VIDA Y OBRA DEL PADRE FÉLIX VARELA (I-II)

Written by Demetiro J Perez

28 de mayo de 2024

Por Álvaro J. Álvarez. Exclusivo para LIBRE

Sus primeros años de vida en La Habana. 

Félix Francisco José María de la Concepción Varela y Morales nació en La Habana, el jueves 20 de noviembre de 1788, en la casa paterna, situada en Obispo entre Villegas y Aguacate. Su padre, Francisco Varela Pérez (1739-1796) era teniente de Regimiento de Fijos de La Habana, que carecía de familia en Cuba, había adquirido esta casa, al lado de la de la familia de su esposa, María Josefa Morales Medina (1768-1791).

Sus padres se casaron en la Iglesia del Espíritu Santo el 20 de abril de 1783 cuando él tenía 44 y ella 15. Fue bautizado a los siete días (27 de noviembre) en la Parroquia del Santo Ángel Custodio, en cuyo territorio se encuentran ambas casas, por Fray Miguel Hernández, O.P., Capellán del Regimiento en el que servían, como oficiales, su padre y su abuelo. 

Sus padrinos su abuelo materno, Bartolomé Félix Morales Remírez (nació el 20 de noviembre de 1735 en Algeciras, Andalucía, muy cerca del Estrecho de Gibraltar) y la tía materna Rita Josefa Morales Medina (1772-1847)

Su padre era natural de Tordesillas, hijo de José Varela e Isabel Pérez de origen humilde. En 1822 Félix visitó a su familia en Tordesillas.

La familia materna era criolla, su madre, María Josefa Morales, natural de Santiago de Cuba, era hija de Bartolomé Morales y Remírez (teniente coronel del mismo Regimiento de su padre Francisco) y de María de la Soledad Medina Barsaga. 

Bartolomé como militar estuvo destacado en Bayamo, Holguín, El Cobre y en Santiago de Cuba, por eso allí y siendo teniente con 29 años, en mayo de 1766 se casó con María de la Soledad Medina de 20 años (la hija del sargento Pedro Medina Barrios).

El teniente Bartolomé, entre 1767 y 1770 fue la máxima autoridad en el poblado de El Cobre.

En 1774 fue trasladado para el Regimiento Fijo de Infantería de La Habana y en julio nació allí, su tercera hija, Margarita Josefa (que luego será monja). El ansiado varón Bartolomé José nació en 1776, en mayo de 1778 nació otra hembra, Isabel María, el segundo varón Pedro José en febrero 1780, Luisa María en 1781 y Juana de Dios en 1782, pero murió enseguida.

En 1782, Pedro José murió y poco después Luisa María, por tanto, sobrevivieron 5 de los 8 hijos. 

Francisco Varela había estado destacado en 1766 en el puerto de Jagua (hoy Cienfuegos) durante un año, al regresar a La Habana, ya como subteniente, empezó a reclutar nuevos soldados del Rey y viajó a Canarias, Santo Domingo, Luisiana y México. En 1777 comenzó una relación con Josefa de la Soledad Zayas y tuvieron tres hijos naturales: Francisca Soledad (1778-1858), María Josefa de Jesús (1780) y José Manuel (1782-1831), todos reconocidos y bautizados. Después del nacimiento de José Manuel se fueron distanciando hasta terminar la relación.

Como es lógico, al estar en el mismo Regimiento Bartolomé y Francisco de alguna forma éste conoció a María Josefa Morales y Medina y se casaron. En octubre de 1787 les nació Francisco María, pero no con salud y falleció a los pocos meses. De nuevo embarazada, en 1788 logró otro varón y aquí es que comienza la vida de nuestro protagonista, Félix Varela Morales.

Luego nació Ignacio Simón, pero en septiembre de 1791 falleció la madre María Josefa de 23 años y un poco después el bebé Ignacio Simón.

Con solamente tres años, Félix había quedado huérfano de madre y solamente con 3 medios hermanos por la parte de su padre, aunque tardó en conocerlos (Se conservan cartas de Félix, ya adulto, sacerdote y Vicario General de Nueva York, a una de estas medias hermanas).

Cuando todo esto ocurre su abuelo y padrino Bartolomé, desde octubre de 1789 estaba destacado en el Castillo de San Marcos en San Agustín, por esa razón no pudo estar en la confirmación de su nieto ni en los funerales de su hija María Josefa ni en los de su nieto Ignacio Simón.

En 1791, al morir su madre, su padre, el capitán Francisco se volvió a casar casi enseguida, con la joven Carlota Guillermo y lo enviaron en mayo de 1793, a Santo Domingo en una misión militar. Antes de partir, testó en favor de su hijo Félix como único heredero. Francisco murió en mayo de 1796.

La familia materna Morales-Medina podría ser calificada como de clase media alta. 

Por fin en 1792, el coronel Bartolomé logró un permiso para pasar unos meses con la familia en La Habana y de paso preparar la próxima mudada de la familia a San Agustín. 

El niño Félix Varela en San Agustín

En octubre de 1793 aprobaron su nombramiento como comandante del Tercer Batallón del Regimiento de Infantería de Cuba, con los derechos y sueldos correspondientes. 

El niño Félix ha experimentado desde temprana edad una sensación desconocida pero dolorosa: la sensación de pérdida. Habían fallecido sus dos hermanitos (Francisco e Ignacio) su madre María Josefa y su padre lo enviaron a cumplir misión militar en Santo Domingo. Para él sus padres serán sus abuelos maternos, Bartolomé y María de la Soledad, ayudados por Rita la tía y madrina de 21 años. Desde pequeño, Félix sintió la profundidad del amor verdadero, no lástima, pues los Morales son fuertes. 

Unos meses después, fueron para San Agustín, su esposa María de la Soledad con su nieto Félix, que ya tenía 5 años y las tías Rita Josefa e Isabel María porque Margarita Josefa permaneció en La Habana para poder iniciar su noviciado en el Monasterio Santa Teresa de las Carmelitas Descalzas. Además, los acompañaron esclavos negros de la familia.

Por la documentación existente, se sabe que Félix cumplió los 6 años en San Agustín, pequeña ciudad de 2,000 habitantes. El niño creció en medio del amor y la disciplina familiar, su educación tuvo como base los abuelos Bartolomé y María de la Soledad, las dos tías, Rita e Isabel, además su tío Bartolomé José.

La familia poseía el estilo de la época y que, en este caso, además se sabían defensores de la frontera norte del Imperio español en América: frontera política, cultural y religiosa. Era la frontera entre la Monarquía española y la Democracia norteamericana, entre la cultura hispánica y la sajona, entre el catolicismo y el protestantismo, según Mons. Carlos Manuel de Céspedes.

En las listas de alumnos de escuelas en San Agustín no aparece el nombre Félix Varela por tanto tenemos que pensar que fue la familia su primera educadora y posiblemente José Antonio Iguíñez o Juan Nepomuceno Gómez. Sin olvidar la figura del padre Miguel O’Reilly, párroco del pueblo, persona de grandes conocimientos que seguramente tuvo una influencia en el niño Félix.

Además, el franciscano Juan Francisco Cardoso, el Capellán del Tercer Batallón, dirigido por su abuelo.

En ese tiempo se firmó (27 de octubre de 1795) en San Lorenzo del Escorial el tratado Pinckney por el cual pasaron a la nueva nación americana, los puertos y fuertes a la orilla este del río Mississippi, abriendo el tráfico de dicho río a los norteamericanos.

En 1797, ocurrió algo que entristeció a toda la familia, murió la abuela y segunda madre de Félix, María de la Soledad Medina y Barsaga. 

El 16 de mayo de 1797 murió su padre Francisco Varela, sin precisarse la causa.

En 1803 su tío Bartolomé José Morales Medina se casó con María de los Dolores Arnais Remírez y tuvieron a Buenaventura en 1803 y a Francisco en 1804, quienes serían alumnos suyos en el Seminario y compartirán viaje a España en 1821.

Luego tuvieron en 1805 a María de la Soledad, en 1806 a Bartolomé, en 1808 a Ana Josefa, en 1809 Isabel María y en 1812 Agustí José. Estos 7 serían sus primos hermanos.

Félix Varela regresa a La Habana

A fines de 1799 o a principios de 1800, Félix con 11 años y habiendo vivido en San Agustín durante 6 años, regresó a La Habana para completar su enseñanza primaria, previo a su ingreso en el Colegio Seminario de San Carlos y San Ambrosio. 

Por tanto, durante su vida en tierras del norte, el presidente de los EE.UU. era George Washington y luego John Adams.

Se acercaba el momento de las decisiones para su futuro y él está preparado. Su primer biógrafo cita como suya esta nota cuando el abuelo quiso su ingreso en la academia militar: “yo quiero ser soldado de Jesucristo, mi designio no es matar hombres, sino salvar almas”. Aunque la frase se hace verdad en su vida, no todos los autores la aceptan como una expresión genuina.

El 14 de septiembre de 1801, con doce años, Félix Varela, que en San Agustín se había recuperado de sus ataques de asma, inició sus estudios, como alumno externo, en el Colegio Seminario de San Carlos y San Ambrosio de La Habana, que estaba funcionando desde el 3 de octubre de 1774, lo cual le permitió adaptarse al nuevo ambiente y recibir clases preparatorias a su ingreso en el San Carlos antes de cumplir los trece años. Como todos sus compañeros, Varela cursó los estudios correspondientes al latín, como la Gramática Latina y la Retórica. Luego irá incorporando Doctrina Cristiana, Historia Sagrada, Gramática Castellana, Geografía e Historia de España, Principios y Ejercicios de Aritmética y Geometría.

Su casa, heredada del padre, estaba a sólo unas cuadras del colegio. Posiblemente fue en esos tiempos donde su tía abuela y madrina de confirmación, Juana de Dios Medina Barsaga (hermana de su abuela María de la Soledad) le contó sobre sus tres medios hermanos y del reclamo judicial establecido por ellos en 1797 sobre la herencia de su padre. Su tía-abuela estaba opuesta a que Varela cediera sus derechos, porque su padre lo había declarado heredero único, donde también había nombrado primer ejecutor a su abuelo el coronel Bartolomé Morales y como segunda a la tía-abuela Juana de Dios Medina. Sus tres medios hermanos, Francisca, María Josefa y José Manuel estaban sufriendo miseria y vivían de la confección de sombreros de guano. Por eso Varela acudió a su abuelo para que como primer ejecutor permitiera dividir la herencia de la mejor forma posible para favorecer a sus tres medios hermanos. Este gesto demostró el sentido de justicia y misericordia prefiriendo ganarse el amor de sus hermanos mayores a la ponzoña de la avaricia.

Su primer Rector fue el sacerdote cubano Dr. Rafael Castillo y Sucre. Desde su inicio el Seminario abrió sus puertas a jóvenes que seguirían estudios eclesiásticos y otros que cursarían carreras civiles. Las primeras cátedras fueron: Gramática, Filosofía y Teología. Pronto adquirió fama por su calidad en la enseñanza y la competencia de sus profesores. Siendo uno de sus primeros alumnos José Agustín Caballero (1762-1835).

Con la llegada del nuevo Obispo de La Habana, el 23 de febrero de 1802, Juan José Díaz de Espada y Fernández de Landa, le dio nuevo impulso, nuevas energías y vigor a la actividad educativa del Seminario, vinculándolo, cada vez más, a la realidad política, económica y cultural del país. Comenzaba la época de oro, contando con el magisterio de los intelectuales más ilustres de la ciudad. El adolescente Félix se incorporó, pues, a la que sería, probablemente la más significativa institución docente de todo el período colonial en Cuba, heredera y resultante de importantes antecedentes.

Su tío Bartolomé, quien vivía junto a ellos, luego de casarse le nació Buenaventura, su primo fue bautizado y su abuelo Bartolomé fue el padrino, luego al nacer Francisco sería Félix Varela el padrino de su primito.   

Entre los sacerdotes que el adolescente Félix encontró en el San Carlos, quien más influyó sobre él fue el padre José Agustín Caballero y Rodríguez de la Barrera, tanto en su desarrollo intelectual, como en su maduración espiritual, en la que incluyo el afianzamiento de su decisión por la vida sacerdotal, de la que el Padre Agustín, como era universalmente conocido, era un exponente ejemplar. Había nacido en La Habana el 28 de agosto de 1762 e ingresó en el Colegio Seminario de San Carlos en 1774 o sea, cuando abrió sus aulas, para no abandonarlo hasta su muerte, ocurrida en 1835. Obtuvo el Doctorado en Teología en la Real y Pontificia Universidad de San Jerónimo en 1788. (El 5 de enero de 1728, esta Universidad se estableció en el convento de San Juan de Letrán, casa de los frailes dominicos, en la zona que incluía las calles Obispo, O’Reilly, San Ignacio y Mercadores y allí estuvo hasta 1902 que pasó a su sede actual en la Colina en San Lázaro).

Durante sus años de estudiante en el San Carlos (1801-1811), Varela se distinguió como estudiante inteligente y perseverante, llegando a ser Preceptor de Latinidad. Aunque tuvo momentos de angustia como contó después: “en mis primeros años nada me afligía tanto como aprender lecciones de memoria, pues parece que tenía un instinto de su inutilidad”.

Como hemos dicho, el padre Agustín, ejerció una gran influencia en la formación de muchos estudiantes, entre los que se destaca Varela. Cuando inició su curso de Filosofía Electiva, el padre Agustín, estaba logrando el primer válido intento de reforma educacional en Cuba. 

Comenzando en septiembre de 1804, Varela cursó estudios en la Real y Pontificia Universidad de San Jerónimo (Universidad de la Habana) fundada en 1728, algo que hacían muchos de los estudiantes del Colegio Seminario. El 1° de agosto de 1806, poco antes de cumplir los 18 años Varela terminó sus estudios de Bachiller en Filosofía o Artes, tanto en la Universidad como en el San Carlos y presentó al obispo Espada su solicitud para estudios sacerdotales, recibiendo el 31 de agosto, la tonsura de sus cabellos e iniciando su internado en el Seminario. Dos años después, en diciembre de 1810 recibió el diaconado en la Catedral de La Habana.

En el Colegio San Carlos en 1807 se agregaron las cátedras de Derecho Civil y Matemáticas.

Cuando Varela cumplió 22 años, escribió el drama El Desafío, además continuaba tocando el violín en sus ratos de ocio y disfrutando con sus amigos la música de Beethoven.

Incansable difusor de la cultura, además de sus labores docentes y religiosas, fundó la primera Sociedad Filarmónica de La Habana, en 1808. 

En dos ocasiones se presentó a oposiciones para ocupar vacantes en el Colegio Seminario, Varela más bien trataba de adquirir experiencia, no disputar el puesto a otros con más edad y saber. 

De nuevo se dirigió al Obispo Espada para obtener la dispensa de ser ordenado sacerdote, faltándole 11 meses para cumplir los 24 años, la edad canónica requerida (Varela lo quería en consideración a su abuelo que se encontraba en muy mal estado de salud). El 21 de diciembre de 1811, en la Catedral de La Habana, frente al Obispo Juan José Díaz de Espada, Félix Varela fue ordenado sacerdote de la Iglesia Católica Romana.

Esa fiesta de Navidad la pasó de maravillas junto a su familia y su abuelo Bartolomé.

En los días de la Navidad de 1811 ofreció su primera misa en la capilla del Monasterio de Santa Teresa de Jesús donde su tía Margarita era monja y Rita su tía-madrina estaba viviendo como huésped.

Desde el inicio de su profesorado, el padre Varela estuvo muy cerca de sus alumnos, utilizando sus servicios como estímulo al aprendizaje, haciendo que le leyeran artículos y lecciones de distintos textos. En cierta ocasión el joven de 15 años, Nicolás Manuel Escobedo que había estado leyendo algunas cuestiones especulativas le preguntó a su profesor: ¿Padre Varela para que sirve esto?, años más tarde, Varela confesó que aquella pregunta lo estremeció y lo llevó a barrer, palabra utilizada por el Obispo Espada para eliminar lo que consideraba inútil del escolasticismo, pero respetando las bases del gran maestro Santo Tomás de Aquino.

Pocos días antes de cumplir su primer año de sacerdocio, el 14 de diciembre de 1812, falleció su querido abuelo y padrino el coronel Bartolomé Morales, hecho que lo marcará profundamente.

A los pocos meses de comenzar en su cátedra de Filosofía recibió la visita del Obispo Espada y del arzobispo de Santo Domingo, Pedro Varela quien le dijo necesitar un texto de Filosofía para su seminario. En 1812 Félix Varela comenzó a publicar Instituciones de Filosofía Ecléctica, los dos primeros tomos en latín y con permiso del Obispo Espada en 1813, publicó el tercero en castellano. En ese entonces tenía 39 estudiantes matriculados en el San Carlos, en 1821 unos 200 competían por ser admitidos al curso de Derecho Constitucional de Varela.

En 1817, con la ayuda del entonces profesor de Filosofía Padre Félix Varela, se instaló el laboratorio de Física y de Química y comenzó a impartirse, por primera vez en Cuba, clases prácticas de estas materias. En 1818 se introdujo la cátedra de Economía Política. 

Entre sus aportes novedosos a la enseñanza, durante sus 10 años como profesor, se encuentra la inclusión en los planes de estudio de las ciencias naturales experimentales, particularmente la Física. Publicó varios libros como La Miscelánea Filosófica (1819) y las Lecciones de Filosofía (1818-1819, en cuatro tomos) 

En 1817 fue admitido como socio de número en la Sociedad Patriótica. Varela fue un orador muy solicitado en eventos oficiales, religiosos y educacionales. Algunos de sus sermones han sido conservados.

Por su prestigio, importancia y popularidad reunió en sus clases una pléyade de la juventud cubana, que disfrutaba no solo de sus lecciones, sino también de su amistad, conversación y de su música.

La labor pedagógica de Varela en el Seminario fue reconocida por todos. Uno de sus alumnos José Antonio de la Ossa (quien llegó a ser un distinguido naturalista), publicó en el Diario de La Habana el sábado 22 de julio de 1815 un poema donde se refería a Varela en grado superlativo.

Aquellos jóvenes estudiosos tan unidos a su profesor se acostumbraron a “pensar rectamente y con cabeza propia”, siendo determinante en despertar el sentimiento de la nacionalidad cubana y uno de sus discípulos, José de la Luz y Caballero, después famoso educador, dijo que: “Mientras en Cuba se piense, se pensará en quien primero nos enseñó a pensar”. 

Entre sus alumnos estuvieron: José Antonio Saco, Gaspar Betancourt Cisneros, Felipe Poey y Domingo del Monte.

Varela, fue socio de número de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, más tarde designado Socio de Mérito.

El Padre Varela escribió en 1818: “El hombre será menos vicioso cuando sea menos ignorante, se hará más rectamente apasionado cuando se haga más exacto pensador”.

Una vez expulsados los franceses de España y restaurado el absolutismo del rey Fernando VII, se produjo en 1820 un levantamiento militar iniciado por el general Riego que logró reinstalar la Constitución de 1812. La noticia fue acogida con alegría en Cuba y aprobando la Sociedad Patriótica la creación de una cátedra de Constitución y en 1821 comenzó el padre Varela como profesor de la nueva cátedra. Este es el tiempo de máximo esplendor, había comenzado con sólo 24 becas y ya en la década de los años treinta contaba con más de 700 alumnos.

Fue el Obispo Espada quien creó en 1820 la cátedra de Constitución e indicó al ya entonces prestigioso Padre Félix que se presentara a oposiciones para la misma, empujándolo así a que agregara en sus quehaceres académicos el pensamiento político, trabajado de manera sistemática, ya que Varela había incursionado en él talentos, pero sólo esporádicamente. 

Una vez que obtuvo la cátedra de Constitución, el Padre Varela escribió un texto para los alumnos que, hasta donde nos permiten afirmar nuestras informaciones, fue el primer texto de Derecho Constitucional escrito en Hispanoamérica. 

La prensa local se hizo eco de la opinión popular sobre la nueva cátedra del San Carlos, motivando a los soldados a asistir a las clases sobre el sagrado código, baluarte de nuestras libertades y diciendo: “La ignorancia es el agente de la tiranía, el soldado estúpido es el opresor de su patria, el soldado instruido es el defensor de los derechos del pueblo y la égida de sus instituciones”.

En esa misma dirección, el Obispo Espada fue quien alentó al Padre Varela a que se presentara como candidato a Diputado a las Cortes en las elecciones del 13 de marzo de 1821, paso que definió su futuro, en un sentido que ni el Obispo, ni el Padre habrían podido prever. 

Otra de sus grandes frases: “la independencia y la libertad nacional son hijas de la libertad individual”.

En 1812, las Cortes (el parlamento español), enfrentadas a Napoleón, aprobaron la Constitución de Cádiz, la primera de la historia española. Ahora los cubanos gozaban de libertad de prensa y debían de elegir representantes para la Cortes. Todo duró hasta 1814, en que Fernando VII declaró nula la Constitución e implantó de nuevo el absolutismo. Sin embargo, el designio absolutista de Fernando VII se vino abajo el 1º de enero de 1820, cuando las tropas destinadas a suprimir las sublevaciones americanas bajo el mando del General Riego obligaron a Fernando VII a poner en vigencia de nuevo la suprimida constitución de 1812 y a convocar nuevamente a Cortes. 

Las elecciones tuvieron lugar en marzo de 1821 y el triunfo de Varela provocó su sustitución en las cátedras. En la de Filosofía quedó José Antonio Saco, en la de Constitución, Nicolás Manuel de Escobedo. 

Durante el decenio de 1812 a 1822, Félix Varela había ganado fama de ser el filósofo más importante de Cuba y su más ilustre maestro, no solo revolucionó la enseñanza de la Filosofía en el Seminario, sino que añadió nuevos campos de estudio. 

Los 4 delegados elegidos fueron: Tomás Gener, por Matanzas, Leonardo Santos Suárez y Félix Varela por La Habana y José de las Cuevas por Santiago de Cuba.

Sus medios hermanos: Francisca Varela Zayas (Pancha) nunca se casó. María Josefa Varela Zayas (1780), se casó en 1801 con Francisco Delgado Farrás y tuvo una hija: María Dolores Delgado Varela que nació en 1809. José Manuel Valera Zayas (1782-1831) se casó 1818 con Carlota Williams Beltrán y tuvieron a: Francisca, en 1820, José (1821-1821), Manuel en 1822, Justa en 1824, María Magdalena en 1826, Carlota en 1829 y Félix en 1830. De estos 8 sobrinos 2 murieron siendo muy niños. Por tanto, podemos decir que tenía seis sobrinos solamente.

Félix quedó bien económicamente, tenía posesión de su casa paterna y con la mayor parte de los bienes materiales que no fueron vendidos, pero sí valorados para configurar el patrimonio hereditario. Además, recibió hasta su mayoría de edad una pensión de parte del Regimiento Fijo al que pertenecía su padre en su condición de hijo de oficial caído en combate.

Félix Varela hacia España

A las 6 de la mañana del sábado 28 de abril de 1821 elevó anclas la nave Purísima Concepción del puerto de La Habana, que formaba parte del convoy escoltado por los buques de guerra la Pronta y la Galga. A bordo iba Varela hacia su nueva meta, atrás quedaba su vida en el Colegio Seminario de San Carlos donde tan feliz había sido, quedaba la Sociedad Patriótica, el profesorado, la familia, los alumnos y amigos, quedaba el Obispo Espada que tanto lo había distinguido.

Con el viajaron algunos amigos, alumnos y sus primos, Francisco y Buenaventura, hijos de su tío militar Bartolomé Morales con quien tanto compartió en aquellos 6 años vividos en San Agustín.

Durante el largo viaje hubo mucha música y se improvisaron décimas porque iban también el pianista Adolfo Quesada, el flautista Fernando Adot, ambos pertenecientes junto con Varela a la Sociedad Filarmónica, todo esto registrado en el diario del viaje de su primo Buenaventura Morales.

Llegaron a Cádiz el jueves 7 de junio y allí permanecieron hasta el 23 de junio. El menudo y joven clérigo de La Habana de 32 años con su sonrisa luminosa y los grandes ojos pardos y miopes, pronto se sintió como en su casa en la tierra de sus antepasados.

El 28 llegaron a Sevilla y para una visita a casa de sus parientes maternos quienes le recibieron con gran alegría. Por fin llegaron a Madrid el 12 de julio de 1821, a las 6:30 de la tarde. Todo este recorrido fue en un carruaje o galera.

Coincidiendo con la llegada de Varela a Madrid, entre el 10 y el 17 de julio, España entregaba a los norteamericanos, La Florida.

Hay que señalar que Varela salió para España y arribó a ella unos 6 meses antes que comenzara la Legislatura Ordinaria de los años 1822-1823, para la que había sido elegido y luego al llegar a la península, Varela se enteró que su elección había sido anulada, por lo que su regreso a la Isla o su permanencia en Madrid dependía de su reelección en las nuevas elecciones a realizarse en noviembre de 1821, en las que felizmente fue reelecto. Pero las actas y poderes demoraron meses en llegar desde Cuba.

La Legislatura para la que fue elegido comenzaría en los meses de febrero y marzo de 1822.

Llegado el momento y teniendo sus poderes como Diputado, las actas de su elección se perdieron en el naufragio de la goleta Sorpresa que las traía desde la Isla, hecho ocurrido casi frente a las costas de Cádiz y no se pudo recuperar dichos documentos.

Tras varios intentos, los diputados cubanos no lograron el apoyo de la mayoría de los diputados necesaria para ser aceptados, por tanto, tuvieron que esperar que llegaran de nuevo las Actas, con la demora de unos tres meses. Finalmente llegaron en agosto las Actas y fueron aceptadas en octubre para la Legislatura Extraordinaria de 1822-1823. Concluida esta y habiendo sido reelectos Varela, Gener y Santos Suárez para la siguiente Legislatura Ordinaria de 1823-1824, los diputados cubanos seguían tratando de influir en la toma de decisiones de modo que las necesidades y los intereses de la Isla fueran escuchados y atendidos.

Es triste reconocer que durante este período en que Varela ejerció como Diputado en las Cortes Españolas, apenas contamos con 9 documentos personales, no hay una sola carta de las que pudo escribirle a su familia, especialmente a sus tías y hermanas. 

Durante este período de espera, Varela pudo llegarse hasta Tordesillas, pueblo a 32 km al suroeste de Valladolid y a 185 km al noroeste de Madrid, donde murió Cristóbal Colón en 1506 y donde se casaron los Reyes Católicos, Isabel y Fernando en 1469. Allí vivía la familia de su padre Francisco Varela el hijo de José Varela Crespo (1733) e Isabel Pérez Zedillo, sus abuelos. 

Allí supo por primera vez por boca de sus parientes, muchas historias familiares desconocidas para él. Como la muerte de su abuela Isabel cuando su padre tenía 3 años, algo parecido a lo de su madre. Supo además que cuando murió su abuelo José, su padre estaba en Cuba y no pudo estar junto a él en sus días finales.

Supo de sus tíos Andrés (1735) y Josefa Varela Pérez (1737), hermanos de su padre y de Ana (1744), Gregorio (1747), María (1751), Manuel (1753), Tadeo Antonio (1759) y Cristóbal Varela Álvarez (1761), tíos también, pero hijos de su abuelo con su segunda esposa Antonia Álvarez con quien se casó en 1743.

Al regresar Varela a Madrid a finales de agosto de 1821 luego de su viaje a Tordesillas, conoció de la convocatoria dirigida por la Diputación Permanente a los diputados que se hallaban fuera de la capital para que el 13 de agosto se incorporasen a las sesiones de su Primera Junta Preparatoria a realizarse el 22 de septiembre, para iniciar la Legislatura Extraordinaria de 1822 que comenzaría el 28 de ese mismo mes.

Entonces Varela se apuró en terminar su texto Miscelánea Filosófica para reimprimirlo en la imprenta de Fuentenebro.

Poco más de un año antes las Cortes habían disuelto e ilegalizaron todas las sociedades patrióticas existentes. Por lo que se vieron obligadas a pasar a la clandestinidad en forma de sociedades masónicas que comenzaron a proliferar en las tertulias políticas de los cafés de Madrid.

Varela fue descubriendo Madrid poco a poco, las tertulias literarias y políticas eran abundantes, en un kilómetro a la redonda de la Puerta del Sol, en el centro de la ciudad, se encontraban 65 cafés y en estas tertulias, Varela conoció el mal llamado espíritu liberal imperante en España.

En unas se reunían escritores, pintores, etc. En las otras los seguidores de figuras políticas, oradores y líderes liberales, los que aprovechando la ignorancia de unos y la desidia de otros, exhortaban y predicaban ardientemente a la gente sencilla e ignorante para que atacaran las estructuras sociales y políticas existentes.

Mientras que algunas de estas tertulias eran sólo centros literarios donde se desarrollaba un espíritu de crítica y renovación de ideas, otras se destacaban como centros del debate político reconvertidas ahora en logias masónicas que buscaban destruir el orden imperante para establecer otro que ni ellos mismos tenían claro cuál podría ser.

En esos cafés madrileños, pudo Varela descubrir el espíritu competitivo entre diversas facciones que ocultaban sus verdaderas intenciones en el seno de estructuras netamente masónicas, aunque ocultas bajo un ropaje liberal e ilustrado, que arremetían todos a la vez contra la Monarquía, contra la Iglesia y contra todas las estructuras políticas imperantes, sin importarles los intereses del pueblo ni el mejoramiento de la sociedad.

Fue entonces que Varela encontró más allá de la libertad de prensa, de las tertulias políticas y las sociedades masónicas que campeaban en todos los ámbitos que la relación entre Monarquía la Iglesia y los constitucionalistas se había ido complicando desde 1820 hasta esa fecha.

Los periódicos insultaban tanto a los diputados como a personajes del gobierno y tanto en las tertulias de las sociedades masónicas como en los corrillos monárquicos se insultaban unos a otros. 

Así igual en los panfletos, folletines, coplas callejeras y hasta en las obras teatrales, llamándose unos a otros: serviles, afrancesados, exaltados, moderados y otros calificativos.

Aunque Varela se vio enfrentado a todas estas posturas, no se identificó con alguna de ellas.

Los constitucionalistas de 1820 pretendían continuar la obra comenzada en Cádiz en 1812 logrando su proyecto de reforma social.

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