Rubén Darío: padre del Modernismo como movimiento literario en Iberoamérica

Written by Libre Online

16 de enero de 2024

Nicaragua celebra este 18 de enero el 157 aniversario del natalicio Félix Rubén García Sarmiento, reconocido en el mundo como Rubén Darío y el “Príncipe de las Letras Castellanas”

DE LA REDACCIÓN DE LIBRE Y FUENTES ANEXAS

Rubén Darío es el poeta y orgullo nicaragüense que siempre será recordado por su maravillosa e inigualable obra literaria y poesía, dejando grandes huellas en cada escrito, cada obra y cada país que visitó, dejando en alto el nombre de Nicaragua, siendo la tierra que vio nacer a tan importante figura en el mundo literario a nivel internacional.

Rubén Darío, (Metapa, República de Nicaragua, 18 de enero de 1867 – León, República de Nicaragua, 6 de febrero de 1916). Poeta, periodista y diplomático, está considerado como el máximo representante del modernismo literario en lengua española. 

Su nombre completo es Félix Rubén García Sarmiento. Su familia paterna era conocida como los Daríos, y por ello adopta apellidarse Darío. 

Cursa estudios elementales en León (Nicaragua). De formación humanística, es un lector y escritor precoz. En sus poemas juveniles, publicados en un periódico local, se muestra muy independiente y progresista, defendiendo la libertad, la justicia y la democracia. Con 14 años empieza su actividad periodística en varios periódicos nicaragüenses. 

A los 15 años viaja a El Salvador y es acogido bajo la protección del presidente de la república Rafael Zaldívar a instancias del poeta guatemalteco Joaquín Méndez Bonet, secretario del presidente. En esta época conoce al poeta salvadoreño Francisco Gavidia, gran conocedor de la poesía francesa, bajo cuyos auspicios intentó por primera vez adaptar el verso alejandrino francés a la métrica castellana, rasgo distintivo tanto de la obra de Rubén Darío como de toda la poesía modernista.

De vuelta en Nicaragua, en 1883, se afinca en Managua donde colabora con diferentes periódicos, y en 1886, con 19 años, decide trasladarse a Chile, en donde pasa tres años trabajando como periodista y colaborando en diarios y revistas como «La Época» y «La Libertad Electoral» (de Santiago) y «El Heraldo» (de Valparaíso). Aquí conoce a Pedro Balmaceda Toro, escritor e hijo del presidente del gobierno de Chile, quien le introduce en los principales círculos literarios, políticos y sociales del país, y le ayuda a publicar su primer libro de poemas «Abrojos» (1887) animándole a presentarse a varios certámenes literarios. En Chile amplía sus conocimientos literarios con lecturas que influyen mucho en su trayectoria poética como los románticos españoles y los poetas franceses del siglo XIX. 

En 1888 publica en Valparaíso el poemario “Azul”, considerada como el punto de partida del Modernismo. Esta fama le permite obtener el puesto de corresponsal del diario “La Nación” de Buenos Aires.

Entre 1889 y 1893 vive en varios países de Centroamérica ejerciendo como periodista mientras sigue escribiendo poemas. En 1892 marcha a Europa, y en Madrid, como miembro de la delegación diplomática de Nicaragua en los actos conmemorativos del Descubrimiento de América, conoce a numerosas personalidades de las letras y la política españolas y en París entra en contacto con los ambientes bohemios de la ciudad.

Entre 1893 y 1896 reside en Buenos Aires, y allí publica dos libros cruciales en su obra: “Los raros” y “Prosas profanas y otros poemas”, que supuso la consagración definitiva del Modernismo literario en español.

El periódico argentino “La Nación” le envía como corresponsal a España en 1896, y sus crónicas terminarían recopilándose en un libro, que apareció en 1901, titulado “España Contemporánea. Crónicas y retratos literarios”. 

En España, el autor despierta la admiración de un grupo de jóvenes poetas defensores del Modernismo como Juan Ramón Jiménez, Ramón María del Valle-Inclán y Jacinto Benavente. En 1902, en París, conoce a un joven poeta español, Antonio Machado, declarado admirador de su obra. 

En 1903 es nombrado cónsul de Nicaragua en París. En 1905 se desplaza a España como miembro de una comisión nombrada por el gobierno nicaragüense, con el fin de resolver una disputa territorial con Honduras, y ese año publica el tercero de los libros capitales de su obra poética: “Cantos de vida y esperanza, los cisnes y otros poemas”, editado por Juan Ramón Jiménez. 

En 1904 viajó por Andalucía, Marruecos, Alemania, Austria-Hungría e Italia. Al año siguiente salió publicado Cantos de vida y esperanza y murió su hijo de bronconeumonía.

En 1906 participa, como secretario de la delegación nicaragüense, en la Tercera Conferencia Panamericana que tuvo lugar en Río de Janeiro. Poco después es nombrado ministro residente en Madrid del gobierno nicaragüense de José Santos Zelaya hasta febrero de 1909. Entre 1910 y 1913 pasa por varios países de América Latina y en estos años redacta su autobiografía, que aparece publicada en la revista “Caras y caretas” con el título “La vida de Rubén Darío escrita por él mismo”, y la obra “Historia de mis libros”, esencial para el conocimiento de su evolución literaria. 

En 1914 se instala en Barcelona, donde publica su última obra poética de importancia, “Canto a la Argentina y otros poemas”. Al estallar la Primera Guerra Mundial viaja a Nueva York, donde, pese a que fue invitado a la Universidad de Columbia, su situación económica y su salud empeoraron notablemente. 

Y, tras una breve estancia en Guatemala, regresa definitivamente a León (Nicaragua),  donde fallece el 6 de febrero de 1916.

Obras importantes de Rubén Darío 

• Azul… (1888), libro de poemas y cuentos escrito y publicado en Chile, es la primera revelación del amplio espíritu moderno de Darío, que un año antes había ya publicado Rimas y Abrojos. Este libro representa la primera tentativa por asimilar “al idioma español las cualidades plásticas, pictóricas y musicales del francés”, experimentando con nuevas formas como el poema en prosa. Como en el relato “Un retrato de Watteau”, el Darío de esta época es fragante y colorista y se entrevé a decir de Juan Valera, quien prologa la 2.ª edición del libro, la mano delicada de los “Hugo, Lamartine, Musset, Baudelaire, Leconte de Lisle, Gautier, Bourget, Sully Proudhomme, Daudet, Zola, Barbey d’Aurevilly, Catulo Mendés, Rollinat, Goncourt, Flaubert y todos los demás poetas y novelistas”.

• Prosas profanas y otros poemas (1896) supone la consagración de la poética dariana. A pesar de la “sencillez y poca complicación” que declara Darío, poemas como “Ama tu ritmo…” o “Yo persigo una forma…” dan cuenta de la nueva estética, proclamando todas las novedades conceptuales y formales de la poética modernista. Un renovado lenguaje fundador de nuevos universos creativos. Crear: como única y primera ley del verdadero creador.

“Si Azul… simboliza el principio de mi primavera, y Prosas profanas mi primavera plena, Cantos de vida y esperanza encierra las esencias y savias de mi otoño”. Tras el exteriorismo de sus libros anteriores, en éste de 1905, sus versos se vuelcan decididamente hacia “El reino interior”. Se acentúa el tono personal y filosófico en composiciones como “Yo soy aquel que ayer no más decía” o “Lo fatal”. Se vislumbra también la conciencia de ser americano, de vivir en una América española “que tiembla de huracanes y que vive de Amor”.

• En El canto errante (1907), cuyo prólogo está dedicado «a los nuevos poetas de las Españas», reclama Darío la importancia de la labor del poeta en el mundo moderno. Este libro resume los que habían sido motores poéticos de sus libros anteriores, matizando algunos y reafirmándose en todos.

• Tras Poema del otoño y otros poemas (1910) y Canto a la Argentina y otros poemas (1914) y algunas recopilaciones de crónicas políticas y apuntes de viaje, culmina providencialmente su producción literaria con un título que, publicado el mismo año de su desaparición, encierra el sentido de toda su obra: Y una sed de ilusiones infinita.

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