Por José “Chamby” Campos

Escribir sobre la historia de Los Yankees de Nueva York es una tarea de infinitas horas y largas páginas de trabajo; para eso están los cientos de libros que se han escrito basados en diferentes aspectos de la mística existencia de este equipo deportivo.

Cuando se habla de béisbol es imposible no mencionar la afamada franquicia instalada en el distrito metropolitano de la ciudad de Nueva York llamado Bronx. Si la conversación es sobre grandes figuras, salen a relucir los nombres de Babe Ruth, Lou Gehrig, Joe DiMaggio, Mickey Mantle y muchos otros más. Al debatir sobre el equipo más ganador de todas las épocas, ninguna de las otras organizaciones se acerca a los 40 galardones de la Liga Americana y 27 títulos mundiales que poseen. Cuando se trata de proezas entonces aparece el único juego perfecto lanzado en Series Mundiales por Don Larsen o los 62 jonrones en una temporada de Aaron Judge.

Sin embargo “Los Bombarderos” poseen una cualidad única que los separa de todas las empresas deportivas norteamericanas y hasta me atrevo a incluir al resto del universo; su poder de atracción.

Diferente a cualquier otra franquicia de deporte, la escuadra no carga sus seguidores de ciudad en ciudad como sucede con los equipos de fútbol en Europa o los de Centro y Sur América; sino que cualquiera que sea el sitio anfitrión, los Yankees llenan las gradas debido a su popularidad en esa localidad.

Esta temporada donde se encuentran situados en el sótano de la división este de la Liga Americana y en peligro de terminar con un récord perdedor; siguen siendo los líderes en asistencia de público.

Una prueba de la popularidad de los Mulos de Manhattan a pesar de lo mencionado anteriormente fueron los 100,000 aficionados que vinieron al Marlins Stadium este fin de semana para presenciar la serie frente a los peces. 

Hasta el cierre de esta edición, en 118 encuentros han vendido 1,863,000 boletos como visitantes en los diferentes estadios en que se han presentado y 2,528,000 en el Yankee Stadium, lo que suma la friolera cantidad de 3,391,000 personas presenciando sus espectáculos.

¿Qué los hace diferentes en este aspecto?

Sin duda alguna, ser el conjunto más ganador de la historia es el factor más importante. Sus diferentes administraciones han sabido promoverlos tanto a nivel nacional como internacional y agresivamente han sido de los primeros y más eficaces en esa labor.

Durante muchos años las siglas “NY” en el emblema de sus gorras y las rayas verticales en sus uniformes han sido sinónimo de la supremacía estadounidense y por ende orgullo patrio para muchos norteamericanos.

No se puede descartar que, para una gran audiencia, los neoyorkinos son los villanos de la pelota y eso los motiva a vitorear a cualquier rival a los que se enfrente. Esta razón, aunque negativa les aumenta el seguimiento.

Por último, a pesar de la presión del modernismo y el desorden aprobado por Las Grandes Ligas en pos de crear un juego más popular, han podido mantener un régimen de tradición que muchos admiran y desean.

Por el bien del deporte esperemos que esta costumbre continúe ya que como el genial cronista deportivo Fausto Miranda, quien escribió un libro sobre Los Yankees, comentó una vez, “La popularidad del béisbol mundial va de la mano de Los Yankees de Nueva York”.