Sacrificio  y libertad

18 de febrero de 2025

Pronto, se cumplirán 130 años del Grito de Baire,  y quien tuvo un crucial papel en la gesta del Grito de Baire, hecho glorioso que dio origen a la guerra que culminó en la victoria del heroísmo cubano contra el férreo sistema colonialista español  impuesto en la Isla por más de cuatro siglos de absoluto dominio, fue Juan Gualberto Gómez.

Aunque la historia exalta la gesta libertadora de los cubanos aludiendo al llamado Grito de Baire, ciertamente hubo alzamientos en otros lugares de la Isla. “Martí dio la orden del levantamiento desde Estados Unidos por medio de Juan Gualberto Gómez. La orden expresa llegó dentro de un tabaco, despistando así a las autoridades españolas … precisamente se escogió la fecha del 24 de febrero porque era domingo de carnaval y por lo tanto el movimiento de personas de un lado a otro, y las reuniones no llamaban la atención. Tan pronto como Juan Gualberto Gómez recibió la orden de Martí para el alzamiento realizó un viaje por toda la Isla, comunicándolo así a los comprometidos en las distintas zonas lo que permitió que el movimiento se iniciara con cierta sincronización por lo menos entre cinco lugares distintos de la Isla”. Uno de los levantamientos ocurrió en un sitio conocido como Ibarra, bajo la dirección de Juan Gualberto Gómez, quien fuera detenido en la intentona y castigado con la cárcel y el destierro. 

¿Quién fue Juan Gualberto Gómez? Su historia debiera ser conocida por todos los cubanos, y aunque de forma breve e incompleta queremos hoy darla a conocer.

Los padres de Juan Gualberto Gómez eran esclavos mestizos en la región agrícola del ingenio Vellocino, en un asentamiento llamado Sabanilla del Encomendador, y de acuerdo con una ley existente en aquellos días bajo el control colonial hispano en la Isla de Cuba, que se conocía como “vientre libre”, pudieron comprar la libertad del hijo por nacer.

Fermín Gómez y Serafina Ferrer, los padres del que fuera después un eximio patriota, compraron también su propia libertad, y con esfuerzos plausibles y sacrificados trabajaron para reunir los fondos necesarios para la educación de su hijo. Eran tiempos en que la discriminación racial era aborrecible, especialmente para las personas de la raza negra que habían sido esclavas. Nunca pudieron suponer que el poblado en el que nació Juan Gualberto iba a llevar posteriormente su nombre.

Los orígenes del pueblo de Sabanilla se remontan al año 1747, habiendo sido fundado por el encomendero de Indias, Miguel Otero con un caserío de 148 habitantes. Después de una epidemia que diezmó la población,  el sitial fue trasladado a su actual ubicación. En 1760 se creó la llamada capellanía pedánea   y en 1818, la ermita, asociada a la parroquia del pueblo de Limonar, ambos en la provincia de Matanzas. En un histórico árbol de tamarindo colgaron la campana que convocaba a los fieles a las celebraciones religiosas.

En los años finales de su adolescencia los padres de Juan Gualberto Gómez lo enviaron a Francia para que se especializara en la construcción de carruajes tirados por caballos, una profesión aplicable a un joven negro cubano del siglo dieciocho; pero alentado por profesores que notaron su destacada inteligencia se dedicó a estudiar periodismo, campo en el que logró destacarse de forma excepcional.

Cuando regresa a Cuba Juan Gualberto Gómez funda el periódico “La Fraternidad”, en el que se dedica a promover la armonía racial, la pasión por la libertad y la igualdad de derechos para todos los ciudadanos del país, independientemente del color de la piel. Probablemente inspirado por la democracia francesa y conociendo la lucha de su propio pueblo por alcanzar la libertad, se internó en el camino de la conspiración en contra del colonialismo español, de tal manera que en marzo del año 1880, por su apoyo a la llamada “guerra chiquita”, fue arrestado y posteriormente deportado. Pasó dos años en la triste célebre cárcel de Ceuta, territorio español enclavado en la costa norte de África y que limita con Marruecos. Al cumplir su condena carcelaria se le impone un exilio de ocho años en Madrid, con el explícito castigo de no poder regresar a Cuba. Durante su tiempo en España continuó colaborando con artículos y reseñas en ‘La Fraternidad”. Finalmente, en 1890 pudo volver a su patria.

Juan Gualberto no desperdició su tiempo en España. Los años que allí vivió fueron dedicados al periodismo rebelde. Fue redactor de “El Abolicionista”, y llegó a ser secretario de la Sociedad Abolicionista de Madrid, mientras trabajaba en el campo de la abogacía y como reportero parlamentario de diversas publicaciones. Entre sus temas de prioridad estaban los de la igualdad racial y la libertad de Cuba del colonialismo español. En el periódico “La Igualdad” publicó un vibrante artículo titulado “A Una Persona Prejuiciada” donde atacaba la infame noción de la inferioridad de la raza negra.  

El ilustre exesclavo se convirtió en un líder de las tareas libertarias de los cubanos. Su ensayo “Por qué somos separatistas”, en el que combatía el anexionismo y la falsa noción de que España aliviaría su control colonial sobre la Isla, afirmaba que el único destino de Cuba era su plena independencia y que, en la lucha, tanto negros como blancos, debían unirse para lograr tan gloriosa meta. Ese trabajo le ocasionó un arresto por 8 meses y la amenaza de un nuevo y definitivo destierro; pero en lugar de escapar hacia los Estados Unidos, como algunos amigos le sugirieron, Gómez decidió quedarse en Cuba enfrentándose a sus oponentes por medio del sistema legal, siendo sus victorias una puerta de salvación para muchos otros cubanos.   

José Martí con su incansable vocación de patria, estableció contacto personal con Juan Gualberto Gómez. Se han conservado al menos 9 cartas del Apóstol dirigidas al heroico matancero por medio de las cuales se estableció un estrecho vínculo de amistad y de compromiso mutuo en la organización de la gesta libertaria cubana que se inició el 24 de febrero de 1895 con el Grito de Baire. Juan Gualberto Gómez a cargo de la coordinación de los levantamientos en armas en la Isla se alzó en Ibarra, en la provincia de Matanzas con el aporte militar de López Coloma. El movimiento fue abortado por las tropas españolas. Coloma fue condenado a fusilamiento y Gómez, de nuevo, enviado a la cárcel y al destierro. 

En el proceso de la guerra independentista, Juan Gualberto Gómez alcanzó el grado de general. Al término de la guerra fue un oponente a la intervención estadounidense y a la llamada enmienda Platt. Fue un guardián de la República, hasta su muerte acaecida en el año 1933.

No podemos terminar esta breve reseña sin mencionar que de manera póstuma Juan Gualberto Gómez ha sido objeto de merecidos honores. Al pueblecito en que nació se le ha asignado su nombre, el aeropuerto internacional de Matanzas-Varadero lleva también su nombre. Tenemos entendido que éste es el segundo aeropuerto en importancia en la Isla después del de La Habana.

En el pueblo de Unión de Reyes, a pocos kilómetros de Juan Gualberto Gómez (recordemos que éste es el nombre oficial del poblado de Sabanilla del Encomendador) se ha establecido un museo que dispone de un amplio departamento dedicado íntegramente a la memoria del ilustre patriota de la raza negra. En La Habana su bisnieta Mercedes Ibarra Ibañez, la última mujer descendiente directa de Juan Gualberto Gómez, pronunció estas palabras: “Ya contamos con un espacio dedicado a su figura –refiriéndose a su bisabuelo-, que es el Museo Casa Juan Gualberto Gómez situado en Empedrado entre Compostela y Habana, en la Habana Vieja. Allí todo el mundo podrá acercarse a sus objetos de trabajo y de uso personal, sus libros y su documentación conservada por la familia. Otros museos municipales como el del poblado Juan Gualberto Gómez, de Unión de Reyes y el Museo Municipal de Arroyo Naranjo también han reservado un espacio para su figura”.

En un artículo aparecido en la revista “Bohemia” el 11 de junio del 1954, titulado “Así se forja una Nación”, y al que no se le señala el nombre del autor, dedicado a reseñar la conducta de Juan Gualberto Gómez en Cuba Republicana, aparecen estas palabras que citamos como epílogo a este trabajo:

“Son los tiempos finales. Vive en una modesta casita de madera. Está muy enfermo. Maltrecho el cuerpo sufre en medio de la escasez económica. El 5 de marzo del 1933, cuando ya la dictadura machadista se tambaleaba, cerró sus ojos para siempre Juan Gualberto Gómez y Ferrer, un cubano cabal, cuyo recuerdo vivirá eternamente entre los cubanos de todas las épocas, como un símbolo magnífico de patriotismo y lealtad a las ideas”.

El 24 de febrero, no puede hablarse del valeroso esfuerzo de los libertadores sin mencionar el nombre de Juan Gualberto Gómez, un héroe que pagó el precio del sacrificio para obtener el logro sagrado de la libertad.

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