Un Santuario a Santa Bárbara

Written by Libre Online

1 de diciembre de 2021

Proyecta un sacerdote cubano erigir un templo para el culto a la milagrosa Virgen que tantos devotos tiene en Cuba. Sería su primera Iglesia.- La historia de Santa Bárbara y la leyenda de Shangó. Motivos para la fusión y confusión de la Virgen de Nicomedia y el guerrero del Níger.-Donde se da a conocer la vida extraordinaria del primer sacerdote cubano negro. Móviles de la fundación. La devoción y el fanatismo.

En el pecho devoto de un sacerdote cubano bulle el anhelo de erigir un santuario a Santa Bárbara. Es enorme el número de devotos que tiene en Cuba la bella mártir de Nicomedia, y el propósito está justificado. Lo singular se anida en que el sacerdote es negro. El único negro cubano ordenado sacerdote. Y lo valiente se encuentra , en que hallándose entre nosotros tan mixtificada o fusionada la devoción a Santa Bárbara con el culto a “Shangó”,  es precisamente un ministro de la Iglesia Católica, descendiente de aquellos mismos lucumíes que transplantaron a nuestra tierra el culto a sus deidades, quien se introduce gallardamente a desafiar obstáculos y prejuicios por tal de enderezar el culto a la milagrosa Santa por los senderos de la luz divina que le ilumina su fe.

La noticia con la glosa de un comentario podría condenarse en bien pocas palabras. El catolicismo progresa en Cuba, y los feligreses acogerán siempre con agrado la buena nueva de un templo más para elevar sus oraciones. Sin embargo, hay la vida de un humilde y meritísimo cubano envuelta en esta noticia; y tal vez agrade a los lectores conocer enteramente la finalidad de este proyecto de una nueva iglesia, y la personalidad de este sacerdote a quien nos hemos referido al decir que media una extraordinaria vida de un compatriota ungido de tanta modestia como perseverancia y de tan aquilatados méritos como cristiana sencillez.

Lo relevante no se cimienta en el hecho, ya bien repetido, de que un sacerdote levante un templo. El tesón y la fe erigieron campanarios cuyas agujas desgarraron las nubes. Lo que si resalta en este caso, es el vigoroso espíritu del promotor de la idea; porque ha sido un hombre que ha padecido injustas persecusiones, víctima de la discriminación más arbitraria, bastantes para quebrantar los ideales más enraizados y hacer sucumbir en la depresión los ánimos mejor templados, aunque no venció el acerado temple del suyo.

Un santuario

a Santa Bárbara

Nuestro sacerdote en cuestión se llama Armando Miguel Arencibia. Nació en 1899. Es decir, que aunque se nos parece sonriente y jovial, casi juvenil en su constante actividad, ha vivido ya los suyo. Es de La Habana, del mismo reparto “Párraga” que hoy le tiene de Vicario Parroquial. Sus padres eran de Guira de Melena. Otros datos, los más interesantes, vendrán más adelante.

Se nos presentó una buena noche ante la mesa de trabajo. Distaba mucho de ser un desconocido para nosotros, porque un sacerdote de su color es natural, por único en su clase y manteos, que nos llamara la atención. Además le teníamos identificado con cierta lamentable historia que conocíamos desde hace años, y a la que nos referiremos después; porque ya que vamos a tratar el proyecto del Padre Arencibia, bueno será que recojamos junto a lo que nos dijo en su visita, lo que sabíamos de él.

Vino a decir que se propone levantar en el distrito de su parroquia, que con Párraga, Arroyo Naranjo, La Esperanza, Poey y otros barrios comprende unos veinte mil habitantes, un Santuario a Santa Bárbara. Los periodistas, sobre todo cuando se sienten movidos por la cordialidad y la simpatía hacia quienes se les dirigen, suelen permitirse licencias de franqueza.

-Pero ¡Padre! ¿A Santa Bárbara nada menos?, ¿No teme,  precisamente por ser usted de color, que se piense que quiere erigirle una Iglesia a Shangó?

-¡Dios me ayudará! No se me oculta que habrá que salvar escollos; pero la devoción a la virtuosa mártir es grande en nuestro país, y mi propósito persigue extraer de la oscura senda del fetichismo y la superstición idólatra en que se mueve la adoración a “Shangó”, para reivindicar, si así puede decirse, el culto a Santa Bárbara.

No puedo ignorar, continuó diciéndonos el P. Arencibia, los motivos originales que produjeron la confusión entre la gloriosa Virgen de Nicomedia y el “orisha” de los yorubas. El legendario “amo del fuego” de los mitos africanos llegó a Cuba en la conciencia de los esclavos, y es comprensible que al predicárseles religión cristiana interpretasen las enseñanzas con su comprensión rudimentaria, y llegaran a parangonar e “identificar” con sus deidades a la Santísima Virgen, a Dios Nuestro Señor y a muchos de los santos de la Iglesia.

Luz y Delimitación

Cuantos más conozcan  aquellos paralelos, “personificando” a  “Shangó, amo y señor del fuego” en Santa Bárbara, abogada contra el fuego y los rayos, es decir, ambos dominadores del terror de las llamas, no es aceptable que se deje avanzar más y más esa confusión que se generaliza.

Por eso mi anhelo se contrae, primero: a que la milagrosa Santa Bárbara tenga su primer templo en Cuba, donde suman muchos millares sus devotos. Y segundo: no precisamente a combatir a “Shangó” con la prédica airada y la detractación, impropias de quien aspire a ser un buen sacerdote; pero sí, y muy firmemente, a tratar de hacer luz y delimitación entre el fanatismo de la “santería”, que es fetichismo supersticioso, y la verdadera devoción que debemos como tributo eterno a esta mártir de la Iglesia. Lo demás será inspiración de lo Alto y obra de educación y de cultura.

Pioneros y Catequistas

Entrando en materia al exponer el móvil de su visita, el P. Arencibia interesa un poco de publicidad. Cuanto más conozcan el proyecto, habrá más posibilidades de obtener ayuda. En Párraga tiene constituídos a los “Pioneros Católicos Pro Iglesia a Santa Bárbara”, pero esto no es suficiente para que cuaje la iniciativa. Se reúnen y laboran. Los días cuatro de cada mes se celebra una misa cantada en la capillita del reparto, a las ocho de la mañana, y se estrechan los lazos y se aglutinan los esfuerzos. Ello mantiene el culto, pero nada más. Hay algo más que quiere el sacerdote. Él explica Catecismo todas las tardes, de lunes a jueves; sin embargo, está falto de catequistas. La zona parroquial es muy extensa. Son muchísimos los niños y aún las personas mayores de buena voluntad que carecen de instrucción religiosa, y una legión de catequistas que cooperase con él haría mucho bien.

Hablemos del

sacerdote

En tanto nos llega la hora oportuna de cumplir lo ofrecido, podemos hablar un poco del singular sacerdote negro; y si nos queda espacio, recordar la historia de la Santa que fue decapitada por su propio padre en función de verdugo.

Todos hemos visto deslizarse ligera por las calles habaneras esta figura menuda del Padre Arencibia, como si anduviese siempre en activas diligencias. Nosotros lo miramos con simpatía y respeto porque conocíamos algo de la entraña íntima de su vida extraordinaria y sufrida. Nos los refirió hace años alguien, hoy profesor notablemente destacado, estudiante de Filosofía entonces. Nuestro amigo consideraba deber al P. Arencibia su éxito puesto que era quien le daba lecciones y lo ayudaba a estudiar las más díficiles materias de la Facultad.

-¡Ah!, pero ese sacerdote se dedica a dar lecciones?

Y ahí se produjo el relato que guardamos mucho tiempo y que ahora viene a pelo.

-Tiene que hacerlo para vivir con decoro. Es un cubano de mucho mérito, que ha sido víctima de una injusticia de la que él nunca habla, y de la que jamás escuché una queja. Sé bien la historia, aunque si alguna vez aludí a su grave y triste problema, no eludió hablarme del caso con hábiles evasivas, sino que casi, casi lo negó.

Vía crucis de

un cura negro

-Ahí donde lo ves, lleno de agilidad y de una sana sonrisa juvenil, tiene ya sus añitos, siguió diciendo mi amigo.

Nació en La Habana, en 1899. sus padres eran de Guira de Melena y querían que el hijo siguiese el oficio paterno de tabaquero, en el chinchalito que poseían. El muchacho era alegre, aplicado, obediente y respetuoso con sus padres, pero sentía profundamente la vocación religiosa y sorteaba como podía las exigencias de sus mayores, para no disgustarles y al mismo tiempo seguir adelante con su inclinación.

La cosa era que el jovenzuelo Armando Miguel soñaba con ser sacerdote; que sus padres carecían de recursos para costearle tan largos estudios; y que ¡quién había visto un negro “metido” a cura!

Desde luego que no era el primer caso de un niño pobre que aspirase a ser un soldado de Cristo. Si Francisco de Asís dejó la compañía de damas y amigotes de diversiones, trocó sus lujosas vestiduras de juglar por la burda estameña, y de manirroto dilapidador de la fortuna de sus padres se convirtió en mendicante esposo de la Pobreza. Juan Bosco en cambio, de paupérrimo pastorcillo de los Becchi, alcanzó la dignidad eclesiástica hasta el punto de ser santificado.

El pobre Boschetto, como se llamó también a Juan Bosco, fue además de pastor de vacas, saltimbanqui y prestigitador que mudaba el agua en vino y aparentaba cortar la cabeza a un gallo que a poco debía verse vivo y cantando.

Una mano

protectora

Nuestro Padre Arencibia también tuvo a su Don Dassano en la generosidad del Padre Abad, quien al penetrar en la conciencia religiosa del muchacho le impartió las primeras enseñanzas religiosas y las lecciones iniciales de la Teología.

Entre el Padre Abad y Monseñor Estrada, a la sazón Arzobispo de La Habana, abrieron brecha a la inclinación del joven que quería ser cura y en quien veían materia para que lo fuese y bueno.

Hacia 1920, cuando Armando Miguel contaba con veintiún años, el aspirante logró verse en el camino de su perseverante aspiración. Al cruzar frente al Morro, mar afuera en el trasatlántico que al fin lo llevaba al Seminario, seguro que debió santiguarse en acción de gracias a Dios. Entró a estudiar como seminarista en la isla canaria de La Palma, donde pretendieron enviarlo a Fernando Poo para que allí recibiese preparación adecuada para actuar como misionero en África.

Aunque de todos modos puede servirse a Dios y ser útil a la propagación de la Fe, el anhelo de Armando Miguel era volver a Cuba hecho sacerdote y realizar aquí su misión. Estuvo dos años en el Seminario de La Palma, y de allí fue enviado a Burgoa. El cambio había sido un poco cruel, dado que era poco menos que imposible que Armando Miguel, procedente del trópico, se aclimatase en la tierra más fria de España. Su naturaleza no aguantó el cambio y al fin logró ser enviado a Roma.

Milagrosa Santa Bárbara

La historia de Santa Bárbara es muy bella. Santa Bárbara fue una virgen y mártir, que vivió los primeros tiempos de la cristiandad en el siglo III en Asia Menor y sufrió por sus creencias.

Era una bella joven, hija de un hombre rico, celoso, mal corazón, además enemigo del cristianismo.

Según cuenta la historia, su padre llamado Dioscoro, temeroso de las ideas cristianas de la joven, la encerró en lo alto de una torre, para evitar que en su ausencia en sus viajes, los hombres la sedujeran y poder casarla posteriormente, de acuerdo a su conveniencia.

Durante la ausencia de su padre, Bárbara abrazó la fe cristiana, se bautizó y agregó una ventana más a las dos que ya tenía la torre, para así simbolizar a la Santísima Trinidad. A su regreso Dioscoro enfurecido la llevo a los tribunales para obligarla a renunciar a su fe.

Fue juzgada, maltratada y humillada como tantos otros santos.

Su mismo padre fue quien la decapitó con una espada en la cima de una montaña, tras lo cual un rayo lo alcanzó, dándole muerte también.

Bárbara fue sepultada en un pequeño pueblo, en el que posteriormente ocurrieron muchos milagros.

Santa Bárbara forma parte de los Catorce Santos Auxiliadores de la Iglesia Católica.

Es una de las santas más populares y de mayor devoción.

Shangó o Changó

 La historia de Santa Bárbara está amalgamada en la mente de la mayoría de los creyentes junto al mito de Shangó. Santa Bárbara existió. Shangó es una creación legendaria. Varios biográfos a través de los años han escrito documentadas historias sobre  la vida de la doncella de Nicomedia.

Las noticias de Changó o Shangó llegaron a nuestra tierra, procedentes de las orillas del Níger, en transmisión verbal de los esclavos africanos. Algunos compatriotas nuestros han realizado investigaciones y estudios sobre la materia y han recogido pacientemente versiones de las leyendas religiosas importadas de África, hasta podérnosla ofrecer para nuestro conocimiento y comprensión. Fernando Ortiz, Alejo Carpentier, Juan Luis Martín y muy especialmente Rómulo Lachatañeré, infatigable compilador de datos genuinos, ofrecen la base para establecer “quien fue Changó y por qué se le confunde o fusiona con Santa Bárbara.

Los elementos

objetivos

Las imágenes de la Iglesia Católica y sus atributos y símbolos, hicieron que los lucumíes creyeran hallar en ellas las “personificaciones” de las deidades de su culto.

Asi hicieron de San Lázaro su Babayú-ayé; y su Osay era el “dueño de las yerbas medicinales” queda explicado por qué lo idealizaron con San José al verle su ramo de azucenas eternamente florecido. Dios, nuestra concepción de Dios, la acoplaron a Olofi.

Es curioso que entre los dioses africanos abundan los casos de hermafroditas. Shangó fusionado con Santa Bárbara, Obatalá deificada en la Virgen de las Mercedes y Yemayá representada en la Virgen de Regla, son tres casos concluyentes, determinados por los cotejadores de las leyendas religiosas yorubas.

Sin embargo, este hermafroditismo no se funda en un doble sexo atribuido a sus dioses o santos. Se fundamenta exclusivamente “en los caminos por donde la deidad puede venir”, esto es, que son considerados hermafroditas, porque igual pueden venir y presentarse por hembra que por varón.

La leyenda de Shangó es la de un guerrero valiente y sensual. Como “amo de la candela y el fuego” tuvo contiendas y combates sin tregua con Ogún Arere, (San Pedro), “amo del hierro”. Su mujer Oba, le tuvo como un invencible, y en su adoración; al carecer un día de unos trozos de carnero para prepararle el guisado se cortó la oreja para ofrecerle el extraordinario plato. La leyenda añade de que Shangó repudió para siempre a su mujer.

Como se ve, el fuego, el rayo, el incendio, la propiedad de Shangó sobre el poderoso elemento, y la protección de Santa Bárbara contra los daños que el mismo elemento puede ocasionar, constituyen el elemento coincidente entre la Mártir del Cristianismo y el Santo yoruba.

El próximo día cuatro de Diciembre celebra la Iglesia Católica el Día de Santa Bárbara y LIBRE se honra el compartir este trabajo histórico con sus millares de devotos.

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