Un ejemplo a seguir

Written by Rev. Martin Añorga

20 de junio de 2023

En  1924, tres años antes que yo, nació en un humilde pueblecito agrícola llamado San José de los Ramos, quien fuera nuestro fiel amigo y compatriota matancero Rolando Espinosa Carballo que pudo realizar sus primeros estudios en la vecina ciudad de Colón.

Los años no tienen prisa, pero como son reyes del tiempo les queda siempre espacio para moverse a la velocidad en la que decidan. 

Yo terminé mis estudios del seminario en el año 1950 y en el mes de septiembre me asignaron el privilegio de ser pastor de un precioso pueblo llamado Placetas, frente a la carretera central, muy cerca del Central Zaza, en el que trabajaba en labores agrícolas el joven Espinosa, quien logró posteriormente el privilegio de cursar estudios superiores en la floreciente ciudad de Colón. De aquí fue a la Universidad de La Habana donde conquistó dos doctorados que siempre utilizó en favor de estudiantes y profesionales que necesitaban de su ayuda y respaldo.

El día primero de enero de 1959 se produjo el fatal asalto de los auto llamados revolucionarios que de feroz manera se robaron la libertad cubana, imponiéndonos una miserable y violenta esclavitud que hasta hoy martiriza a un pueblo que era dulcemente feliz y próspero. 

De forma intrépida nuestro admirable compatriota y amigo Rolando Espinosa emprendió la ruta del exilio. Comenzó trabajando en organizaciones ministeriales y profesionales contra el régimen de Cuba, asistiendo a reuniones internacionales para denunciar la política de agresión del gobierno castrista. 

Mientras tanto, ayudaba a evaluar propiamente y certificar los estudios de Cuba de cientos de exiliados, ayudándoles a ingresar en sus actividades profesionales sobre todo en la educación. Cursó el Master y el Doctorado en Español en la Universidad de Miami y fue profesor en Florida Memorial College y en la Universidad de Saint Thomas. 

Fue uno de los promotores del programa bilingüe de Biscayne College. Organizó cursos de estudios de cultura cubana en el Koubeck Center. 

En su primera etapa en el exilio fue funcionario de Church World Service (agencia protestante) en el Centro para Refugiados Cubanos. Por años trabajó en otros programas para conseguir empleos a exilados.

Siempre contó con el incondicional apoyo y colaboración de su muy culta y fiel esposa Arminda, la cual como él, contaba con varios títulos universitarios. Su hijo Rolandito siempre apoyó las labores de sus padres.

El Doctor Rolando Espinosa no cobraba por sus certificaciones ni por sus labores buscando empleos a sus compatriotas. Vivió en una casa humilde y nunca compró un automóvil. No sabía manejar. Su viejo amigo y coterráneo, el historiador Marcos Antonio Ramos era uno de los que le conducían con frecuencia a reuniones en su auto.

Finalmente, Espinosa fue un gran escritor con más de 19 libros publicados. Su periódico favorito siempre fue LIBRE y su amigo más cercano Demetrio Pérez Jr. a quien quería como a un hijo y con quien siempre colaboró en todos sus proyectos.

Y yo, Martín Añorga, me honro sobremanera en haber sido su amigo cercano y haber estado a su lado hasta el último momento de su vida. Mi esposa Iraida le cantó un himno cristiano en sus últimas horas en el hospital. Fue un hombre de Dios y un cubano ejemplar. 

Es bueno señalar que desde los diecinueve años, Espinosa trabajó como maestro en varias localidades, sobre todo en escuelas metodistas como el Kandler College y en centros de altos estudios como en una Escuela de Comercio, lo que explica el fundamento profesional, que como ya hemos mencionado, se desarrolló y dio frutos en Estados Unidos. 

Su más publicada acción fue prepararse de acuerdo con las autoridades escolares, para capacitar a los profesionales que llegaban de Cuba, para que pudieran ejercer sus profesiones en escuelas de la comunidad. Nunca sabremos a cuantos maestros equipó, pero sabemos que fueron centenares de profesionales que revalidaron sus títulos en Estados Unidos.

Espinosa, dentro de sus múltiples ocupaciones, halló tiempo para escribir semanalmente una columna en el Semanario LIBRE, asociado a sus dos grandes amigos, Marcos Antonio Ramos y quien redacta este trabajo. Un secreto bien guardado, dada su arraigada humildad, es que fue ordenado Pastor, actividad que desarrolló con piadosa dedicación. Mucho más pudiéramos decir de este gran cubano y su esposa Arminda, pero el espacio nos queda estrecho.

Y no quiero poner punto final, sin antes exaltar una de las más grandes virtudes que puedan adornar a un ser humano y que fueron notables plenamente en Rolando: Su humildad y espíritu de servicio. Una importante escuela en la ciudad del Doral lleva su nombre. Rolando tenía tremenda facilidad para comunicarse con los niños y con los jóvenes de manera estelar. 

En efecto, Rolando Espinosa Carballo ha sido: “Un ejemplo a seguir”.

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