Lo irónico es que usted ve turistas por todas partes, pero es por eso que no se explica cómo ¿si hay movimiento en el pleno corazón de la Calle Ocho, algunos negocios considerados íconos a través de la historia de este lugar, están cerrando ahora sus puertas al público?.

Algunos comerciantes, consultados por LIBRE pero que no quisieron que se revelara su identidad, consideraron que de un tiempo para acá ha subido estrepitosamente la renta o alquiler , hasta el punto de que los negocios ya no dan para tanto y, menos aún, para sostenerlos abiertos actualmente.

Otros, ante toda esta hecatombe antes y después de la pandemia negocios prósperos como Casa Panza, tuvieron que cerrar sus puertas y, ahora, allí funciona una especie de negocio de comidas rápidas llamado ”Santo”, que por lo regular funciona pero no con harto público.
Y algunos otros como el Teatro Tower, que en el pasado vivía atestado de público, ahora mantiene cerradas sus puertas, en espera de que el gobierno local determine su apertura de acuerdo a los índices positivos en las bajas de los contagios de Covid-19 como ocurre ahora.

Y otros tantos como Calle Ocho, que es un bar de arte, pudieron sobrevivir a la crisis de la pandemia, y ahora volvieron a abrir sus puertas al público, luego de que su dueño también denunció que fue víctima de un asalto, en el cual los ladrones se llevaron valiosas obras de arte y cultura hispana.

Frances Muñoz, quien mantiene varios negocios de galerías, dijo que en los últimos meses se han ido de este sitio algunos establecimientos íconos que ayudaban a la prosperidad del turismo pero que debido a la pandemia se fueron a la bancarrota.

Jenisse Firscher, una turista holandesa, sostuvo que sintió nostalgia al volver a esta zona turística de Miami enclavada en la Pequeña Habana porque muchos bares y restaurantes que ella frecuentaba en el pasado ya no funcionan en la Calle Ocho y “aquí compraba ropa y artesanías de la tradición cubana”.
Henry Solano, turista dominicano se mostró asombrado porque las tiendas de tabacos ya se están acabando en la Pequeña Habana, lo mismo que los almacenes de guayaberas y licores.