Quiso ser Guajiro siempre hasta para morir

Written by Libre Online

14 de septiembre de 2022

Publicado por la prensa cubana en agosto de 1955

La triste nueva apareció en los rotativos como un suceso más: “Esta mañana (11 de agosto de 1955) fue hallado colgado Amado Trinidad Velasco en la finca de su propiedad “San José” en el término de Guanajay.

“El hallazgo fue realizado por el encargado de la finca, señor Eugenio Delgado, quien dio conocimiento del mismo al jefe del puesto de la guardia Rural de Guanajay.

“La actual esposa del señor Trinidad, señora Otilia Fernández, declaró que éste se hallaba últimamente muy enfermo, estimando que fuera ese el motivo que lo impulsó a privarse de la vida.

“Amado Trinidad contaba con 61 años de edad y era una figura muy conocida en el mundo de los negocios como integrante de la firma cigarrera Trinidad y Hermano, de la que se separó para fundar la RHC-Cadena Azul, la cual hace unos años fracasó, retirándose entonces a su finca, en la que se quitó la vida.

Escuetas como éstas fueron las demás notas en la prensa diaria dieron cuenta del trágico acontecimiento. La falta de espacio porque otras noticias que ese día se agruparon en la primera plana de los diarios más columnas y plomo de loas linotipias -la derrota de “Puppy” García, la sorpresiva negativa de Prío a regresar, el crimen de Placetas…- hizo que el doloroso suceso quedara sintetizado en esas frías líneas que solo aspiraban a cumplir en lo informativo. Este era el infausto final de una aventura que comenzó en 1939, cuando después de haber adquirido la emisora CMHI, de Santa Clara, AT vino a La Habana dispuesto a conseguir con el millón y pico de pesos que constituía toda su fortuna un lugar prominente como hombre de la radio. Fue así que fundó la RHC-Cadena Azul, la primera cadena telefónica nacional.

Amado Trinidad había llegado a La Habana joven, fuerte, con un entusiasmo sin límites, dispuesto a convertirse desde su Cadena Azul, en el radio emisor más poderoso. 

Por entonces la CMQ de Cambó y Gabriel acaparaban los oyentes, agrupaba a los mejores artistas y autores contaba con los más acaudalados anuncios. Amado supo que el escritor o el artista que más ganaba en su rival de Monte y Prado no pasaba de los 300 mensuales y exclamó: “son sueldos de miseria, yo les voy a pagar lo que ellos se merecen” y comenzaron las irresistibles ofertas, los sueldos se duplicaban, se triplicaban. 

Semanas después los cuadros artísticos del CMQ quedaban en blanco; todos sus valores habían pasado a formar parte de la RHC Cadena Azul, la nómina de ésta se elevó hasta el infinito de golpe, pero poco a poco el “rating” comenzó a elevarse también y meses después la primera cadena nacional telefónica se convertía de un extremo a otro de la isla en la preferida de los oyentes por mucho tiempo, la que iba a verse relegada a un segundo lugar tras años de éxitos constantes. 

Vino el descenso hasta el final y un mal día ocurrió lo que para el guajiro Trinidad era algo más que una tragedia y tuvo que abandonar su querida RHC Cadena Azul, cuando descendía la escalera que conducía a la calle el tan hombre llevaba los ojos arrasados se detuvo en la puerta durante unos segundos y contempló por última vez. Todos lo veían, pero él después se introdujo en el automóvil que lo esperaba que se alejó de todo. Había quedado atrás en el llamado Palacio de la radio. Había dejado toda su fortuna, los malos tiempos dejaron exhausta su bolsa de la que él creyendo con fondo inagotable extraía y extraía.

Guajiro recio como la ceiba, pudo más el grave mal que los médicos nunca supieron diagnosticar con su pequeña hija Chelo que lo era todo para él. Ahora divorciado de su segunda esposa endeudado, envejecido prematuramente se refugió en su finca de Guanajay y como hombre del campo, Trinidad empezó a cultivar la tierra como había hecho en su niñez pobre, en aquella tierra tan fértil pronto se vio cubierta con las más lindas flores que él vendía al por mayor ganaba en un mes lo que en los días de esplendor de la RHC Cadena Azul reunía en unas horas, pero era lo bastante decente. 

Ya se estaba recobrando de todos sus quebrantos cuando ocurrió lo peor ese día, el 6 de febrero de 1954, por la mañana la manejadora de Chelo siguiendo sin duda instrucciones que había recibido de la madre de la pequeña logró que le permitiese sacar a la niña de la finca para llevarla a un almuerzo al que estaba invitada. 

Para su desesperación cuando cayó la noche su hija no le había sido devuelta y nunca más pese a las gestiones que hizo para recuperarla, para encontrarla volvió a verla. El guajiro recio como la ceiba que había podido resistir la competencia tremenda de la CMQ ya regida por los Mestres, la pérdida de su querida RHC-Cadena Azul, la bancarrota, la terrible enfermedad, todo,  no tuvo fuerzas en pero para oponerse al dolor que llevaba dentro desde que Chelo le fue arrebatada. El día de los padres Amado se había levantado alegre dicharachero, esto extrañó a los que lo rodeaban y él les explicó:

“Es que tengo el presentimiento de que hoy me van a mandar a Chelo. Era tanto lo que anhelaba ver a su hija; se hallaba tan intranquilo esperándola que abandonó la vivienda y se estacionó para esperarla en el portal de la finca.  Por la noche después de la espera inútil decepcionado se retiró a la vivienda y llorando. No volvió a hablar de Chelo, ni nadie volvió a mencionársela, pero él apenas si comía y el insomnio lo hizo su presa. 

El final estaba cerca y Amado que había nacido guajiro y seguía siéndolo lo preparó todo para morir en la hora mala como buen guajiro agarró la soga y tranquila y valientemente se encaminó alumbrado por la luna hacia el árbol que ya había escogido minutos después se balanceaba como un péndulo trágico en la mata de mango. Por una inexplicable ironía del destino lo tendieron frente a Radio Centro, que en su grandeza de hierro y hormigón servía como la prueba más insolente de su fracaso.

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