UN DÍA PARA LOS PADRES

Written by Demetiro J Perez

13 de junio de 2023

Quizás hoy la idea se haya comercializado y los regalos y las tarjetas de felicitación acaparen la atención; pero lo cierto es que la creación del Día de los Padres tuvo un sentido profundamente espiritual y romántico.

Cierta mañana de domingo, en una Iglesia del estado de Washington,  la Sra. Sonora Dodd escuchó un sermón dedicado a las madres. Mientras prestaba atención al predicador, por su mente cruzó el pensamiento de que los padres merecían también su distinción, y a partir de ese momento se dedicó a la tarea de que se les designara un día especial en el calendario.

El padre de Sonora, William Jackson Smart, era un veterano de la Guerra Civil quien enviudó cuando su esposa falleció al dar a luz a su sexto hijo. Este hombre rudo, hecho para la pelea, se vio solo de pronto con un recién nacido y cinco muchachos adicionales, y a todos los crió en una hacienda al oeste del estado de Washington.

Cuando Sonora alcanzó la adultez valoró en todo su esplendor la vida de su padre, a quien recordaba con admiración y gratitud. El coraje que él desplegó a golpe de sacrificios para hacer, sin el apoyo de una madre, de todos sus hijos personas de bien, era tema para su perenne testimonio.

Ya que el padre de Sonora había nacido en mes de junio, ella escogió ese mes, precisamente el domingo 19 de junio de 1909 para que en su Iglesia de Spokane, Washington, se celebrara el primer Día de los Padres en América. La celebración fue auspiciada por la Asociación Ministerial local y las autoridades de la ciudad y del estado emitieron declaraciones y proclamas respaldando la misma.

Es justo señalar, sin embargo, que un año antes, el 5 de junio de 1908, ya se había celebrado en la Iglesia Central de Fairmont, West Virginia, un servicio religioso en honor a los padres conducido por el Rev. Robert Webb; pero el privilegio de lograr la designación de un día nacional dedicado a los padres cabe a la Sra. Dodd, quien supo rendir un justo y apasionado culto a la memoria de su inigualable padre, y quien trabajó febrilmente para que su causa fuera compartida por otros.

En el año 1924 el presidente Calvin Coolidge expresó su apoyo a la idea de convertir el Día de los Padres en una fecha Oficial; pero no fue hasta 1966 que el entonces presidente Lyndon B. Johnson firmó la proclamación presidencial declarando el tercer domingo del mes de junio como el Día dedicado nacionalmente a honrar a los padres, vivos y muertos de la nación americana.

Este año pues tendremos nuestra celebración oficial del Día de los Padres este domingo 18 de junio; pero lo cierto es que desde las más remotas edades los padres han sido siempre objeto de reconocimientos respetuosos y agradecidos. Uno de los más notables antecedentes los tenemos en las fiestas llamadas “Parentalias Romanas”, que duraban nueve días del mes de febrero, aunque el objetivo era, al decir de Ovidio: “complacer las almas de nuestros padres fallecidos”. Nuestro Día de los Padres no tiene como único objetivo el honrar a los padres muertos, sino que fundamentalmente es la aceptación del cuarto mandamiento de la ley de Dios escrita en el Antiguo Testamento hebreo: “Honra a tu Padre…..”

La cultura del Antiguo Testamento se basa en el lugar que los padres merecen y en la responsabilidad que desempeñan, y tal hecho básico ha sido adoptado plenamente por el cristianismo. La relación con nuestros padres no tan solo es expresión de un comportamiento social o de una tradición familiar, sino que tiene profundas raices religiosas.

En el día de hoy, tristemente, muchos padres no merecen el respeto de sus hijos. El liberalismo sexual, la decadencia del matrimonio y la erosionada escala de los valores morales son factores que convierten en padres a hombres irresponsables e insolventes, tanto material como espiritualmente. Ya se ha dicho repetidamente que padre no es el que engendra; pero ese concepto no debe adoptarse como regla inopinada. El que engendra a un hijo es un padre, y debe enseñársele a asumir tal título. Mientras que sustituyamos la responsabilidad paternal con ayuda económica del estado y con la solidaridad de la familia para con las madres abandonadas sin exigir al padre su cuota de sacrificio, estaremos facilitándole a éste el camino de la irresponsabilidad. A los padres insensibles e insensatos debe aplicársele todo el peso de la ley para obligarles a que reconozcan la validez de su compromiso.

Pero debemos ser positivos. Las excepciones no deben nublar la realidad de que hay padres extraordinarios, formidables, únicos, hombres de bien, amantes y protectores de sus hijos que sí merecen reconocimiento y admiración.

Hoy el Día de los Padres se ha extendido para darle cabida a hombres que proyectan en sus hogares y en la Sociedad una figura paternal respetable y ejemplar. Hemos visto a alumnos que en el Día de los Padres abrazan a sus maestros y les agradecen la influencia que ejercen sobre sus vidas de estudiantes. En las Iglesias hemos visto a personas que abrazan a sus sacerdotes y ministros y les dicen cuánto han significado para sus vidas el ministerio que ellos llevan a cabo.

Un jefe recibió de una empleada de su oficina una tarjeta que simplemente decía: “Gracias, porque usted me recuerda a mi padre, quien siempre fue un buen hombre que me guió y en quien confié”. Decía después este director de negocios que se sintió profundamente emocionado con este mensaje, porque sus dos hijos viven fuera del país, y el testimonio de esta joven cubrió con ternura la ausencia de ellos.

Muy a menudo nuestros padres, o quienes son como nuestros padres, no pasan de ser héroes ignorados. Suele ser demasiado tarde para muchos de nosotros la ocasión en que les digamos a nuestros padres cuánto les amamos. En una sala funeral, frente al cadáver de su padre, oí decir a un hijo: “Viejo, te me fuiste sin que nunca yo te dijera cuánto te quiero y cuánto te debo… nunca te lo dije; pero si ahora puedes oirme quiero que sepas que tú eres el mejor padre del mundo”.

No esperemos a mañana para arreglar desafueros, para componer relaciones y para decir lo que ahora palpita de realidad en nuestros corazones. Aprovechemos este Día de los Padres y declaremos a nuestros padres los grandes héroes de nuestras vidas.

Los que están en el Cielo se honran con lo que somos y hacemos en Memoria de ellos.

Los que están con nosotros, más allá del simple regalo, lo que quieren de nosotros es que les demos un fuerte abrazo y que digamos, felices y radiantes: “¡Gracias,  papá, porque tú eres el mejor padre del mundo!

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