SANGRE EN LAS CALLES

Written by Adalberto Sardiñas

7 de febrero de 2023

A los instigadores de los disturbios en Perú, se les están consumando los planes al pie de la letra. La sangre en las calles es uno de los elementos básicos en el manual terrorista de los comunistas, ahora llamados socialistas porque el nombre original apestaba a la conciencia popular humana. Pero el nombre es lo de menos. Los conocemos bajo cualquiera en que se escondan. Socialistas. Progresistas. Izquierdistas. Todo se reduce al dogma marxista que, una vez instalado en el poder, ejerce el terror como forma de gobierno, con el hambre y la miseria como repugnantes secuelas.

  Esta semana se cumplen dos meses del inicio de un desbordamiento vandálico irracional luego de la destitución del presidente Pedro Castillo, el 7 de diciembre, quien pretendió cerrar el Congreso, gobernar mediante decretos, y desmantelar el poder judicial, en un intento de auto golpe de estado. Ni el ejército, ni la policía, lo apoyaron en su plan, y terminó, merecidamente, en la cárcel.

  Y este acto de protección a la institucionalidad fue suficiente para activar el viejo mecanismo comunista de violencia en las calles, robo, asalto a los comercios, incendio a edificios, paralización de la economía, y, si en el transcurso, se tiñeran las calles de sangre con algunas muertes, mejor aún, porque se confirmaría, una vez más, el léxico marxista de que el fin justifica los medios, cualquiera que éstos sean.

  Todo lo antes dicho está pasando en Perú donde las muertes ya pasan de 60, y las pérdidas materiales, hasta el momento, se aproximan a los dos mil millones de dólares.

  No hay que ser clarividente, ni tan siquiera sagaz, para poder señalar, con bastante acierto, qué mano, o manos, están detrás de los infortunados sucesos de Perú. Siguen el mismo patrón de Chile y Ecuador. Al final, siempre se descubre que activistas “socialistas” o comunistas están entre los agitadores, apoyados por fondos de los gobiernos comunistas instalados en Latinoamérica.

  La intención en las protestas en Perú es reemplazar la democracia capitalista con un sistema de “socialismo” autoritario, cuyo final, siempre predecible por la vía histórica, es el estancamiento económico y la inestabilidad social.

  La Asociación de Estudios United Micro and Small Enterprises en Lima, ha reportado que los pequeños negocios están perdiendo un promedio de 15 millones de dólares diarios como consecuencia de los disturbios con la probabilidad de más de cien mil pérdidas de empleos en los próximos tres meses. Por otra parte, la Asociación de Productores Agrícolas de Perú reporta que desde el inicio del vandalismo prevaleciente se han perdido más de 150 millones de dólares. 

  Si los manifestantes violentos están en las calles desde diciembre, sin trabajar, y, por lo tanto, sin recibir salarios, cómo se sostienen.   

  Evidentemente sería interesante conocer de dónde proviene esa ayuda o compensación. Lo que nos trae directamente a la sospecha, muy notable, por cierto, de la injerencia de gobiernos cercanos, geográfica e ideológicamente, a los disturbios peruanos. 

  El presidente de México, López Obrador, fue el primero en solidarizarse con el golpista Castillo, lamentándose de no haberle podido ofrecer el asilo político antes de que fuera aprehendido. 

  Del mismo grupito de los “neo socialistas”, saltaron al vagón de los revoltosos, el cocalero Evo Morales, de Bolivia; Gustavo Petro, el ex terrorista guerrillero marxista, hoy presidente de Colombia; el presidente marxista de Chile, Gabriel Boric y el peronista presidente de Argentina, Alberto Fernández.

  Todos, como papagayos, declaraban al unísono, a la presidenta Dina Boluarte, como gobernante ilegítima, exigiendo su renuncia, llegando Petro a proponer una intervención internacional en Perú. 

  La evidente intención de este grupo de monjes grises es empujar a Perú hacia la órbita opresiva de Cuba, para juntarlos en la miseria con Bolivia, Venezuela y Nicaragua. Desde Bolivia llega la movilización masiva, organizada, patrocinada y pagada por el Socialismo del Siglo XXI; y del resto de la alianza socialista, liderada por México, viene el apoyo político en una descarada intromisión en los asuntos internos de Perú. 

  Donde queda más diáfanamente definida la evidencia de la participación foránea en la tragedia peruana, es en las actividades de los operativos de la inteligencia cubana desde la toma de posesión de Castillo como presidente. Cuba, dueña de enormes recursos de espionaje e inteligencia en esa parte del continente, había concluido que Castillo, por su inexperiencia política, tendría una presidencia inestable y efímera; y, consecuentemente, formuló un plan de agitación popular masiva, no para restituir a Castillo en el poder, en caso de su destitución, sino para instalar en la presidencia, mediante unas elecciones controladas, forzadas por los violentos motines callejeros, a gobernantes más capaces, de probada formación marxista, lejos del estilo rústico e improvisado de Pedro Castillo.

  Por eso, no es extrañar, ni coincidente, el nombramiento del coronel del ejército cubano, Carlos Rafael Zamora, como embajador de Cuba en Perú, quien, junto con su esposa, han estado, por muchos años, viajando por toda Latinoamérica, bajo la cobertura diplomática, reclutando agentes provocadores para ser usados en ocasiones como la presente en la nación andina.

  El vandalismo rampante que azota a Perú no es obra de la casualidad.

  Está cuidadosamente orquestado desde La Habana con la complicidad de Venezuela, Nicaragua, Bolivia y México.

  Y seguirá ocurriendo hasta que Estados Unidos se decida a revisar sus relaciones con las naciones en la parte Sur de nuestro continente, y actúe con firme decisión, en la defensa de la democracia y sus propios intereses.

BALCÓN AL MUNDO

Jair Bolsonaro, quien perdió su reelección presidencial frente a Luis Inácio da Silva, por escasísimo margen, se encuentra viviendo en Orlando, Florida, desde diciembre 30, bajo visa turística. Ha pedido al departamento de Estado una extensión de estadía hasta el mes de junio.

Además, en una entrevista de prensa, dijo que planea continuar en la política, lo que implica que, si goza de buena salud, será nuevamente candidato en las próximas elecciones presidenciales de Brasil.  *****

El actor Alec Baldwin fue acusado de homicidio involuntario por la fiscalía de Nuevo México, por el fatal disparo que mató a una cinematógrafa en el rodaje de la película “Rust” que nunca llegará al público.

Aunque Baldwin no tuvo la intención de matar a la víctima, en el Common Law, que es el sistema legal que prevalece en Estados Unidos, heredado de Inglaterra, la intención es reemplazada por gross negligence, o excesiva negligencia. De esta manera, Baldwin no tuvo la intención, pero actuó negligentemente, lo que lo hace culpable, de probarse ese cargo, de homicidio involuntario, o involuntary manslaughter.

Los abogados de Alec Baldwin tienen que probar que él no fue negligente, para salvarlo de una probable sentencia carcelaria.

A como lucen las cosas, por lo que sabemos, no será fácil, pero tampoco imposible. 

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  Exxon Mobil, la empresa petrolera más grande de Estados Unidos tuvo una ganancia récord en el año 2022. Ganó más de 55 billones de dólares y la administración de Joe Biden puso el grito en el cielo.

  Pero, durante la pandemia, en el 2020, cuando Exxon perdió cantidad récord de muchos billones debido al colapso del mercado petrolero, el hecho pasó desapercibido.

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  Hace dos semanas un alto funcionario del departamento de Defensa aterrizó, sin mucha publicidad, en Tel Aviv, para reunirse con Netanyahu. La semana pasada, con mucha prisa, el secretario de Estado, Antony Blinken, voló a Jerusalén para entrevistarse con el primer ministro israelí, y, de paso, visitar a líderes palestinos. (¿?)

  En realidad, el asunto palestino no fue el motivo de la visita.

   La presurosa visita de ambos funcionarios se produce después del ataque israelí a un almacén de drones en Irán. La administración Biden quiere calmar a Israel para que no agreda desproporcionadamente a Irán por sus fechorías, porque todavía mantiene esperanzas de llegar a un acuerdo con la dictadura teocrática, que lo tiene chantajeado con la producción de armas nucleares.

  Benjamín Netanyahu fue claro una vez más: Israel hará lo que sea necesario para evitar que Irán jamás sea un poder nuclear. Y no pedirá permiso a nadie para hacerlo.

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