¿RON DESANTIS VS GAVIN NEWSOM PARA EL 2024?

Written by Adalberto Sardiñas

7 de septiembre de 2022

Las elecciones presidenciales del 2024, todavía en términos embrionarios por la lejanía en el tiempo, se enfoca, sin embargo, a estas tempranas horas, en dos candidatos jóvenes, gobernando, en el presente, a dos estados importantes de la nación: Florida y California.

  Para nadie es secreto que Ron DeSantis, de la Florida, y Gavin Newsom, de California, están montando el ensamblaje protocolar, para anunciar, en su momento oportuno, su declaración oficial de presentarse como aspirantes a la nominación por sus respectivos partidos. Eso será, probablemente, el año próximo, contando conque ambos hayan ganado la reelección en la que están enfrascados en estos momentos.

  Pero tanto DeSantis, como Newsom, se enfrentan a las aspiraciones, muy debatibles, de figuras como el presidente Biden y el ex presidente Trump, que insisten en regresar a la Oficina Oval. Un dilema serio que no proyecta ni beneficio ni seguridad para la nación. A uno le aqueja la fragilidad física y mental como producto de los años, y al otro, peor aún, le sepultan los escándalos, su carácter, y sus bizarras reclamaciones del robo de su elección presidencial, nunca probada.

  Repito algo que expresé en un artículo varias semanas en el pasado: Sería mejor que ambos, Biden y Trump, se retirarán de la política y dejarán el espacio, amplio y libre, a figuras jóvenes, e inteligentes, que aporten nuevas ideas y dinamismo a la estabilidad y engrandecimiento del país.

  Sería interesante las candidaturas a la presidencia de estas figuras que ocupan nuestra columna de hoy.

   El votante tendría una opción clara. DeSantis ideológicamente en el campo conservador, no extremista. Y Newsom, en el ala izquierda del espectro político, tratando, a últimas fechas, de separarse un tanto del progresismo extremista de su partido.

  ¿Llegarán a ser los nominados, y, por consiguiente, los candidatos? El tiempo, y las probables cambiantes circunstancias políticas dirán la última palabra.

   Ambos, DeSantis y Newsom, están plenamente calificados, con la ventaja adicional de la experiencia valiosísima de haber gobernado dos estados con la equivalencia, en términos prácticos, políticos, y económicos, de dos naciones independientes.

  Gavin Newsom tendrá que esperar por la decisión final de Biden. Si éste continúa en su empeño de reelección, es difícil que los delegados del partido ignoren el deseo de un presidente en funciones, a menos que figuras prominentes, juiciosas, y persuasivas, le convenzan de otro modo. Esto es absolutamente factible.

   El caso de Ron DeSantis es mucho más complejo y complicado. La incógnita que controla el destino político inmediato del gobernador de Florida, es la figura de Donald Trump. Si éste decide aspirar de nuevo a la presidencia, como todo parece indicar, De Santis se encuentra en un “catch 22” situación. Trump, por ahora, al margen de la posibilidad de sorpresivos actos de temblores sísmicos, es la figura dominante en el Partido Republicano. Pero, el mundillo político está en permanente flujo y las aguas pueden cambiar su cauce.

  DeSantis es tan conservador como Donald Trump, pero con diferente estilo. En efecto ellos comparten los mismos principios con ligeras variantes. Si embargo, el gobernador no resulta tan punzante, ofensivo, y rampante en su retórica, como el ex presidente, y esto sienta mejor con los independientes y la clase más moderada del electorado republicano. 

  Sin duda, el mayor obstáculo que espera a DeSantis en su aspiración presidencial, recae en Donald Trump. Cuando el invierno suceda al otoño, y las elecciones de medio término hayan concluído, y, el gobernador DeSantis, presumiblemente, comience su segundo término, los humos se habrán disipado y las estrategias se irán conformando de acuerdo a las expectativas del candidato.

  El futuro cercano ofrece un panorama interesante, más para los republicanos que para los demócratas. Los demócratas, en este contexto, están en condiciones más sólidas. Joe Biden no es un obstáculo al estilo de Trump. Siempre, al final, ha sido disciplinado y se ha inhibido en favor del partido. Esto, sin duda, es un factor importante para las aspiraciones de Gavin Newsom.

  Por otra parte, el gobernador de California, que ya ha dado señales de cierta moderación en un ligero giro hacia el centro, no es inmune a los intereses partidistas de grupos. Los elementos progresistas, radicados en la extrema izquierda de su partido, insisten en forzar su agenda populista, y ya empiezan a mirar, con recelo, ciertas medidas, no de su agrado, que ha vetado el gobernador, como son dilatar el cierre de la planta nuclear Diablo Canyon, y el sorprendente apoyo para la creación de una planta de desalinización en la ciudad de Huntington Beach, en el condado de Orange, en completa oposición a los grupos ambientalistas que se oponían vociferantemente.

  ¿Oportunismo político, o estrategia de una campaña incipiente? Probablemente un poco de ambos.

  Nos decidimos a tratar este tema a una edad temprana, conscientes de que muchas cosas pueden suceder en el eterno tiempo de dos años en el mundo político, y que, tal vez, los acontecimientos se den de una forma muy distinta a lo analizado.

  Empero, nos gustaría que los comicios del 2024 para elegir a nuestro próximo presidente, no sea entre Biden y Trump como aspirantes. Sería una deprimente frustración. ¿Es, acaso, todo lo que tenemos como reserva para el destino de esta gran nación?

  No lo creo. De ser así, el país no anda bien. Y tenemos que regresarlo a los gloriosos días de su grandeza, a los acordes de “América the Beautiful”.



BALCÓN AL MUNDO

Murió en la Clínica Central de Moscú, a los 91 años, Mikhail Gorbachov, el último líder de la Unión Soviética. Así lo anunció, escuetamente, una agencia oficial de noticias. El gobierno de Vladimir Putin lo desestimaba porque había contribuido a la desintegración del Imperio del Mal. Para el mundo, en especial para Occidente, había muerto un hombre de enorme estatura moral, que llegó a entender, reconocer, y apreciar al hombre como el centro de todas las cosas. De esa apreciación, brotaron los dos puntales fundamentales de su legado: Glasnot (restructuración) y Perestroika (apertura) que desató muchas de las restricciones que sufría la sociedad rusa, y, en el transcurso, desencadenó a docenas de países del bloque del Este, reunificó al Este y Oeste de Alemania, mejorando, grandemente, las relaciones con Estados Unidos.

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El inevitable Díaz Canel, “electo” presidente por el unicastro voto de Raúl, en unas declaraciones, mientras hablaba del incendio de los tanques, después de repetir que Cuba no tiene los recursos para remediarlo, se desbordó en epítetos contra los que critican a su gobierno por la ineptitud en combatir el siniestro. Los llamó indecentes, groseros y vulgares por haberle pedido explicaciones por algo que les afecta directamente a su salud.

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El Army americano ha suspendido el uso, temporalmente, de toda la flota de los helicópteros CH-47 Chinook debido a ciertas fallas que provocan incendios en sus motores.

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El presidente Joe Biden anda a todo trote en una campaña intensa para salvar las dos Cámaras en las próximas elecciones de Medio Término. Los augurios, pese a sus esfuerzos, no le favorecen. 

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Gustavo Petro, presidente de Colombia, le envía su embajador a Maduro, de Venezuela, y éste le corresponde con el suyo. Quieren restablecer relaciones cordiales, dentro de lo posible, a sabiendas de que Maduro nunca se rige por las reglas del juego. En su territorio circulan por la libre los miembros de la guerrilla, gozando de la impunidad que les ofrece el gobierno de Venezuela.

Petro, en capítulo aparte, pretende ser el líder político de América Latina, cosa que también pretende López Obrador, de México. Sin embargo, el colombiano lleva la mejor parte poque es políticamente más astuto e inteligente. López Obrador es un populista rústico, demagogo, con poca imaginación, que cree que con el apoyo de la población ignorante puede controlar el rumbo latinoamericano contra la influencia de Estados Unidos.

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