RETOUR À CUBA, UNA SAGA CAFETALERA FRANCO-CUBANA

Written by Demetiro J Perez

2 de febrero de 2022

Como nació en 1959 Laurent Bénégui estaba probablemente predestinado a escribir un día acerca de Cuba. Exitoso escritor, escenarista y guionista francés tomó conciencia después de haber publicado más de una docena de novelas, de la existencia en las raíces más recónditas de las dos generaciones que lo habían precedido, materia para un libro definitivo y seminal capaz de desmenuzar el  modesto itinerario su propio linaje. Para llevar a término la idea de contarlo – ordenando, investigando y cotejando historias y cabos sueltos –  emprendió una aventura personal que se materializó en entrevistas con sobrevivientes, colecta de papeles viejos y un viaje desde París a las estribaciones de la Sierra Cristal del Oriente cubano. El resultado ha sido Retour à Cuba, una obra apasionante de 300 páginas publicada hace un año en Francia por Ediciones Julliard.  Etiquetado como novela es en realidad un recuento autobiográfico en el cual el autor hurga en la vivencia de sus antepasados; en su contextualización primera allá en lo más profundo de la Francia rural de la segunda mitad Siglo XIX; y en la emigración de numerosísimos europeos de la época hacia las Américas. Y entonces se detiene en un hito: la azarosa insersión de su tío abuelo emigrante en Cuba a mediados de 1892.

En el punto de partida están alineados los 17 hijos de un campesino bearnés nacido en 1829. Uno de ellos, conciente de la estrechez de un futuro que se anunciaba miserable para él, decide partir a correr fortuna para extraerse de la crítica situación que reinaba entonces en el piedemonte norte del oeste pirineo. Allí aquél joven no hacía otra cosa que trabajar la tierra para ayudar a su padre y comer malamente.  Jean-Baptiste, el más osado y probablemente el mejor dotado de la gran fatría, hizo camino en 1892. Andando. Consiguió enrolarse como asistente de cubierta – única manera de pagar su pasaje de ida porque sin dinero no contaba con otro recurso que no fuera la fuerza de sus brazos – en un barco mercante que cubría regularmente el trayecto Burdeos-Buenos Aires. En su espíritu anidaba también el altruísta propósito de ayudar a quienes dejaba detrás.

La nave a bordo de la cual zarpó hacía una escala en La Habana.  Al llegar allí el «pionero»Bénégui bajó a tierra, gustó del clima y del ambiente habaneros y sin pensarlo mucho decidió permanecer en Cuba. Good bye, Argentina. Dos años después la Guerra de Independencia estallaría en la isla española. Lo que vino a continuación en términos de trastornos y vicisitudes no fue obstáculo para que el recién llegado, carente tanto de oficio como de beneficio, se convirtiera sucesivamente en mano de obra en un mercado, carretonero y pequeño empresario de transporte. Estando en esos trajines conoció a un comerciante español quien, sugiriéndole ir hacia el este insular para probar fortuna en la agricultura, lo remitió a un pariente. Así fue que llegó a la zona montañosa que queda en medio del triángulo que dibujan sobre la geografía oriental Mayarí, Santiago de Cuba y Guantánamo. Compró a crédito un par de caballerías de tierra parte de un realengo, y se consagró al cultivo de café enano de sombra imitando a otros paisanos ya establecidos en el área. Trabajó duramente creando una plantación que en el futuro le permitiría prosperar ininterrumpidamente hasta 1959, cuando «llegó el Comandante y mandó a parar»

El trayecto de esa aventura humana encarnada e iniciada por Jean-Baptiste Bénégui me sensibilizó doblemente a medida que avancé en la lectura de «Retour».  Mi padre solía contar como un día, teniendo 18 años y recostado a su azadón, se dijo que no era posible resignarse al estrecho horizonte de permanecer para siempre laborando en la finquita de su padre, mi abuelo Tocayo. A partir de ese momento y a puro pulmón mi Viejo comenzó a superarse hasta hacer carrera en la capital.  Otra persona, una francesa que tendría más tarde mucho que ver en mi vida, partió de Amberes hacia Nueva York en 1938. Huía de una ruptura sentimental y de una guerra que ya estaba presintiéndose en el horizonte europeo. Iba sola y con poco dinero en el bolso. También ella optó por no volver a subir al barco cuando hizo la programada escala habanera: el puerto y la ciudad la deslumbraron. Naturalmente no pude dejar de establecer una relación entre lo que leí en «Retour» y lo que esas dos personas tan cercanas a mi habían vivido en cronologías y en circunstancias diferentes. Las vidas se viven solo una vez, pero cada una a su cadencia y en dirección hacia un destino tan propio como cósmico.

En el curso de las décadas que sobrevinieron a partir del nacimiento de la República en 1902, aquél pionero francés venido del Berne engrandeció sus cafetales, viajó a Franciadonde contrajo matrimonio y concretó un proyecto según el cual uno de sus hermanos lo imitara en la aventura cubana. América toda era Tierre Prometida y Europa no podía ser en la década 1920 más inhóspita como consecuencia de los conflictos que la asolaban.  Jean-Baptiste estaba seguro de que a dos conseguirían, no solo duplicar la prosperidad en un país bendito como era la Cuba del primer tercio del Siglo XX sino que, repatriando parte de los beneficios obtenidos, sacarían para siempre de la pobreza a la totalidad del clan Bénégui.

Lo que siguió en la vida real y en el recuento hecho por Laurent en «Retour – y es por eso que titulé esta crónica cual desenvolvimiento de una saga- fue la descripción de la aventura paralela de ambos hermanos en Oriente: Jean-Baptiste, el bueno; y Léopold, un mediocre al cual le tocó venir a establecerse en Cuba obligado por circunstancias para él ingobernables. Nunca segundas partes fueron buenas. Y es él el abuelo del autor del libro. Como bien sabemos nadie escoge a su familia: ahí esta, sentado en el centro de la fotografía que ilustra esta página. Se le ve rodeado de su esposa y de sus cinco hijos: el sexto esta en camino y lo lleva en el vientre Madeleine, la bella mujer que posa de pie a su izquierda. Inesperadamente  sobreviviría muy poco tiempo a esa instantánea porque carcomido desde 1917 por los gases inhalados en las trincheras durante la Primera Guerra Mundial y cirroso gracias alcohol ingurgitado desde su desmovilización, moriría meses más tarde a 34 años de edad. La viuda aseguró la continuidad sin amilanarse y vivieron de la fértil tierra que como otros inmigrantes franceses implatados en la región habían sabido domeñar.

Para apuntalar su relato, el autor inserta  situaciones noveladas como la de hacer pasar a Raúl Castro por la trama. Laurent Bénégui cuenta con fluidez y con maestría, detallando generalidades en las cuales el lector si es cubano puede asociar lo propio a lo que vivieron sus familiares en Cuba, antes y después de 1959. Las descripciones y enjuiciamientos que hace de la opresión sufrida por el pueblo cubano a partir de la consolidación del castrismo resultan inapelables y justos. Concurre entonces, sin estridencias, la etiología del despojo sufrido en los campos por propietarios no tan opulentos finalmente. Tras lo cual llegó subsecuentemente la ruina inapelable de la agricultura cubana. No faltan los detalles que rodean las gestiones para huir de una isla transformada en prisión. Y poco importaba que fueran ciudadanos franceses.

Como al autor le sobra métier el lector, al mismo tiempo que intuye lo autobiográfico, disfruta al verlo salvar airosamente la membrana que separa lo real de la ficción. El sálvese quien pueda de los años 1960 es casi de película con la familia pugilateando para expatriar parte de sus bienes; cambiar pesos por divisas clandestinamente; y enviar lo poco que podían al exterior. Consecuencia final de todo ello un conflicto intestino saldado con los miembros de una gran familia divididos a ambos lados del Atlántico:  sus verdades respectivas nadie es capaz de conciliarlas para la posteridad. El denominador común de la ruina final de los Bénégui es un eslabón más en la larga cadena de despojos y de injusticias que el castrismo ha provocado y sigue provocando en  Cuba. Atrapado por la genética, Laurent Bénégui ha escrito a 60 años de edad un libro magnífico e indispensable que merecería ser publicado en español y leído ya mismo por quienes puedan hacerlo en francés. Está disponible por las vías usuales para compras en la red. El título de esta novela lo sugiere muy bien, es un regreso a los orígenes. Debemos tratar de volver a las historias familiares propias extrayendo de ellas la savia de la verdad, indispensable a quienes nos sucederán.

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