¡Tendré que suicidarme para que exhiban mis cuadros!

Written by Libre Online

1 de noviembre de 2022

-exclamó la anciana Concha Ferrant

Hay en el Museo Nacional 18 lienzos de la veterana artista. — Esteban Valderrama la proclamó la mejor pintora cubana. —Sus triunfos en «The Art Student’s League» y «The National Academy of Desing”. — Encuentro con el genial Sorolla. — Incluida su obra en la Enciclopedia Espasa. — La luz y el color se han fugado de sus ojos. — Concha Ferrant nunca lucró con su arte.

Por VICENTE   CUBILLAS Jr.

Fotos de ALBERTO GONZÁLEZ (1958)            

Sus pupilas se abismaron en el vacío y una lágrima titiló en ellas…

¡Concha Ferrant, la mejor pintora cubana, se está quedando ciega!

¡Cuánta gloria silenciosa ha bordeado la reja de su ventana sin que la anciana artista tendiera la mano para asir y no dejar escapar la inmensa porción que en justicia le corresponde a la decana de las pintoras de nuestra patria!

En el viejo caserón de la calle Venus, en su natal Guanabacoa, va escanciando los años de su pródiga vejez la anciana humilde y valiosa, agobiada por la tragedia de sus ojos marchitos.

Quizás a muchos les sorprendan estos títulos de mejor pintora cubana, estos elogios de gloria y grandeza con que saludamos la presencia de Concha Ferrant en nuestras páginas. Culpa de ello tendrá la modestia en que siempre se ha acantonado esta sacerdotisa del colorido pictórico que arrancó exclamaciones de asombro y aprobación a un genio de la pintura contemporánea como el inmortal valenciano Joaquín Sorolla.

Recuerda Concha aquellos días inolvidables — días que se convirtieron en años— en Barcelona, solar paterno, cuando en el estudio del catalán José Mongrel, el maestro Sorolla elogió sus cuadros y se sorprendió al comparar la copia de la Ferrant de «María y Miguel a caballo», uno de los lienzos favoritos del valenciano, con su original del Museo Municipal de la capital de Cataluña ¡Era tan exacto el parecido! ¡Y el color, el color, expresión dominante de Sorolla, tan fielmente captado por la joven artista criolla: Muchos años más tarde—la lágrima se ha deshecho en la mejilla— Mariblanca Sabas Aloma destacaría en su elogio crítico a la pintura de Concha Ferrant:

«La luz del trópico es un escollo tremendo para nuestros pintores. Ciega, deslumbra, impacienta, altera la capacidad captadora subjetiva y sensible de la pupila, e interpone entre la realidad ardiente del paisaje o la figura y la urgencia de recrear que constituye la tónica espiritual por excelencia del artista sin mixtificaciones…»

LOS TRIUNFOS DE UNA CUBANA

A Concha la ha cegado la luz del trópico, al hacer impacto en su pupila sensible, a no dudarlo. Pero cuando los recesos de su dolencia ocular le han permitido pintar, lo ha hecho intensamente, durante más de media centuria, para enriquecer museos y galerías privadas con más de trescientos lienzos que son otras tantas creaciones que, pese a su modestia, le han ganado los más altos galardones nacionales y extranjeros y hecho acreedora a la distinción de que la famosa Casa Editora Espasa incluyera la biografía de Concha Ferrant y una reproducción de su cuadro «Granado en Flor». Medalla de Oro de la Exposición Internacional de Sevilla, en su edición de 1931.

Esteban Valderrama, actual director de la Academia Nacional de Pintura y Escultura «San Alejandro», de la cual fue profesora la Ferrant desde 1926 hasta su retiro, en uno de los homenajes rendidos a la valiosa artista en Guanabacoa, su patria chica, la proclamó la más grande pintora cubana de todos los tiempos.

 ¿Influyó en ello el viejo compañerismo, el deseo de halagar a quien ya avanza por el sendero del retiro definitivo? No lo creemos, pues estaban presentes allí otras pintoras de indiscutibles méritos, compañeras también de claustro, que aplaudieron sinceramente las frases de Valderrama.

María Ariza, profesora de la centenaria institución artística cubana y notable pintora en 1946 le escribía a Concha Ferrat:

«No quiero dejar de ponerte unas líneas para decirte lo mucho que me gusta tu «Flor de Cabaret». Al ver la foto confirmo, afirmo y reafirmo la opinión que de tí he tenido siempre: Eres muy pintora, muy pintora y muy pintora».

¿Dudar de la sinceridad de estas palabras?

EN ESPERA DE SU MUERTE

Antes de hacerlo, se impone una visita al Museo Nacional y el ruego a Rodríguez Morey de que muestre los dieciocho cuadros de Concha Ferrant que están guardados allí…

—¡Tendré que suicidarme para que exhiban mis cuadros! — me dijo dramáticamente la veterana artista. En el Museo me informaron que según un acuerdo oficial no pueden presentarse en exposición permanente las obras de un pintor hasta tanto éste no muera…; Así que ya usted ve!

A orgullo tiene Concha no haber lucrado con su arte.

—Mire esta casa como está— decía, mostrándome las paredes agrietadas, el mobiliario envejecido, los pisos gastados. Se necesita dinero para ella, para que no se me caiga encima. Sin embargo, nunca he pensado en vender un cuadro. ¡No me interesa el dinero! Lo necesito, pues el dinero lo da todo en el orden material. ¡Pero lo odio también! ¡Cuánto dolor ha traído al mundo la ambición del dinero!

FAVORITA DE ROMAÑACH

En sus recuerdos está muy presente el glorioso Leopoldo Romañach, genio tropical de las disciplinas del pincel que dirigía la Escuela Nacional de Pintura y Escultura cuando Concha Ferrant ingresó en dicho centro a seguir su vocación artística. En seguida la alumna eminente se hizo una favorita del formidable paisajista y cuando en 1926 ingresó en el profesorado de la Academia, el maestro la acogió complacido, demostrándole su gran afecto y reconocimiento a su valer.

Después de ganar un año tras otro los primeros premios en las asignaturas que cursaba de pintura y escultura, tales como Paisaje, Antiguo Griego, Anatomía Pletórica (de la que fue catedrática titular años más tarde) y Coloridos. Concha fue becada en junio de 1918 por el Congreso de la República para ampliar estudios en el extranjero. Su primera escala fue Nueva York, donde permaneció desde 1918 a 1919, cursando estudios en “The Art   Student´s League», la   veterana institución artística del 215 West de la calle 57 y en «The National Academy of Design», que le concedió la medalla «Suydan» por sus notables trabajos. La «Art Student’s League» le hizo la distinción de designarla miembro vitalicio de la misma, premiando así la primerísima calidad de la joven pintora cubana.

Después de tan fructífera, aunque breve campaña en Estados Unidos, Concha Ferrant siguió viaje a Europa, escogiendo a España como asiento para sus estudios. Se radicó en Barcelona, ingresando en la Escuela de Artes y Oficios y Bellas Artes de dicha ciudad, en cuyo profesorado figuraban notables de la pintura moderna. Su contacto con Sorolla, Rusiñol, Chicharro y otros grandes pulió las aptitudes naturales de la cubanita y los elogios de estos maestros, en vez de envanecerla y llenarla de suficiencia, le sirvieron de estímulo para sacar provecho de sus estudios.

LA TRAGEDIA DE UNOS OJOS

La pintura vigorosa, de impresionante colorido de Sorolla la subyugaba. El valenciano estaba en la última etapa de su vida (I921) cuando conoció a la pintora cubana, pero su juicio, tan favorable a la Ferrant, marcó un hito importante en el itinerario de Concha hacia la consagración.

—En la época en que conocí a Sorolla atravesaba una de mis más grandes crisis de salud—rememoró la anciana—. Mis ojos me han venido atormentando desde que tenía seis meses de edad y desde entonces no me han dado más que breves respiros. Tanto como amo el color, la luz, para llevarlos a mi pintura y estos ojos míos me traicionan de continuo. He padecido de úlceras en los ojos, cataratas, glaucoma (o punzada de clavo, como se dice vulgarmente), mal de coral, estrabismo. ¡Qué sé yo cuántas calamidades en estos ojos! 

A los 17 años era completamente bizca y un joven médico nombrado Enrique López se brindó a operarme. Entonces, hace más de cincuenta años, era riesgoso someterse a una operación de esa naturaleza. Pero me decidí y mis ojos casi normalizaron su posición. De glaucoma me operó el famoso oculista alemán Antón Lutz, que estuvo algún tiempo radicado en La Habana y últimamente he estado al cuidado del doctor Miguel Mery, que me ha operado tres veces de cataratas… ¡Son un desastre mis ojos! ¡Qué lucha!

En un rincón del estudio de Concha Ferrant podemos comprobar que ha sido su lucha con esa tragedia de sus ojos enfermos por años y años. Desde principios de la II Guerra Mundial, estremecida por el horror de la contienda, concibió un tríptico intitulado «Pobres Madres» y se dio de inmediato a la tarea de plasmar su idea en el lienzo.

Y por casi quince años ha venido luchando con sus ojos para poder realizar su obra, que aún en los trazos infrecuentes que ha reunido en la tela, destila majestad y dramatismo. Los rostros de las dos niñas que se enteran de las graves noticias de la guerra son una maravilla de expresión en la pintura de la Ferrant; la escena del campo de batalla cuajado de cadáveres después de un bombardeo enemigo, transpira tragedia; y el simbolismo de la Mater Dolorosa rodeada de las mujeres de todas las razas que miran esperanzadas hacia la alba paloma de la paz, es sencillamente magistral.

FINAL

Fue extensa la charla con la veterana artista. Vi que a veces rehuía la luz, como si ya sus ojos se hubieran acostumbrado a las tinieblas.

Por la vieja casona ha distribuido su tiempo en los últimos años, cuidando su gansa, su cotorra, sus flores… No tuvo hijos en su matrimonio y ve como suyos propios los ajenos.

Concha Ferrant sabe que los años están reclamando su precio y no rehúye el encuentro con la realidad.

En su «Relicario Histórico» de la villa de Pepe Antonio, Gerardo Castellanos dedica hermosas páginas a su ilustre paisana:

«Sencilla, de carácter suave hasta en la voz, despreocupada de los vanos atavíos del vestir, en perenne actividad artística, cual si se propusiera coronar una nata que el destino le hubiera fijado. Es de recia y definida voluntad, sin que le arredre la deficiencia de su vista enferma. Cree en el más allá del espíritu, tiene misticismos a lo San Francisco de Asís y aleteos que la hacen parecer budista. Buena y piadosa sin estar sometida a ningún credo religioso. Le mortifica la descortesía y descarnado materialismo de la actual juventud. Por lo que dice y hace parece que vive en éxtasis romántico. Es a veces paradójica. Su vibración femenina, sus cultivos hogareños, con el amor a los niños ajenos (ya que no los ha tenido suyos), y tolerancias hondas con espinas de sacrificio, hacen de ella una mujer de perfilada personalidad excéntrica.»

Con sus ojos en busca de la noche. Concha Ferrant se abroquela en sus gloriosas memorias y espera el desenlace…

La lágrima que titiló en sus pupilas se llenó de colores al deslizarse hasta el lienzo inconcluso de la pintora que lucha con las penumbras en su vano intento de aprisionar la luz.

*Concha Ferrant falleció el 27 de mayo de 1969, a la edad de 87 años.

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