VIDA DE PERROS                            

Written by Fernando Milanés

7 de febrero de 2023

A veces me dan ganas de abandonarlo por sucio, malcriado, 

desobediente, vago y molesto. Luego me acuerdo que soy su mascota, que ese humano es mi familia y se me pasa.

El día comienza cuando nuestro perrito, preocupado por vernos dormidos cuando ya amanece, nos despierta a base de lamidos.     

Después  que se le sirve su primera comida, se saca para que haga sus necesidades y bajo exigencia, hay que felicitarlo por el simple hecho de que hizo las cosas como debía. 

  Satisfecho de que nosotros ya no íbamos a volver a dormir, nuestra mascotica se retira a su camita donde duerme a plenitud.    

Su descanso es solo interrumpido cuando busca que sus amos le rasquen el abdomen, por el tiempo que él decida, y avisa que no ha terminado con un movimiento rápido de sus paticas.

 Así pasa el día, hasta la tarde que busca su arreo y nos lo trae para que le demos su caminadita vespertina.     Juega con demostrada alegría con unos vecinitos como si tuviera una aburrida vida y sin importarle 

nuestros sentimientos.    

Al terminar su comida, nos acompaña en nuestra hora de cocktails, reclamando pedacitos de hielo.

Demostrando tener una esperanza infinita, mientras comemos, saborea nuestra cena por lo que le pudiéramos dar, aunque nunca ha sucedido.     

A pesar de que durante el día no tiene reparos de irse a dormir, en la noche espera, no, demanda, que nos acostemos antes de él retirarse.    

Y la historia se repite todos los días.

En un momento raro de tranquilidad, leí un libro donde un párrafo comenzaba diciendo:  “Juan, que tenía una vida de 

perros…”, y pensé:  “¡qué suerte tiene ese Juan!”.

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