Se fue un hijo ejemplar y valeroso. “Manolito”, dio un gran ejemplo de cómo servir a la humanidad

Written by Germán Acero

16 de marzo de 2022

Unos le decían “Manolito”, otros “Manoli” y, algunos “Manny”, pero todos le profesaban un inmenso cariño y amor, ya que su corazón solo tuvo demasiadas bondades para con la humanidad. “Dios lo mandó a buscar”, nos dijo lleno de dolor el Dr. Manuel Alzugaray.

Nos vimos con el Dr. Alzugaray, en su casa de Coral Gables, para recordar y revivir los momentos más amables que tuvo su hijo Manuel Antonio Alzugaray Jr. para con su familia y sus semejantes, tras fallecer hace algunos días en Miami, debido a una penosa enfermedad.

El Dr. Alzugaray, uno de los más prestantes médicos en la especialidad de la Ortopedia, estuvo a punto de desgranar algunas lágrimas cuando nos mostró las fotos de su hijo en vida, quien tenía apenas 50 años, las cuales hacen parte del álbum familiar.

“Hoy me siento el padre más orgulloso de mi hijo porque, en parte, heredó de mí ese amor y sentimiento por la medicina”, recordó el Dr. Alzugaray, quien sufrió con la muerte de su hijo Manuel Antonio Jr. un “segundo golpe” sentimental, tras la muerte de su querida madre en diciembre pasado.

Fue un hombre muy noble. Un hijo extraordinario. Y maravilloso. Y esplendoroso colaborador.  Un ser demasiado noble. Fue como “mi mano derecha”. Muy creyente en Dios. Muy apegado a la familia. Se comportó, siempre, como una persona de altos valores morales y profesionales”, dijo el Dr. Alzugaray.

“Yo tuve tres hijos: Manuel Antonio Jr., la hija Connie y Santiago, el menor. Mi hijo, quien falleció, había estudiado medicina en la Universidad de Guadalajara (México). Siempre sintió profundo orgullo por esta profesión. Al igual que yo”, reiteró el Dr. Alzugaray en medio del dolor en la tarde del sábado.

“Después se vino para Miami. Y terminó aquí en la Universidad Internacional de la Florida (FIU) donde alcanzó el master en “Public Health”. Fueron tres categorías. Al final se especializó en epidemiología. Fue muy consagrado al estudio “, reiteró el Dr. Alzugaray.

“Por un período de unos 18 años estuvo trabajando en Deparment of Health de la Florida. Hubo una epidemia y entonces tuvo que estar allí un tiempo inactivo hasta que se normalizó la emergencia sanitaria siendo inspector”, recordó.

“El visitó durante este trabajo muchas instituciones y escuelas, así como las piscinas de reconocidos hoteles, además de comedores de prestantes restaurantes, donde se le apreció mucho por su honestidad y trabajo en el área del sur de Miami Dade”, agregó.

“Siempre me comentaba sus cosas.  Y, lo mejor, ayudaba a la gente a que arreglara sus problemas. Ya que en muchos casos la tendencia era que había que cerrar dichos lugares. Pero él, como siempre, buscaba la solución inmediata e impedía que la gente se viera afectada”, opinó.

“La cosa no era cerrar. Sino mejorar. Esa era su política. Fue muy serio y disciplinado en su profesión. Algunas veces le gustaba bromear. Siempre con una sonrisa a flor de labio. Todo esto lo hacía ser un hombre maravilloso. Por eso nunca lo dejaré de amar y recordar por siempre”, agregó.

“Se ponía bravo cuando veía que se había hecho algo deshonesto. Quizás para perjudicar a alguien. Y, entonces, decía que la cosa había que arreglarla pronto. Y hablaba con la persona del lugar para resolverlo todo. Siempre fue fiel a su profesión.  Por eso la escogió”, relató.

“Además, se sentía muy orgulloso de su padre. Durante mucho tiempo trabajó en el Mercy Hospital en el área de rehabilitación.  Y también en un centro vecino al Westchester Hospital también en el área de rehabilitación. Y en mi oficina donde fue mi “mano derecha”, enfatizó.

El Dr. Alzugaray, muy conmovido por la muerte de su hijo, también exaltó el hecho de que su hijo permanecía hasta altas horas de la noche en su oficina, colaborando, ayudando y coordinando todas las citas y atenciones con pacientes. Y, luego, fatigado, se iba a estudiar a la casa.

“Luego se bañaba y comía. Veía un poco de televisión y, al final de la noche, conciliaba el sueño. Siempre, también, se interesó por la marcha y planeación del Miami Medical Team. Trabajaba en logística junto con el hermano Santiago.

“Trabajó también en aquellos programas que tenían que ver con la ayuda a países azotados por la naturaleza o las guerras. Porque, cabe aclarar, trabajaba en el área de la epidemiología, con el gobierno. Y servía como consultor en el Miami Medical Team”, destacó.

“Estaba certificado por el US Homeland Security. Grado cuatro. Cuando empezó aquella situación tras los ataques a las Torres Gemelas.   Y, cuando venían los ciclones, como los de New Orleans, siempre tenía que estar allí atendiendo y coordinando los casos de posibles epidemias”, resaltó.

Manuel Antonio, asimismo, tenía un Bachelor en Psicología, otorgado por la Universidad de St. Thomas. Gracias a su capacidad profesional, siempre, estuvo interesado por todos los problemas políticos en Cuba, con deseos de ayudar a buscar la libertad de la isla desde el exilio.

Finalmente reveló, con la más grandes tristeza, que su hijo Manuel Antonio sufrió una enfermedad llamadas gastroenteritis, que afectó otros órganos de su cuerpo, siendo al final imposible salvarle la vida pese a los esfuerzos de los médicos que lo atendieron, entre ellos, viejos condiscípulos y amigos de él.

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