Por José “Chamby” Campos
Miami es sin duda una metrópolis internacional deseada por el mundo entero. Su clima, sus playas, su belleza natural son excelentes atracciones. Su arquitectura y construcción han sido motivo de premios por sus diseños y riesgos que se han tomado durante los años a consecuencia de los aportes de las diferentes inmigraciones, en especial las de habla hispana.
Al igual que otras grandes ciudades “La Capital del Sol” es hogar de múltiples franquicias de deporte profesional (football mericano, baloncesto, béisbol, fútbol, hockey sobre hielo) además de varios torneos y competencias deportivas como tennis, golf, carreras de caballos y en especial automovilismo. Interesantemente este último fue impulsado por un joven desarrollador cubano.
Rafael Agustín Sánchez vio la luz en la ciudad de Sancti Spíritus en 1948 y al igual que miles de los niños de su generación en la isla vieron tronchados sus sueños debido a la pesadilla comunista que llegó en 1959.
Sus padres, como muchos más, tomaron la decisión de sacarlo del infierno castrista a través del maravilloso movimiento “Pedro Pan” que salvó la vida de más de 14,000 jóvenes en 1961. Ellos junto a un hermano menor se quedaron detrás y no volvieron a reunirse todos hasta varios años después.
Cursó sus estudios secundarios en Archbishop Curley High School en el noreste de la ciudad. Joven dedicado a triunfar y con la responsabilidad de ayudar a su recién llegada familia, tuvo que trabajar en diferentes oficios al mismo tiempo que seguía superándose.
Su triunfadora trayectoria comercial comenzó cuando, después de graduarse de la universidad Florida Atlantic (“FAU”), en la vecina ciudad de Boca Ratón, incurrió en el campo de bienes raíces. En corto tiempo comenzó a construir pequeños proyectos de vivienda hasta que se convirtió en un próspero desarrollador de tierra.
Hombre de extrema disciplina y ética profesional fue señalado en varias ocasiones como uno de los empresarios jóvenes del área con más futuro.
Su amor por el deporte de la velocidad lo llevó a competir en carreras de autos donde creó una buena reputación. Sus recuerdos de los famosos Grand Prix de la Habana, cuando aún era un niño, más su visión empresarial, lo convenció que Miami contaba con todos los elementos para poder llevar a cabo ese tipo de competencia que sería bien lucrativa en el plano personal y donde la comunidad se beneficiaría del turismo al mismo tiempo que le traería un prestigio internacional.
Tras una larga batalla con la burocracia del gobierno de la ciudad de Miami en la cual le demostraba el potencial que existía en traer un evento automovilístico, su persistencia triunfó y en 1983 su sueño de un Grand Prix a través del downtown se realizó. Miami se vistió de gala recibiendo atletas, personalidades y dignatarios de diferentes partes del universo. Jaguar, Porche, Chevrolet mas todos los otros importantes fabricantes se dieron cita para ese evento.
Por primera vez el downtown de Miami fue expuesto al resto del mundo gracias a la propaganda generada. El área del sur de la Florida jamás había recibido tal publicidad. Fue el motor impulsador a lo que hoy día se considera el área más anhelada de toda América.
Aunque la lluvia obligó a suspender la carrera después de solamente 30 minutos Ralph, sin tener compromiso de pagar la cantidad total de los premios, optó por otorgar la cifra completa. Aunque ese primer evento le costó más de un millón de dólares, lo que sería alrededor de tres millones hoy en día, su credibilidad entre inversionistas, políticos y participantes quedó sellada para siempre.
Después de ese duro comenzar, pero con un expediente lleno de credibilidad y participantes satisfechos, Sánchez se dio a la tarea de convencer grandes figuras del ámbito a que compitieran en las próximas carreras. Corredores de la talla de Mario Andretti, A.J. Foyt y Juan Manuel Fangio II, sobrino del legendario Fangio, fueron parte del elenco competidor en los siguientes años. Inclusive sacó del retiro al múltiple campeón Emerson Fittipaldi, al cual le entregó las llaves de su escuadra personal llamada “Spirit of Miami”.
Su propio éxito lo traicionó cuando, después de unos años, tuvo que buscar otros sitios para competir ya que el evento se hizo muy grande para el centro de la ciudad. Creó un circuito en los predios del Tamiami Park donde también acudieron campeones como Bobby Rahal, Michael Andretti y Danny Sullivan.
Estos triunfos son suficientes para cementar a una persona, pero para el oriundo de la provincia Las Villas lo mejor llegaría unos años más tarde.
Su anhelo de construir un autódromo donde todos los corredores quisieran competir le tomó casi una década desde el momento de su disecciona hasta la apertura. Ni siquiera la desviacionista creada por el huracán Andrew en la ciudad de Homestead pudo detener este proyecto. Al igual que los anteriores, los obstáculos más grandes fueron creados por las burocracias gubernamentales.
El tres de noviembre de 1995 abrió sus puertas la majestuosa pista de carros que hoy en día lleva el nombre de Homestead-Miami Speedway. Dos días más tarde bajo una concurrencia de 65,000 espectadores el corredor Dale Jarrett ganó la primera competencia oficial.
En la actualidad el complejo deportivo alberga las competencias del circuito NASCAR además de otras competencias automovilísticas. En el pasado también ha sido anfitrión de festivales y conciertos. Merecidamente su direccional es “1 Ralph Sánchez Speedway Boulevard”.
Sin duda alguna que los esfuerzos y logros del empresario cubano crearon las condiciones para que la región fuera reconocida como un centro atractivo a las competencias de carro donde hoy, además de las mencionadas anteriormente, se corre el famoso “Formula 1 Grand Prix” que el propio Ralph pronosticó años antes de su partida.
Este artículo solamente reseña su contribución al deporte y aunque mencionamos su visión en el campo de las bienes raíces, no le hace justicia al aporte que hizo como urbanizador y planeador de comunidades donde fue tan exitoso como en los deportes.
Desafortunadamente Ralph falleció en 2013 a la corta edad de 64 años.
Descanse en paz eterna el joven espirituano que arribó a esta bendita tierra sin dinero, pero con un caudal de sueños que hizo realidad y en el transcurso nos enorgulleció a todos los cubanos.
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