UNA AGRADABLE DAMA

Written by Rev. Martin Añorga

9 de mayo de 2023

El 23 de marzo falleció la querida y distinguida madre de mi esposa Iraida, la señora Doris Miguel González, a quien dedico con respeto, gratitud y amor mi artículo para el Día de las Madres. 

Nació Doris en la zona rural del simpático poblado de Puerto Padre, frente al mar, en la provincia de Oriente el 30 de noviembre de 1924. En una agradable tarde un joven llamado Agustín, perdido el rumbo entre los floridos campos, llegó a la hacienda de Don Ramón Miguel Álvarez y tuvo la fortuna de conocer a una atractiva jovencita con la que se sintió felizmente impresionado. Se trataba de Doris con la que contrajo matrimonio el 25 de julio de 1943. Ambos, felices y encantados, emprendieron una ruta de trabajo y conquistas. Doris se dedicó noblemente a su hogar y su joven esposo dio sus primeros pasos en el retador campo de la política y llegó a ser un comerciante exitoso dedicado al mercado del azúcar, como dueño de colonias, vendedor y creativo.

Agustín y Doris formaron una encantadora pareja. Debido a la habilidad comercial de ambos tuvieron exitosos resultados en las empresas a que se dedicaron y tuvieron que cambiar muy a menudo sus domicilios. 

Doris se dedicó a la generosa misión de ayudar a los pobres y desvalidos. Era ella una mujer cristiana plena de generosidad y se convirtió en una misionera por el amor con el que trataba a los niños y a los ancianos. Otra preciosa vocación de Doris era el amor que la inspiraba a cultivar las flores. Donde quiera que estuviera los jardines eran una amorosa conquista. Se gozaba en ayudar a otros a que adoptaran el amor por los jardines, visitaba los hogares que la rodeaban para repartir flores y especialmente dedicaba su tiempo a los enfermos y hospitalizados. 

Doris era generosa con los pobres y amparo para las personas que se hallaban solitarias y abandonadas. No era raro verla cargada de frutas que entregaba con preferencia a los niños. Otra simpática y cariñosa virtud de Doris era el amor por los animales. Los perros la adoraban y los pájaros silvestres la visitaban puntualmente. Había fechas especiales como el Día de las Madres que la convertía en un angelito que prodigaba paz y amor.

Doris era una inagotable persona en tener siempre los brazos abiertos para relacionarse con su familia. Su hogar se convertía en un remanso de alegría y en una fuente de música cuando los numerosos miembros de su familia la visitaban. 

Su esposo la respaldaba con amor y admiración. Formaban, en efecto, una pareja ideal. Tenían nueve hermanos y todos gozaban del precioso amor familiar que era una generosa bendición de Dios. Doris tenía una impresionante capacidad para ser la milagrosa dueña de la cocina, pues su mesa, en días de reencuentro, era una fuente de deliciosos platos y una maravillosa colección de sabrosos dulces. Sus nueve hermanos, que la adoraban, corrían, cantaban y no se cansaban de repartir besos y abrazos. 

La vida está llena de dolorosas situaciones y nuestra hermosa isla no ha sido la excepción. Cuba se ha visto envuelta en una criminal y anárquica revolución comunista. 

Agustín González era un hombre conocido y respetado en la industria azucarera. Fue un trabajador responsable y exitoso, y aunque no había llegado a los millones de dólares, disfrutaba de una posición económica holgada, respetado por sus socios y empleados. 

Un día se aparecieron en su hogar unos cuantos milicianos, armados y engreídos que le anunciaron que sus propiedades eran propiedad del pueblo. Una forma miserable que asumieron los comunistas para cancelar nuestras libertades y atropellar con una infame revolución a los que no se han sometido a la arrogancia de los degenerados que nos han robado la dignidad de nuestra patria. 

Los cubanos amantes de la libertad y la decencia no tuvieron otra alternativa que el destierro. Iraida y su hermano Arnaldo Agustín (Tinzo) decidieron alejarse del pueblo en el que habían invertido sus vidas. Tinzo se trasladó a La Habana, Iraida tomó el camino del exilio. Doris, la madre de ambos, también vino para los Estados Unidos. Tinzo, lamentablemente murió en febrero del año 2022. 

Iraida, primero en New Jersey y California, y después en Miami, se ha destacado como una mujer comprometida con sus hermanos y amigos cubanos con los que ha sido, y es, una estrella cuyo brillo ilumina a su patria y a sus amigos y familiares que residen en la Perla de Las Antillas.

“Dios me cuida”, era el eterno lema de Doris e inspiradas en ello, les comparto el pequeño poema que Iraida y Milly le dedicaron:

Dios me cuida…

Pues siempre en Él he puesto mi confianza

Hasta el cielo gozosa me ha llevado

Libre ya de mis dolores terrenales.

No lloren por mí, os lo suplico

Disfruten de las flores que siempre tanto me gustaron

Sonrían al recuerdo de cuanto los amé

Y ustedes me amaron

Reciban la paz de saber que ya por siempre

Dios me cuida.

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