Rafael Soto Paz (1952)
La publicación por “The Saturday Evening Post” de la biografía de Winston Churchill, aclara nuevos aspectos sobre su estancia en Cuba. Y se pone de relieve que el político inglés no debe ser una figura simpática para los cubanos.
Además de haber enviado crónicas y artículos a revistas y periódicos en Londres, participó en uno o dos combates, disparando contra las fuerzas cubanas. Hasta una pluma tan comedida como la de Emeterio Santovenia, presidente de la Academia de la Historia de Cuba, hace tiempo escribió en “Carteles”, que Churchill “sirvió en las filas españolas”. Y seguido agrega que recibió “el bautizo de fuego el 29 de noviembre de 1895”.
Recordemos que Mr. Churchill desembarcó en La Habana con el uniforme de teniente, el 20 de noviembre de 1895. Venía acompañado de otro joven, el teniente del ejército inglés Reginald Barnes. Inmediatamente partieron hacia Las Villas, donde estaba el general Martínez Campos, en su afán de cortar el avance de La Invasión, a cuyo frente venían Gómez y Maceo.
Incorporados a la columna del General Suárez Valdés, uno de los más valientes militares que tuvo España, salieron de operaciones hacia la zona de Sancti Spíritus. Allí Churchill y Barnes participaron en encuentros de “menor cuantía”. Bien conocido es que, a los cubanos, no les interesaba trabar serios combates, sino avanzar, avanzar hasta el confín occidental, único objetivo.
En el parte español se hace referencia al choque habido con los mambises el dos de diciembre. Es bastante largo, y en el escrito hace notar el jefe de la columna que “los oficiales ingleses mostraron notable serenidad e intrepidez en el curso de la acción ventilada”.
El día cinco del propio mes, regresaron Churchill y Barnes a La Habana y aquí los españoles– por una razón jamás explicada, dice el biógrafo Lewis Taylor–, condecoraron a los dos combatientes con la Orden del Mérito Militar de primera clase (En la prensa de la época se dice que los condecoraron “por su comportamiento militar durante el combate contra los insurgentes mandados por Gómez y Maceo”).
El regreso a Inglaterra tuvo lugar el día 7, vía Cayo Hueso y Tampa en el mismo barco que los había traído 17 días antes. El “Diario de la Marina” recibió la visita de despedida de ambos oficiales, y cuenta que tanto Churchill como Barnes, “se mostraron delicadamente reservados” sin hacer comentario alguno sobre lo que habían visto en su breve campaña en la manigua insurrecta.
Aquí nada quieren decir, pero sí en el extranjero. Las observaciones de quien fuera el Premier inglés que obtuvo sobre el estilo de lucha de uno y otro bando, salieron en el “Daily Graphie” y también en “The Saturday Review” publicaciones londinenses. En estos escritos Mr. Churchill derrama una sarta de calumnias sobre los gloriosos patriotas cubanos. Textualmente en uno de sus artículos, cuyo original aquí podemos ver, lo siguiente: –“Los insurrectos cubanos se dan tono de héroes y no son más que una porción jactanciosa y bravucona. Si la rebelión triunfa. Cuba será una república negra.”
Queda aclarado pues, que Winston Churchill no solo insultó a los bravos que en Cuba morían por la libertad, sino que también tomó parte activa en acciones de guerra contra los mismos.
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