Sí, soy cubano, soy güinero, y después de más de 64 años de no existir ese equipo de béisbol insisto en que “¡Soy Almendarista!”

Ya abrazo a mi hermanos habanistas.

Pueden los atrevidos y apapipios cambiarle el nombre a la provincia donde nací, pero yo sigo diciendo que : «¡Soy de La Habana, chico!»

Pueden existir miles y miles de ríos en el planeta, pero soy de los que creen a carta cabal que el mejor es el Mayabeque. Los demás son charcos, hasta el Mississippi River.

Soy fiel al recuerdo de mi perra Yeti, a mi caballito Lucerito, a mi playa del Rosario … Soy inflexible, terco, intransigente y Martiano.

Soy de los que siguen amando a su nación, soy defensor incansable de una causa, y soy de los que no se permite ni una sola claudicación, ni admite el perdón para los grandes culpables de la destrucción de Isla sagrada…

Soy un enamorado de la Playa Varadero, de Guanabo, de Santa María del Mar, de Soroa, de Arcos de Canasí, del mar y el cielo cubano, de la temperatura, del campo, del Focsa y del más humilde de los bohíos.

Soy de los que más añora a su patria, pero al mismo tiempo soy de los que tienen el valor de no pisar su tierra mientras sea esclava de seres malvados y asesinos.

Soy un firme admirador de USA, de este gran país que me brinda refugio, pero me sigo considerando un exiliado cubano que está aquí de paso.

Mis capitales son La Habana y Miami, mi ron es Bacardí, mis cervezas (aunque no las tomé jamás) son Hatuey, Cristal y Polar. Soy de los que admira a Bayamo, Baracoa, Yara, Bolondrón y el Pan de Guajaibón.

Soy de los que considera que no existe nada más sabroso en el mundo que la Malta Hatuey con leche condensada. Soy adicto al ajiaco y al pan de gloria.

Soy devoto de Jesucristo, de un amor, de un país destruido, pero ¡es mi país! Integrado absolutamente a mis ideas anticastristas.

Millones de pájaros revolotean en los cielos del universo, yo sigo siendo el admirador número uno de los tomeguines del Pinar, de nuestros sinsontes, pitirres, de nuestros zunzunes y del glorioso Tocororo.

Soy de los que degluta con pasión las croquetas, el sándwich cubano, las papas rellenas, los tamales que hacía Olga, el arroz con pollo a la chorrera, y se me hace la boca agua pensando en una frita y un guarapo. Sin olvidar jamás a las butifarras del Congo de Catalina ni los panqués de Jamaica.

Soy de los que considera que la patria no es de todos, no es de Ramiro Valdés ni del chicle masticado llamado Raúl, mi patria es mía y de los cubanos que defienden su libertad.

Y soy de los que si Dios me permitiera decir una última palabra, diría : “¡Ñooooooooo!”