Dr. Luis Conte Agüero
Demetrio:
“No te vayas con nadie”.
dijiste al partir
y me quedé tan solo
que no encontré mi soledad.
Escribo estas líneas, así como niño castigado. Y acaso no escriba cosas lindas como hago con el corazón alborotado.
Sin embargo, no tengo derecho a cortesías, ni siquiera sé si las merezco.
Poco dicen –casi nada– a los puntos suspensivos y escribo en forma rara de triste poeta abandonado.
Acaso eso mejore mi decir
–quejumbroso sin quejumbre–
como si derecho no tuviera
al desconsuelo de la incompañía.
La vida es rara como travesura,
de insatisfacción sonriente,
jamás conjuga un deleite total
de sonrisas, contemplar un Conte frustrado;
Y mi respuesta –insensuales–
es un sustraerse de querellas;
un Conte contento en pos
de un Agüero feliz.
Estos versos dicen poco –casi nada–
como queriendo escapar de lo que escribe y acaso no son versos, sino fugas de condiciones insignificantes.
Y yo no soy así.
Desesperadamente, necesito
del No que me rechace
para el sí de la respuesta contundente, recargada y descompuesta,
contra agresiones que no hubo.
Sí la hubo fue de mí
contra mí mismo;
como acción indispensable
contra la agresión que no hubo.
Necesito el combate o mucho menos de la querella menor convertida en mayor para la disputa necesaria.
Y es así que no entiendo mi hacer
o mi decir. Procuro escapar con estas líneas inválidas y tristes. Fabricantes de pesares que no existen.
Mi deber de seguir siguiendo insiste
como depositario de penas que no están, pienso que al pesar le va más fácil escapar de lo poco con la nada,
inventar pesadillas que no están
jerarquizar minutos, que no tienen
cargas de significación.
Puede la poesía servir de escudo
a esta nada que quiere convertirse
en un todo inmortal, guarida de tristezas y hacer de insignificancias un reto trascendente que merezca y justifique una respuesta.
Y así seguir diciendo, sin llegar a parte alguna. Ni siquiera a mí mismo, prisionero sin prisión
libre y cautivo como el todo en la nada del jamás.
Ambigüedad que no existe en la tristeza ni tampoco en el contento del placer, seguir digno siguiendo combatiente en el deber de llevar la verdad a victoria.
Victoria justa, absolutamente total,
donde los fines respondan a principios, toda victoria responda a la grandeza y la grandeza, sea la del carácter.
Porque la nacionalidad encumbrada, cual mayúsculo, ejemplar de poderío, obtiene la intensidad de los rechazos a cualquier pretensión de imperialismo.
Hoy se buscan y prefieren democracias. Democracias de los pueblos con los pueblos. Sin ninguna pretensión imperial con la democracia más pura y total.
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