UNA MUJER QUE HACE MILAGROS EN CUBA PARA SALVAR NIÑOS Y ADULTOS

Written by Germán Acero

18 de agosto de 2021

EN PLENA PANDEMIA EN LA ISLA

Todas las noches por lo regular Leticia B. García se acuesta a las 4 de la madrugada  , después de permanecer horas y horas sentada en una máquina de coser,  para hacer los tapabocas que ahora mismo le están salvando la vida a niños y ancianos en Santiago de Cuba.

Leticia heredó de su madre el talento por la modistería y, un buen día en esta plena pandemia, le apostó a la vida en tratar de hacer los tapabocas para gentes necesitadas que no tienen dinero para comprarlos porque escasamente lo que tienen lo ahorran para comprar comida.

Ella no piensa en el dinero sino en salvar vidas y se siente feliz cuando ve en las calles polvorientas de Santiago de Cuba a los niños y los adultos con los tapabocas que ella confecciona como si fuera una auténtica profesional del diseño y de la costura de estos implementos que están de moda.

En una vieja y destartalada máquina de coser marca Singer, que heredó de su abuela y luego de su madre, Leticia se las ingenia para confeccionar los tapabocas luego de conseguir con sus ahorros el dinero para comprar la tela y los cauchos de ajuste.

Hace un tiempo estuvo muy preocupada, porque a raíz de las protestas callejeras, las tiendas no abrieron y ella no pudo conseguir la tela para confeccionar los tapabocas, pero como ella tiene una suerte increíble, alguien se la trajo de La Habana.

A principio Leticia tuvo que sortear toda clase de desafíos porque la máquina, en esos momentos, necesitaba de ciertas reparaciones, pero las piezas no se encontraron por ninguna parte, hasta que otra señora que tenía una máquina de coser similar se la regaló para que le quitara las piezas que necesitaba.

“En esos momentos yo me convencí, ciento por ciento, que Dios existe porque ahora mi máquina está trabajando perfectamente, gracias a las piezas que le quite a la máquina que me regaló esa señora, lo cual me permitió seguir con mi sueño de ayudar a salvar a la humanidad”, afirmó Leticia.

Alguien le sugirió a Leticia que vendiera los tapabocas, pero ella le aclaró a esa persona, que no lo podía hacer porque el gobierno no lo permite ya que, además, su interés es solamente para que la gente use los tapabocas y se prevenga contra el contagio del Covid-19.

Hay veces hay romería en la puerta de Leticia, porque llega la gente en grupos, para que Leticia les regale los tapabocas, que ya se han hecho populares en Santiago de Cuba porque muchos, inclusive, han pensado que los traen de los Estados Unidos.

“Son tan lindos que los niños, especialmente, se sienten dichosos usando mis tapabocas, porque yo los diseño para ellos con mucha perfección y estilo”, afirmó Leticia, quien ya es conocida en el pueblo como la “modista salvavidas”.

“Lo que yo hago es como un milagro porque aquí la tela no está muy bien elaborada para hacer esa clase de tapabocas y, además, me toca conseguir los cauchos que los sujetan a la cara de la gente”, explicó Leticia vía telefónica.

“Yo hago el esfuerzo de coser toda la noche. Siempre me dan las cuatro o las cinco de la mañana sentada en mi máquina de coser”, agregó Leticia, a quien la gente le da las gracias con una bendición y un saludo desde lejos.

“Yo conseguí algunos modelos en una revista que trajo, a inicios de este año, una amiga mía. Parecía, al principio todo fácil, pero la cosa se complicó porque no conseguía los hilos de caucho para sujetar los tapabocas en la cara de la gente”, insistió Leticia.

“Gracias a un buen samaritano me trajeron una buena porción de ese material de La Habana. Pero tengo preocupación porque, debido a los contagios, está prohibido viajar ahora entre los pueblos de las provincias y si las existencias, se acaban, entonces hasta ahí llego la producción de tapabocas”, resaltó.

“Por ahora la gran satisfacción que tengo es que, gracias a mi trabajo y esfuerzo, mucha gente en mi pueblo se está protegiendo contra la nueva cepa o variante delta que ya ha llegado a Cuba, con mucha intensidad y casos de muerte”, sintetizó.

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