Su algebra es la sabia en las aulas de América Latina. El cubano Aurelio Baldor, fue el genio que referenció la magia de las matemáticas

Written by Germán Acero

26 de marzo de 2024

El cubano Aurelio Baldor, fue el genio que revolucionó el mundo de las matemáticas en América Latina. Y quizás también en España.

Hoy por hoy en las aulas de América Latina los estudiantes han podido avanzar en la dificultad de las matemáticas gracias al Álgebra de Baldor que es referencia en todos los salones de clases.

Muchos estudiantes aprendieron matemáticas con el libro ‘Álgebra de Baldor’, el cual se destacaba por su portada. 

El diseño original de la tapa del texto tenía una imagen de Al-Juarismi, geógrafo, astrónomo y uno de los matemáticos más importantes de la historia. Varias personas asumieron que el hombre de la foto era el mismo autor.

Aurelio Ángel Baldor de la Vega fue quien escribió el libro que cuenta con 5.790 ejercicios. Lo publicó el 19 de junio de 1941 y, al día de hoy, muchos colegios lo incluyen en su pénsum.

Este hombre nació en La Habana, Cuba, el 22 de octubre de 1906, y se destacó por sus contribuciones a la pedagogía matemática.

A pesar de que su aporte fue en esta área, Baldor, en realidad, era abogado graduado de la Universidad de La Habana.

En 1940, Baldor se casó con Moraima Aranalde y tuvieron siete hijos: Aurelio Jr., Daniel, Carlos, José Luis, Rodolfo, Gertrudis y Teresa.

Vivió como acomodado en las playas de Tarará, en La Habana, hasta que llegó la dictadura cubana en 1959. 

Un año y medio después huyó a México mientras vendía los derechos de su obra Algebra a la editorial Publicaciones Cultural. Luego, se trasladó a Nueva Orleáns, donde no soportó la segregación racial que imperaba en la época y luego a Brooklyn, Nueva York donde vivió en carne propia, aunque temporalmente, la pobreza.

Enseñó cátedra en el Saint Peters College, de Nueva Jersey.

La depresión por la nostalgia hacia su país natal afectó su salud, problema que empeoró con el paso de los años.

Finalmente, se retiró a Miami, donde falleció de enfisema pulmonar. Su familia todavía vive en el exilio y su fundación, el Colegio Baldor (del cual fue fundador, profesor y director) está en manos de la dictadura cubana con el nombre de Colegio Español, donde sólo acceden estudiantes de la Unión Europea.

Es fácil comprobar que la mejor edad para hablar sobre “el Baldor” es de treinta años en promedio; una amiga colombiana cuenta que cuando niña ansiaba “tener un Baldor” porque era el libro que usaban las mayores del colegio. 

Dos peruanas más intentaron reconstruir cómo se practicaba ouija usando el libro en los colegios limeños de los noventa. Una de ellas asegura haber intentado contactar al espíritu de Kurt Cobain. 

Una compañera de trabajo venezolana me dice que a ella también le tocó padecer “el Baldor” en su estricto colegio de monjas caraqueñas. Y Jorge, un paternal chileno de sesenta y tantos, me pregunta si sé dónde vive Baldor, porque él sí tiene recuerdos muy queridos de sus libros y está interesado en conocerlo. 

Se sorprende y desilusiona cuando le digo que Aurelio Baldor lleva más de treinta años muerto y enterrado en Miami. —Lo enterraron el mismo día de mi cumpleaños —me dice Patty, secretaria del cementerio Miami Memorial Park, cuando ubica su tumba en los registros. Me anota la ubicación: Sección B, lote 1740, fila 6, y un empleado me ayuda a ubicarlo caminando despreocupado sobre algunas placas. 

Finalmente encontramos a Aurelio Baldor, nacido el 22 de octubre de 1906 y muerto el 3 de abril de 1978. La placa dice: “No te olvidamos, tu esposa e hijos”, pero a diferencia de la vasija llena de flores en la placa de al lado, esta tarde la de don Aurelio está vacía. Y no puedo evitar sentir que mucho de su legado hoy está nublado por un austero anonimato; que del hombre que ayudó a educar a tantos latinos, fuera de Cuba o Miami se sabe poco.

Darío Mijares, un dirigente del exilio cubano, ex trabajador de las tiendas El Encanto, resaltó que durante su vida escolar en el colegio de los escolapios-uno de los más prestigiosos en Cuba—en la Segunda Enseñanza en Guanabacoa les regalaba libros de álgebra Baldor que se habían editado a sus estudiantes para que aprendieran matemáticas. 

“Ese era el que utilizábamos para aprender matemáticas y allí arrancó prácticamente lo que en el futuro se convirtió en el algebra de Baldor y que antes se enseñaba en las escuelas elementales donde los alumnos aprendían con gran facilidad esta difícil materia”, recordó Mijares.

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