«Serranito»: «Los guitarristas solemos ser unos solitarios de hombros caídos»

Written by Libre Online

18 de agosto de 2021

Por Oscar B. Gllardo

Tiene 79 años y unas manos de oro que han recibido docenas de reconocimientos en todo el mundo. El guitarrista Víctor Monge «Serranito» se encuentra inmerso en su gira «de despedida» y reflexiona sobre sus orígenes y la evolución del mundo del flamenco y la guitarra en una entrevista.

Por Óscar B. Gallardo.

Toda una institución en el mundo de la guitarra, Víctor Monge “Serranito” es historia viva del flamenco y de ese instrumento de las seis cuerdas. Intérprete desde su tierna infancia y también compositor, tiene innumerables galardones de instituciones y países por el arte que lleva en sus manos.

 Inmerso en lo que él define como “mi última gira, la de despedida”, está realizando un periplo por diversas ciudades que le llevará, entre otras a Sevilla, concretamente al barrio de Triana, donde en su ateneo le otorgará la Cátedra de Guitarra Flamenca, otra más en su carrera, además de crear un premio anual que llevará su nombre. Con él charlamos en Madrid.

Maestro, en 2017 sacó cuatro discos y le hicieron un libro escrito por José Manuel Gamboa: “Victor Monge ‘Serranito’, el guitarrista de guitarristas» (El flamenco vive) ¿ Qué supuso para usted?.

Para mí José Manuel es como un hermano menor. Un día le dije, ¿ por qué no escribes mis memorias? Le gustó la idea y nos pusimos a ello. Fue una gran satisfacción.

ADMIRADO POR NARCISO YEPES

A los veintiún años conoce y estudia junto al maestro Narciso Yepes, ¿ qué puede decirnos de este genio de la guitarra?.

Existe una confusión con esto. Don Narciso me escucho tocar y le gusté mucho. A partir de ahí nos juntábamos y el me daba consejos, pero todos hablados, de palabra. Yo era muy joven en aquel entonces y los ponía en práctica al tocar la guitarra, pero nunca estudié con él. Con Yepes luego coincidí en varios lugares de gira y fuimos amigos, convirtiéndose en un gran admirador mío. Por supuesto, yo sien

Pre fui un gran admirador de ese genial maestro.

¿Y de Andrés Segovia?.

Pasó algo parecido con el maestro Segovia. Llegó un día al fabricante de guitarras, don José Ramírez, que es como un segundo padre para mí, y le dijo literalmente: “He estado escuchando en Granada a un guitarrista de flamenco, que es el que menos me disgusta” –risas -. Al contarle que me conocía y bien, el maestro le dijo: “¿ Por qué no organizamos una merienda-cena con él”. Así lo hicimos y allí, en su casa, nos conocimos e intercambiábamos desde entonces ideas.

Usted empezó con el trío Los Serranos…

Fundé con mi hermano mayor el trío Los Serranos, yo

Tenía 12 años. Él cantaba y tocaba la guitarra con Eusebio Gilabert y, como yo era el pequeño de los

Serranos, de ahí me viene el sobrenombre “Serranito”. A partir de entonces comencé a tocar flamenco de continuo.

UNA CARRERA “DE OÍDO”

¿Cómo desarrolló su carrera?.

La carrera en el flamenco se hacía, antes porque ahora ya hay más posibilidades, aprendiendo de oído y, si estabas trabajando ya, arrimándote a los grandes de la guitarra de quienes podías aprender más y, sobre todo,  tocando para los cantaores y bailaores.

A mí me contrataron en el circo Price de Madrid  para acompañar a todas las figuras que cantaban o bailaban. Con 15 años firmé el contrato, pero puse la condición de que también tenía que tocar yo alguna pieza en solitario. A partir de ahí me tomé muy en serio la idea de ser, algún día, solista de la guitarra.

Curiosamente don Juan Valderrama me contrató con 16 años, cuando estaba haciendo la película “El emigrante” (1958) en Barcelona. Cuando iban a rodar al grupo flamenco al que yo pertenecía, les faltaba un bailaor y me propusieron para hacer ese papel, así es que en el filme salgo bailando –risas-.

Su primer disco lo sacó en 1960 ¿ qué sensaciones le vienen al recordarlo?.

Estaba con Rafael Farina, quien me cogió mucho cariño y le gustaba mucho que le acompañase. En aquella época tenía que grabar el cantaor un disco en Barcelona en una productora y yo iba como su guitarrista. Pero, cuando me escucharon tocar, le dijeron: “Oye Rafael, tu guitarrista es muy bueno, ¿ podría grabar el solo alguna pieza?”. Él, con la voz grave les dijo: “ A ver, ¡ cómo no va a poder grabar!”. Y entonces improvisé ese disco que hicimos en dos o tres horas.

DE GIRA EN SEPTIEMBRE

¿Cómo vive la guitarra una persona que desde los 8 años está tocando y va a cumplir 80?.

Igual que si fuera mi hija –risas-. Ahora, con 79 años, he vuelto a la alegría y las ganas de dar conciertos. Me dieron un homenaje hace unos meses en Madrid y eso me dio alas para subirme otra vez a los escenarios. Estoy en una gira de despedida.

¿Cuántos conciertos dará?

He tocado en Algeciras, en Pamplona, en Córdoba donde tiene la Cátedra de Flamencología-, tengo que ir a Sevilla donde me hacen el reconocimiento de concederme la cátedra del Ateneo de Triana y un premio que llevará mi nombre. Pero iré por otras localidades a partir de septiembre.

Maestro, ¿ cuántas horas dedica al instrumento?.

Mucho, mucho tiempo. Los guitarristas solemos ser unos solitarios de hombros caídos, con dificultades para levantar las piernas y los pies, porque estamos muchísimas horas solos, estudiando solos… En la actualidad, diariamente no estoy  menos de cinco o seis horas tocando la guitarra. Además, también estudio por las mañanas… y algunas tardes.

Además usted también sigue componiendo…

En el  flamenco, para destacar más o mejor tienes que tener una personalidad propia, hay que crear. Cuando estoy tocando e improviso, que lo hago continuamente, lo grabo o se lo muestro a otros.

¿Cómo ve la evolución del flamenco?.

Para mí la guitarra es lo que más ha evolucionado, pero también lo han hecho el baile y el cante. Creo que la guitarra ha enchufado a los demás para esa evolución. No es que se toque mejor es que, armónicamente hablando, la guitarra actual ha mejorado mucho. 

¿A quiénes destacaría de las nuevas generaciones?

Hay muchos y muy buenos. Voy a mencionar a tres, pero hay muchos más:  José Antonio Rodríguez,  Vicente Amigo y Antonio Rey.  Ahora, la facilidad para aprender es mucho mayor. Creo que malos guitarristas no existen, porque la guitarra de por sí es muy difícil y hay que dar mérito, no solo al mejor o a los mejores, sino a todos los que la dominan.

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