Autor: Ramón Ángel Jara, Obispo chileno
Que tiene algo de Dios por la inmensidad de su amor, y mucho de ángel por la incansable solicitud de sus cuidados.
Una mujer que siendo joven, tiene la reflexión de una anciana y en la vejez trabaja con el vigor de la juventud.
Una mujer, que si es ignorante, descubre con más acierto los secretos de la vida que un sabio, y si es instruída se acomoda a la simplicidad de los niños.
Una mujer, que siendo pobre se satisface con los que ama, y siendo rica, daría con gusto sus tesoros por no sufrir en su corazón la herida de la ingratitud.
Una mujer que siendo vigorosa, se estremece con el llanto de un niño, y siendo débil se reviste a veces con la bravura de un león.
Una mujer que mientras vive no la sabemos estimar, porque a su lado todos los dolores se olvidan, pero después de muerta daríamos todo lo que poseemos por mirarla de nuevo un solo instante, por recibir de ella un solo abrazo, por escuchar un solo acento de sus labios.
De esa mujer no me pidas el nombre, si no quieres que empape en lágrimas el pañuelo… esa mujer yo la vi por el camino. ¡Es mi madre!
De esa mujer no me exijáis el nombre si no queréis que empape con lágrimas vuestro album, porque ya la vi pasar en mi camino.
Cuando crezcan vuestros hijos leedles esta página y ellos, cubriendo de besos vuestra frente os dirán que un humilde viajero ha dejado aquí, para ti y para ellos, un boceto del retrato de su madre.
A mi madre.
Por José Martí
Madre del alma, madre querida,
Son tus natales, quiero cantar;
Porque mi alma, de amor henchida,
Aunque muy joven, nunca se olvida
De la que vida me hubo de dar.
Pasan los años, vuelan las horas
Que yo a tu lado no siento ir,
Por tus caricias arrobadoras
Y las miradas tan seductoras
Que hacen mi pecho fuerte latir.
A Dios yo pido constantemente
Para mis padres vida inmortal;
Porque es muy grato, sobre la frente
Sentir el roce de un beso ardiente
Que de otra boca nunca es igual.
Señor bendice a mi madre
Señor bendice a mi madre; desde el seno materno
me cuidaba.
Señor bendice a mi madre; al nacer me alimentaba
con mucho amor.
Señor bendice a mi madre; que componía y me cantaba
las canciones más bellas que he escuchado para dormirme.
Señor bendice a mi madre; que en mi juventud me
aconsejaba cuando era necesario me “halaba las orejas”.
Señor bendice a mi madre; que de mayor
sigue aconsejándome.
Señor bendice a mi madre; que ahora es abuela y saca
fuerzas y tiempo de la nada, para sus nietos.
Señor bendice a mi madre; ahora que los años y
la salud le impiden moverse.
Señor bendice a mi madre; que la llamaste a tu reino para que allí encuentre paz y alegría.
Madre hoy siempre, aquí en la tierra o en el
cielo, recibe un beso de tu hijo,
que te quiere y no te olvida.
¡Feliz Día de las Madres!
Enrique Zayas
Hialeah, Fl.
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