ha empleado este maestro en popularizar nuestra música en el mundo entero y que sus discos se venden en tal profusión que ya pasan de dos millones los que el público ha comprado. 

Luego su programa comercial para los cigarros “Camel” fue el primer vislumbre de verdadera prosperidad que tuvo  una orquesta latinoamericana, ya que desde que comenzó con ellos Xavier Cugat recibe como remuneración para él, sus cantantes y sus músicos cinco mil dólares por cada programa, que se retransmite por 128 radioemisoras de “costa a costa” como se dice aquí, o sea del Atlántico al Pacífico, gozando de tal popularidad que se mantiene en el aire a pesar de su alto costo por ese favor que el público le dispensa. 

Estos programas también se oyen en toda la América Latina y las cartas de los admiradores y admiradoras que Cugat y sus músicos reciben se cuentan por millares al mes. Carmen Castillo y Miguelito Valdés son elogiados en mensajes que llegan de todas partes de nuestro hemisferio que se deleitan con la música de Cugat y su orquesta.

Durante el mes de octubre de aquel año (1941), probablemente el día 10, que es una fecha patriótica, Xavier Cugat hizo historia presentándose en el “Carnegie Hall” en un programa de música cubana, exclusivamente, con una orquesta de 85 profesores. Ya han comenzado los ensayos, pues Cugat quiere ofrecer alta música y números populares, todos de esa tierra que él quiere como si fuera su propia patria. 

A menudo se ofrecen conciertos con orquestas de más de cien músicos en ese Salón de conciertos, pero nunca se ha reunido un conjunto de tantos músicos para un programa de música cubana exclusivamente. Las invitaciones se están repartiendo entre lo más selecto del mundo artístico e intelectual norteamericano y entre los latinos residentes de Nueva York.

También en octubre comenzará Xavier Cugat una “tournée” que durará solamente diez semanas y su contrato especifica que se le pagarán a él y a sus artistas la suma de ochenta mil dólares, que es lo que se ha pagado por ese corto espacio de tiempo a una orquesta, ya que eso fue lo que percibió la de Benny Goodman, que es el director de la orquesta popular mejor pagado del mundo, cuando él la realizó en los días en que estaba en la cumbre de su 

carrera. Esta “tournée” cubrirá: cuatro semanas en el teatro “Paramount” de Nueva York y luego una semana en varias ciudades.

 A principios del año 1942 Cugat con su orquesta se presentó en el Hotel Embassador en Hollywood, donde tocaron para dotar de música cubana la primera película que se hizo tocando exclusivamente música de Cuba.

Tal es a grandes rasgos la perspectiva que tenía el maestro Xavier Cugat para difundir la música cubana en toda la América y justo es decir que durante mucho tiempo él hizo más que nadie para popularizar el ritmo afrocubano teniendo en su orquesta un gran pianista, el joven Soler, que llegó de Cuba y tuvo la fortuna de afiliarse con Cugat cooperando brillantemente en la orquesta.

Miguelito Valdés merece capítulo aparte pues cautivó al público de Nueva York y el mundo con sus geniales creaciones.

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