TODA LA AYUDA A UCRANIA ESTÁ JUSTIFICADA

Written by Adalberto Sardiñas

29 de noviembre de 2022

LLa ciudad de Kherson, ha sido la última población de tamaño considerable, liberada por las fuerzas ucranianas.  Fue, en efecto, la única ciudad importante que pudieron controlar los rusos desde la invasión en febrero.

 Previamente, en el curso de varias semanas, docenas de pueblos menores, anexados por los invasores rusos, han sido rescatados tras la expulsión de estos con grandes pérdidas en armamento y bajas humanas. Las batallas ahora se concentran en el área de Donbas, bajo el constante acecho de las fuerzas ucranianas. Los contraataques han replegado a las tropas invasoras hacia el noroeste, donde la lucha se intensifica.

  Todo este rechazo, y avance, se debe, en grado mayúsculo, a la eficiencia militar y a la inquebrantable determinación del gobierno y pueblo ucranianos, que nos habla del coraje mantenido, dentro, y a pesar, de las más inhumanas agresiones; lo que, aún en el contexto de su grandeza, no hubiera sido posible sin el enorme apoyo económico, humanitario y militar de Occidente. 

  La destrucción criminal perpetrada por los rusos en Ucrania no tiene paralelo, en su ensañamiento, ni siquiera con la cometida por la barbarie nazi durante la Segunda Guerra Mundial.

  Los ataques de Rusia a las infraestructuras civiles de Ucrania han sido, sin duda, desproporcionadamente devastadores, con daños que tomará décadas para ser reparados.

  Pero también hay otros daños que se vislumbran en el horizonte.

  El soporte de Occidente, hasta ahora firme y monolítico, está dando síntomas de erosión, debido a la presión, económica, y política, a la que están siendo sometidos los líderes, tanto en Estados Unidos, como en varios países europeos, que sufren los embates de una economía muy golpeada como consecuencia del chantaje energético ruso, y una inflación persistente que los agobia.

  Aquí, en casa, surgió la primera manifestación de esa potencial fractura, cuando un grupo de congresistas, del llamado bloque “progresista”, envió una carta al presidente Biden, instándolo a reconsiderar la ayuda económica a Ucrania por el alto costo de la misma. La carta, por absurda y extemporánea, fue retirada, prontamente, para vergüenza de sus signatarios.  

  No deja de ser irónicamente paradójico, que sea, precisamente este grupúsculo extremista, que desde hace dos años viene derrochando cientos de billones de dólares, elevando la tasa inflacionaria, el que, pretendiendo una sobriedad axiomáticamente hipócrita, nos quiera ahorrar unos cuantos billones a costa del sufrimiento de un país que lucha, por ellos, y por nosotros, para preservar la libertad, la estabilidad, y el orden mundial en el cual vivimos. 

  Pero, por acá, en el espectro político, llueve parejo. No son tan sólo los demócratas, sino también los republicanos, los que coquetean con tan disparatado absurdo en el momento equivocado.

  Kevin McCarthy, el nuevo presidente de la Cámara, dijo, días antes de las elecciones de medio término, y lo repitió después, que la mayoría no escribiría “cheques en blanco” para futuros paquetes de ayuda a Ucrania. Por supuesto, entonces, McCarthy no sabía la raquítica mayoría que comandaría, que, por las últimas cuentas, no pasa de cinco.

  Sin embargo, no deja de ser preocupante, que estas actitudes de líderes políticos, sorprendentemente bipartidistas, aunque en números reducidos, están teniendo resonancia en la opinión pública.

  Al comienzo de la guerra, por allá por febrero y marzo, un minúsculo grupo de republicanos, muy marginal, impulsaba la idea de parar la ayuda a Ucrania. Sin embargo, ahora, republicanos tradicionales han cambiado su posición y están más receptivos a la posible detención de esa ayuda. No obstante, el fracaso republicano en las pasadas elecciones promete alterar la ecuación en favor de Ucrania.  

  Aunque es cierto que el Congreso entrante en enero será menos acomodaticio a la agenda del presidente Biden, también es cierto que el nuevo Speaker tendrá una palanca limitada por su escasa mayoría, y, por ende, su poder para cortar la ayuda a Ucrania encontrará dura resistencia en la Cámara Baja. Empero, el peligro persiste, aquí, y, sobre todo, en Europa.

  La Unión Europea, por ejemplo, se encuentra ante la disyuntiva, nada cómoda, de escoger, entre su inquebrantable apoyo a Ucrania, y mantener a sus ciudadanos seguros contra la crudeza invernal que se avecina. Hasta el presente, la solidaridad europea con Ucrania ha sido admirable, sin embargo, el invierno, que ya les llega, será la prueba determinante. Aunque, en su favor, las naciones dentro de la Unión Europea han tenido varios meses para, prudentemente, prepararse en espera de la cierta eventualidad, y han acumulado suficiente gas y petróleo para capear, razonablemente, la tormenta, los dos o tres meses siguientes serán cruciales.

  En última instancia, la posición de Estados Unidos será la clave para Europa.

  El liderazgo mostrado por Estados Unidos a lo largo de la guerra, y antes de ella, en solidaridad con Ucrania, ha galvanizado una Europa que pocos años atrás no ocultaba su frialdad hacia nuestra nación. Hoy la OTAN, y toda Europa, ven en la nación americana, el aliado firme y confiable de todos los tiempos. La alianza se ha fortalecido.

  Quizás tomando una lección recriminatoria de las páginas de su desastrosa actuación en la retirada de Afganistán, condenada a nivel global, el presidente Biden, en el conflicto ucraniano, ha realizado un excelente trabajo en mantener la unión y la coordinación de la alianza, aplicando sanciones a Rusia, mientras que, a la vez, lideraba la ayuda humanitaria y militar a Ucrania.

  Los forcejeos políticos habituales, en ambos partidos, se esforzarán en montar una creciente presión en el presidente para reducir la intervención americana en el conflicto, aduciendo su elevado costo.

  Mas esta guerra no se puede, no se debe, medir en dólares, rublos o euros, cuando una nación, injustamente agredida, está pagando con miles de vidas, su libertad y democracia, junto con la nuestra y la del mundo.

  Ucrania es el frente de batalla en la lucha global por la libertad y toda la ayuda que se le brinde estará plenamente justificada.                             



BALCÓN AL MUNDO

Hace años, (¡muchos!) empecé a llamar a Cuba el mendigo internacional. Nada original, porque, el mendigo, es un mendigo y no se le puede llamar de otro nombre a ese chupóptero insaciable encarnado en el Caribe, que vive de los demás, como el buitre vive de la carroña. Algunos mendigos cambian, pero éste, ni siquiera lo intenta. Lleva 64 años con la mano extendida, de país en país, rogando la limosna, implorando la caridad en humillante genuflexión, rindiéndose a los pies de sus benefactores, aunque sean genocidas implacables como Vladimir Putin. Cada año, con cronológica periodicidad, se repite el nauseabundo periplo.

  Este otoño, el presidente de los pordioseros, acompañado de seis menesterosos, llevaron la caravana mendicante a Argelia, Turquía, China y Rusia. Pedían, en nombre de Cuba, reino de los mendigos, lo que pudieran darles. 

  A cambio, le ofrecían a Putin su solidaridad y apoyo por los crímenes que estaba cometiendo en Ucrania. A China y a los demás, no sé qué.

  Para Cuba, infortunadamente, la mendicidad, ejercida por sus opresores, con el paso misericordioso del tiempo, se ha convertido humildemente en costumbre.

   Si es que pueblo alguno se puede acostumbrar a la opresión, el hambre y la miseria, aunque hayan pasado 64 años. 

 *****

Según la tradición religiosa musulmana, las mujeres deben salir a la calle con el pelo cubierto. Pero, la mayoría de ellas se cansó de la tradición y andan en sostenida protesta en las calles del país. La tiranía teocrática ha matado a 500 personas, de ambos géneros, para que siga la tradición.

Así de persuasivo es el islamismo.

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La agrupación conservadora CEPAC se reunió en Ciudad México para discutir su agenda a la que acudieron cientos de figuras prominentes del conservadurismo latinoamericano, entre ellos Eduardo Bolsonaro, hijo del presidente saliente de Brasil, y varios activistas del exilio cubano.

Se produjo una manifestación pacífica de los cubanos que fue atacada violentamente con palos por un grupo de esbirros provenientes de la embajada de Cuba en México que provocó la intervención de la fuerza pública.

No es la primera vez. 

La embajada cubana es notoriamente conocida como un centro de espionaje y subversión para servir los intereses de la izquierda radical en el hemisferio, usando todos los medios disponibles, incluyendo la violencia. 

Y ahora, con López Obrador, un consumado demagogo socialista, en la cabina de mando, todos los semáforos están en verde.

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Finalmente, y luego de incontables litigios legales, parece que los tax returns del ex presidente Trump, serán enviados para ser examinados por un comité de la Cámara.

Era un final predecible. Y ahora la pregunta: si Donald Trump sabía, o debió haber sabido, los resultados, ¿por qué tanta renuencia a mostrar los documentos? 

  Sólo él sabe el por qué.

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