Esta es una rápida y muy sencilla explicación de lo que ha ocurrido y ocurre en USA.
En este país existe un grupo de radicales izquierdistas que llevan la voz cantante dentro del Partido Demócrata y controla la inmensa mayoría de la prensa.
En el 2016 menospreciaron a Donald Trump y al mismo tiempo se comieron el millo con Hillary Clinton quien resultó ser una terrible candidata y como resultado fueron sorprendidos con la victoria de Trump.
En el 2020 prefirieron a Joe Biden un viejo dúctil y desesperado por hacer un pacto hasta con el Diablo por tal de ser Presidente de USA. La otra opción era Bernie Sanders, súper comunista, pero cascarrabias e imposible de controlar.
Y Joe Biden contentísimo mordió el cordobán de Satanás, fue presidente y fue un títere obediente y sumiso de este grupo mandante.
Pero, al mismo tiempo de hacer muy bien su papel de marioneta comenzó a dar muestras inequívocas de una senilidad cada vez más obvia y ofensiva.
Al notar eso y ver la bajada en picada del apoyo a Joe el núcleo del “gobierno secreto” decidió precipitar un debate para ver si pasaba la prueba y podían esconder la rampante decrepitud del presidente. Pero, ahí Biden la defecó por completo asegurando su futura derrota electoral. Y comenzaron a sondearlo cariñosamente buscando su renuncia pacífica.
Sin embargo, el vejete terco y gozador de las “mieles del poder” se plantó en sus treces (sobre todo su esposa Jill) y proclamó orgullosamente que seguiría participando en la contienda electoral.
Entonces “los que más dicen” lo rodearon y le dieron un ultimátum, “una propuesta que no podía rechazar” tipo Vito Corleone: “Te vas por las buenas o por la malas, te vas con todos los honores que te brindaremos o te vas completamente desprestigiado tras aplicarte la Enmienda 25 de la Constitución”.
Y Biden, como es lógico, se rajó como una caña brava. Y fue premiado con dádivas, elogios públicos y hasta la absurda promesa de poner su imagen en Mount Rushmore.
Entonces, escogieron a la más obediente marioneta, a la más inepta, a Kamala, para seguir al pie de la letra los mandatos de los verdaderos jerarcas del Partido Demócrata.
Y vamos a ver que pasa en noviembre. Dentro de cuatro años les cuento el próximo capítulo.
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