UN REPLANTEAMIENTO HISTÓRICO DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA

21 de febrero de 2023

Esta crónica llega con doble retraso. La obra original en español que aludiré, Los mitos de la Guerra Civil, superventa signada Pío Moa (Editorial La Esfera de los Libros, Madrid) data de 2003 y su traducción al francés que ha sido publicada al fin en París por Editions L’Artilleur se puso en venta hace ya un año. Moa ha escrito mucho acerca del tema. 

Siendo un antiguo militante comunista que conspiró contra el franquismo durante sus años jóvenes, polariza detractores que lo acusan no solo de cambiacasaca sino, anatema mayúsculo, de haberse pasado a la extrema derecha algo excesivo, que estaría por demostrar y que parece ser una maniobra clásica de desinformación orquestada por sus objetores.

En la Cuba que vivió mi padre nacido en 1907, la inteligencia, los políticos, los religiosos y una parte significativa de los ciudadanos comunes y corrientes, siguieron apasionadamente el preámbulo y el desarrollo de la tragedia vivida en España durante la década 1930. 

Creo haber comprendido que una mayoría significativa apoyaba en la distancia al campo legalista, vale decir a los republicanos. Con el decursar del tiempo muchos cambiaron de enfoque, pero en mi casa seguí viendo como libro de cabecera del Viejo La experiencia del poder, de Marcelino Domingo, ministro, periodista y tribuno afiliado al socialismo español. Y cuando ya siendo yo adolescente llegó el castrismo existía aún entre las llamadas clases vivas, especialmente en la masonería y en los intelectuales, mucha rémora de lo que había acontecido en la Península veinte años antes. 

Y desde luego que la opción se había transformado entonces en por o contra Franco, personaje que era percibido como negativo por una mayoría del pueblo, salvo error en mis apreciaciones retrospectivas. No debe olvidarse tampoco el enfoque en caliente, a mi juicio equivocado de George Orwell que en su Homenaje a Cataluña escribió para la posteridad que «solo los millonarios y los románticos podían desear la victoria del campo nacionalista». Y esa fue una letanía que penetró los espíritus.

Sin enarbolar la bandera de los que en España defienden al franquismo y sin perjuicio de volver a este y a otros libros de Pío más largamente, a fin de profundizar a qué «mitos» se refiere aludiéndolos como tales, es acerca de la traducción al francés que escribiré hoy. 

Primero para decir que, en 2005, habiendo adquirido los derechos de la obra visto su interés y su éxito comercial en España, un editor del patio encomendó a un historiador conocido su traducción que fue concluida meses después, a mediados de 2006. Le pagaron al traductor conformemente al contrato, obtuvieron de la Biblioteca Nacional el número ISBN para imprimirlo, pero engavetaron el trabajo sin explicación alguna. Misterio. 

Pasaron 14 años antes de que llegara esta edición que llevada al francés por Nicolas Klein. Otra traducción, Klein partió de cero, con el original revisado y beneficiado por una actualización precedida por una pertinente «introducción para el lector francófono» de 37 páginas que escribió Arnaud Imatz, un hispanista francés doctor en ciencias políticas nacido en Bayona en 1939. El resultado, libro e introducción, se convirtieron en un cóctel explosivo para quienes desde hace decenios han sabido imponer aquí una lectura maniquea de ese período crucial de la Historia en el siglo pasado.

En este tipo de asunto en Francia, y supongo que en otros países será por el estilo, en el microcosmos de editoriales, universidades y medios periodísticos, operan verdaderas guerrillas del sectarismo político. Sin que pueda definirse como censura en la práctica el objetivo es precisamente sabotear la aparición de libros o la intervención en la arena pública de quienes amenacen su hegemonía.  

El recuento de todo hecho tiene que ser acorde a ideologías establecidas por ellos como verdades absolutas de ahora a la eternidad. Yo recuerdo en ese sentido cómo maniobró en el interior de la casa Larousse un cierto comando que quería impedir a toda costa la publicación de un diccionario a propósito de Argelia preparado por Jeannine Verdès Leroux. No lo consiguieron.  De manera análoga de haber podido hacerlo habrían bloqueado este libro de Pío. En consecuencia y a partir de su aparición desataron la consiguiente preparación artillero a fin de ningunearlo.

Y cuando entrevistaron a Arnaud Imatz en el Figaro-Histoire y en otros órganos digitales a propósito de «Mitos» y de su introducción, ardió Troya. A pesar de que se estaba hablando del historiador español más leído, controvertido y atacado por las izquierdas del otro lado de los Pirineos en los últimos tiempos, la intransigencia local aspiraba a que siguiera siendo soslayado aquí.

Y poco importaba a los batallones de energúmenos que nos gastamos que la calidad de la investigación histórica deba estar ordenada por la formación del autor que la efectúa, por su curiosidad intelectual, por su capacidad cuando llega el momento de discernir y por su afán en aras de llegar a la verdad, comprendiendo humildemente que solo podrá hacerlo parcialmente. Lo que perseguían era descaracterizar el libro abiertamente, sirviéndose para ello de sutilidades, ataques personales e incluso cuestionamientos respecto a integridad moral del autor.

La ofensiva se materializó en un número especial de la revista L’Histoire que puso en portada una foto de Franco haciendo el conocido saludo brazo derecho junto a una alusión a «las batallas de la memoria». En el interior un sesudo editorial seguido de una larga exposición en veinte páginas profusamente ilustradas, con fotos de archivo escogidas con la mala leche de rigor que hunden al lector en un marasmo, nutrido precisamente con la reiteración parcializada de los mismos mitos que desmonta el libro que así estigmatizan.  

Para completar lo que califico de ofensiva global,  el colofón fue aportado por una carta abierta firmada por 122 «hispanistas, historiadores y especialistas  franceses de España» quienes, al tiempo que se declaran «consternados» por la cobertura mediática aportada a la aparición del libro incriminado, emiten su inapelable sentencia inapelable: Pío Moa es un impostor, no es historiador formado según las reglas del arte universitario y se proyecta con sus trabajos a influir en la vida política de la España de hoy. 

Desde luego que ante la dificultad que plantea rebatir la argumentación del autor atacado, este colectivo de protestatarios ignora la contundente introducción de Imatz en la cual puede leerse como durante los años de la posguerra fueron constituidas cátedras de estudios hispánicos que en las establecieron en las universidades -especialmente en París, burdeos y Tolosa- la única verdad admisible, la verdad de las izquierda respecto a los orígenes de la más terribles tragedias humanas que España jamás ha conocido. En trasfondo la conocida e inapelable divisa que los inspira: «la derecha es mala, el centro es sospechoso, la izquierda es buena». 

La historia se repite, casi siempre para peor. Cuando el novelista naturalizado francés de origen español Michel del Castillo (Madrid 1933), laureado hombre de izquierda escribió su «Les temps de Franco” hace 15 años, partió de su condición de víctima de la Guerra Civil y empezó por afirmar que se trataba del «el libro que preparé durante toda mi vida para que sea conocida la verdad acerca de la tragedia española». 

Como no era un panfleto antifranquista sino una exposición de hechos tal como los comprendió por sí mismo, por la experiencia de su madre y por su vida de exiliado, quedó sepultado por una indiferencia que impidió no solo la difusión que por su pertinencia merecía sino incluso ser traducido al español.

En cuanto a esos sectarismos e intransigencias militantes en una profesión que como la del historiador debiera ser sinónimo de rigor e imparcialidad (ni yo mismo me lo creo) no son síntomas de un mal. Se trata de una enfermedad incurable que padecen todos los extremistas. 

Un día vendrá en que otros autores intentarán desmontar los mitos que han rodeado la creación distorsionada de fabulaciones en cuanto a Cuba y a Chile, dos caballos de batalla de la propaganda de socialistas y de comunistas en todo el mundo. 

En cuanto a la Guerra Civil española, aquellos que quieran revisar sus conocimientos en la materia en momentos en que la guerra resurge en Europa, encontrarán en los trabajos de Pío Moa una herramienta que les permitirá comparar, analizar, reflexionar y concluir. Así lo admitió hace pocos días el historiador inglés Stanley Payne, una autoridad en la materia, que al hacerlo corrigió juicios anteriores que ha debido poner en tela de juicio. Nunca es tarde si la rectificación es buena.

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