Raúl Lamar: la figura tras la escultura de Ignacio Agramonte

Written by Libre Online

5 de septiembre de 2023

Por Lilian María Aróstegui Aróstegui

Históricamente, las ciudades han sido enriquecidas con la presencia de esculturas  devenidas en hitos culturales y de identidad más allá de sus fronteras. De todas las temáticas representadas, la referida a los grandes caudillos militares ocupa un lugar preferencial.

En Cuba, a partir de la instauración de la República, la imagen de las ciudades ofrece cambios que anuncian los aires de modernidad según las disposiciones y acuerdos del  Ayuntamiento como órgano encargado de conceder el necesario permiso oficial. Camagüey tiene el primer monumento patriótico republicano dedicado a Ignacio Agramonte Loynaz en el espacio público que, desde su fundación definitiva, devino en centro y símbolo de la vida y el quehacer del pueblo.

Sin embargo, los camagüeyanos de hoy desconocen quién fue el autor de la idea de erigir la estatua ecuestre para perpetuar la imagen gallarda de El Mayor. Su nombre y su obra se encuentran con reiteración en las actas capitulares del Ayuntamiento y en la publicación periódica El Camagüeyano de finales del siglo XIX y hasta 1912.

Raúl Lamar Salomón, nacido en Matanzas, estaba casado con la camagüeyana Florentina Roura Montejo  y tenía su lugar de residencia en la casa de sus suegros, el Licenciado D. Pablo Roura y Dª. Ángela Montejo, cita en Independencia 119 – antigua propiedad de los Condes de Villamar y hoy sede de la Logia La Perseverancia – esquina a la calle que, después de su muerte llevaría su nombre. Aunque trabajó en el Registro de la Propiedad, fue su nombramiento como Concejal del Ayuntamiento de la ciudad en 1899 lo que le permitió hacerse conocido y apreciado por sus compañeros, sus amigos y el pueblo.

Su filiación a ideas humanistas,  hicieron posible que la huella de Lamar, a través de su paso por la vida, se materializara en obras de virtud ante los ojos de sus coetáneos. Apenas nombrado en el cargo da muestra de su preocupación por el flagelo del desempleo para la familia y sus nefastas consecuencias, la situación de los veteranos del Ejército Libertador, la aprobación de una pensión decorosa para el Generalísimo Máximo Gómez.

En 1900 es nombrado Inspector del Mercado de Abasto de la ciudad en la calle Cisneros, actualmente desaparecido, y que estaba en los terrenos que hoy ocupa la Clínica Mártires de Pino 3, allí efectuó reparaciones capitales dadas las malas condiciones constructivas que existían, organizó y enumeró las casillas, logró el orden y las condiciones higiénicas indispensables para un excelente funcionamiento y redactó las bases del reglamento. En ese mismo año, simultaneó esta labor con el nombramiento de inspector del Casino Campestre.

A su  faena en este espacio de recreo se le debe la construcción de un puente de gran belleza realizado con maderas preciosas, del que si bien no quedaron vestigios, sí se conoce su trascendencia, se le deben además la construcción de las aceras, la pavimentación de las calles, el diseño de los hermosos jardines, fuentes, pajareras, la utilización de las magníficas rejas del Parque de la Reina, hoy Parque Agramonte y que aún podemos admirar en la fuente a la entrada del Restaurante El Emperador y que fuera posiblemente la casa del conserje edificada bajo su empeño. Se construyeron también el parque infantil para el disfrute de los más pequeños y la glorieta desde donde las bandas de música de la ciudad pudieron difundir su extenso repertorio. Lamar organizó la circulación por las calles interiores del Casino para los coches y los jinetes y creó un horario de apertura y cierre, medidas estas últimas con las que demostró su celo en la protección del encantador lugar de recreo de los camagüeyanos. 

En 1901 dotó a la Iglesia de La Merced de su reloj con lo que el pueblo pudo servirse de un servicio de gran utilidad. Lamar fue un hombre multifacético y de probada capacidad de trabajo.

 Como Presidente de la Sociedad Popular Santa Cecilia, el 19 de abril de 1902 propuso erigir una estatua a Ignacio Agramonte para perpetuar su memoria. Aprobada por unanimidad, se acordó sufragar los gastos por medio de una suscripción popular por cuenta de la propia Santa Cecilia.

El propio Alcalde elogió la idea y, según la prensa de la época, dijo “[…] que se tome por modelo de la estatua de Agramonte, a la que de Simón Bolívar existe en la ciudad de Caracas, la cual, a juicio de los inteligentes, es una de las más notables que existen en el mundo.”  En efecto, la escultura del Libertador de América que está en  la Plaza de Bolívar en Caracas, realizada por Ádamo Tadolini e inaugurada el 7 de noviembre de 1874, se destaca por su gran impacto visual.

En un principio el Casino Campestre acogería la estatua, pero luego se determinó  ubicarla en el lugar que ocupaba la farola central de la antigua Plaza de Armas, convertida en el parque protagónico de la vida de la ciudad y a poca distancia de su casa natal. 

El día de la instauración de la República,  la Sociedad Popular Santa Cecilia concurrió al acto de colocación de la primera piedra, testigos de ello fueron Raúl Lamar Salomón en su carácter de Presidente, el Ayuntamiento de la ciudad en pleno con su Presidente y Alcalde Municipal Interino Ángel Martínez Bacallao, el Gobernador Civil de la Provincia y Jefe que fue del Tercer Cuerpo del Ejército Sr. Lope Recio Loinaz, Amalia Simoni Argilagos, el ayudante personal de El Mayor Enrique Loret de Mola y Boza, representantes de corporaciones oficiales, del clero, comunidades religiosas, prensa, centros de instrucción y recreo, del Instituto y Superintendencia Provincial, en fin todo el pueblo sin distinción de raza o posición económica, unido para atestiguar el nacimiento de la gran obra.

La primera piedra fue de granito y estuvo bendecida por el Vicario de la Ciudad Manuel Martínez Saltage quien, junto al Padre Olallo, lavara el cuerpo del Héroe el 12 de mayo de 1873. En presencia de todos Lamar pronunció: 

[…] un breve y sentido discurso y fueron colocados dentro de una pequeña caja de cobre un número del periódico diario “Patria y Libertad”, una hoja suelta dada a la estampa del periódico “Las dos Repúblicas” y un acta levantada por el Ayuntamiento de esta ciudad, 2 monedas de plata, una de una peseta española y la otra de 1/4 de peso americano y un testimonio del acta del abogado. La caja cerrada se enterró en una fosa hecha en la base de la farola del centro del parque y que tiene la dirección noroeste, además de colocarse una lápida de mármol.” 

El encargado de recoger el acta fue el Notario Licenciado Arturo Roca Silveira, también firmaron el documento Amalia Simoni, su viuda, Ignacio Agramonte Simoni, su hijo, Concepción Agramonte, y los señores Raúl Lamar, Presidente de la Santa Cecilia, Ángel Martínez Bacallao, Alcalde Municipal, Lope Recio Loinaz, Gobernador Civil, Enrique Loret de Mola,  Presbíteros Manuel Martínez Saltage, Felipe Llanos Godínes y Rafael Sosa Jurado en representación del Clero, Ramón Suárez García por el Consejo Provincial, Abelardo Rico, Américo Silva Castellanos y Agustín de Miranda Piloña por los Ayuntamientos de Ciego de Ávila, Nuevitas y Santa Cruz del Sur respectivamente, Emilio Luaces Iraola por el Club “Martí” de Nuevitas, Ramón Duray y Francisco Carnesoltas por el Centro Obrero de Santa Cruz del Sur y Bernardo J. Junco Despau, por el Instituto Provincial de Camagüey.

El parque, como principal nodo público de la ciudad, quedó en medio del afán constructivo y se convirtió en el escenario idóneo para acoger a la representación escultórica del Mayor, también se prepararon las actividades con vistas al 24 de febrero de 1912, fecha de la inauguración.

Pero en medio de tanto regocijo, Raúl Lamar, el autor de la idea para la realización del monumento, estaba muy enfermo de modo que no pudo hacer entrega del mismo al Alcalde Municipal, en su lugar lo hizo a nombre de la Sociedad Popular Santa Cecilia el Sr. Walfredo Rodríguez como uno de sus Directivos.  En su discurso señalaba Rodríguez que la estatua “[…] representa también un cúmulo enorme de trabajos, de sacrificios, de abnegación y de perseverancia por parte de la Sociedad Popular Santa Cecilia y especialmente por parte de su digno Presidente, el señor Raúl Lamar, para el cual ha sido una verdadera obsesión el que llegara este día hermoso […]”  En la misma página se describe el emotivo momento en que Amalia develara la imagen del Mayor en compañía de Lamar y otros directivos de la sociedad.

Lamar recibió el reconocimiento de la familia de Agramonte, así como de la Santa Cecilia, el Ayuntamiento, del cual era Concejal, sus amigos y el pueblo en general, para agasajarlo se le ofreció un Banquete el domingo 3 de marzo de 1912 en el “Hotel Plaza” amenizado por la Banda Infantil. A continuación ofrecemos in extenso la reseña de la prensa fechada el 4 de marzo de 1912:

Festejo de casa, festejo íntimo y fuera de programa, pero festejo obligado y caballeroso, harto merecido por el Presidente de la Popular y harto sentido por todos para que faltara. No podía faltar, surgió la idea del banquete en la mente de los más rápidos cuando ya estaba cuajando en las intenciones de todos.

Se inauguró la estatua y menudearon los homenajes al héroe, pero cuando ya todos habían tributado al guerrero sus aplausos y sus loas, se echó de menos algo. Si Camagüey había tenido ocasión  de rendir al Glorioso General su tributo, si había embellecido su parque con un monumento, el primero en la ciudad, ello se debía a los esfuerzos generosos y constantes del Sr. Raúl Lamar y Salomón. // Y Camagüey no podía dejar de significar su afecto, su cariño y su agradecimiento al infatigable batallador, al ilustre matancero que eligió este solar para campo de sus actividades y aquí pasó lo mejor de su vida prodigando y recogiendo afectos. // Y esto fue el banquete de anoche; una muestra de afecto y de cariño, de agradecimiento y admiración. // El Hotel no pudo dar cabida al número ilimitado de personas que acudieron, pues solo podía cubrir 80 por lo que aquellos que acudieron a inscribirse tarde, no pudieron participar. // El menú se inscribió en una muy elegante tarjeta con la foto del homenajeado, las mesas con muchas flores. // La Banda Infantil amenizaba la fiesta con un programa variado y escogido, en el que figuraban un “Vals Varona Suárez” y un “Paso doble Raúl Lamar”. // El banquete comenzó a las ocho; a la derecha del festejado se sentó el Sr. Arturo Fernández, Alcalde Municipal, y a la izquierda el Sr. José Molina Torres, Vicepresidente de la Sociedad Popular. // A la hora de los brindis alzó su copa el Sr. Dr. Rafael Flores en nombre de la Santa Cecilia dijo que este era el Hombre Voluntad y que con su perseverancia había conquistado el amor de todos. Hoy podemos afirmar – dijo – que el héroe tiene en el parque una estatua de bronce y de piedra, pero también que Raúl Lamar posee una voluntad más dura que la piedra y más consistente que el granito. // Terminó brindando por el pronto restablecimiento del Sr. Lamar  “admiración de la sociedad presente y ejemplo de futuras sociedades”. // Después brindó a nombre del Liceo el Dr. Pedro Puig quien ensalzó las virtudes del festejado, del que dijo que podría ser un Alcalde ideal. // Luego el Comandante Enrique Recio […] se levantó para dar las gracias en nombre del festejado al que habían prohibido hablar los médicos. // Enrique Recio estuvo como él sabe estar cuando deja al corazón el encargo de dirigirle. // El Sr. Arturo Barrios, Secretario de la Sociedad Popular, dio las gracias en nombre de esta institución, al Liceo por su cooperación y por las frases de afecto del Sr. Puig. // A instancias del festejado, el Sr. Medardo Lafuente leyó un sencillo ovillejo en sentido jocoso, que dice así: Improvisación hecha entre plato y plato, con el cubierto en una mano, el lápiz en la otra y el alma en la punta del lápiz.

Más famoso que Stambul

            Raúl;

Se hizo de todos amar

            Lamar,

Y merece admiración

            Salomón.

Allá va una afirmación:

El hombre de mejor ley

Que hay en todo Camagüey:

Raúl Lamar Salomón.

El 15 de marzo de 1912,  el Ayuntamiento otorgó el título de Benemérita a la Sociedad Popular Santa Cecilia y declaró Hijo Adoptivo de Camagüey a Raúl Lamar Salomón. A partir de la concesión del título de Benemérita a la Sociedad, le dio derecho a usar el escudo de la ciudad en sus documentos y local social.

Raúl Lamar murió el 12 de junio y todo Camagüey se vistió de luto. La crónica periodística señala que, los funerales se caracterizaron por su imponente solemnidad. Considerado como “[…] ciudadano ejemplar, hombre meritísimo […] a quien Camagüey recordará siempre como su hijo adoptivo predilecto.”  Las Sociedades Popular, Liceo y la Colonia, permanecieron con sus respectivas banderas a media asta en señal de duelo.

Por su parte, la sección  “Impresiones”  del periodista y concejal Darío E. Castillo, le dedicó sentidas palabras de reconocimiento a Lamar: 

[…] un patriota, un organizador, un carácter, un amigo sincero y bueno. Camagüey está de luto, ha perdido uno de sus más valerosos defensores. // Los nombres de los luchadores son inmortales; el nombre del amigo desaparecido irá eternamente unido al del héroe cuya memoria a fuerza de tesón y lucha supo perpetuar, y solo cuando el bronce haya sido, el día que en la mente camagüeyana se esfume el recuerdo de su más grande hombre, se olvidará del que supo hacerse inolvidable enseñando a su pueblo lo más noble y generoso, lo más santo y digno: honrar la memoria de los que supieron hacernos grandes, de los que con sus sacrificios nos enaltecieron. // Raúl pertenece a esos: su recuerdo será imborrable, su memoria será bendecida.” 

En 1915, poco antes de cumplirse el tercer aniversario de su desaparición física, el  Ayuntamiento solicitó que se le cambiara el nombre a la calle San Clemente por el de Raúl Lamar así como un crédito para las planchas que debían colocarse en las esquinas a lo largo de la calle. El documento, fue aprobado por unanimidad en la sesión celebrada en la noche del 8 de marzo de 1915. La memoria de los camagüeyanos guarda, desde entonces, respetuoso recuerdo a Raúl Lamar Salomón.

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