Primer Exiliado Cubano

28 de julio de 2021

(A los jóvenes…) “Diles que ellos son la dulce esperanza de la patria, y que no hay patria sin virtud, ni virtud con impiedad”.

En 1985 la Santa Sede autorizó al Episcopado de Cuba a iniciar el proceso canónico sobre la santidad del Padre Félix Varela pero, parece ser, aín no ha sido beatificado.

Nació el 20 de noviembre de 1787 en La Habana, y murió el 25 de febrero de 1853 en San Agustín de la Florida.

Desde niño sintió vocación al sacerdocio y se distinguió por su gran inteligencia y piedad. A los 23 años fue ordenado sacerdote en la Catedral de La Habana.

Se formó en las aulas del Seminario de San Carlos y San Ambrosio, y en la Real y Pontificia Universidad de La Habana.  Fue un seguidor del pensamiento de su maestro José Agustín Caballero, hombre que marcó el camino para los estudios filosóficos en Cuba.  A los 24 años lo sustituye en el Seminario.

 En 1814 escribe Instituciones de filosofía electiva, obra en cuatro tomos de mayor extensión de aquel período, donde insistía en la importancia de la ciencia para el conocimiento, aún cuando consideraba que entre verdad de fe y verdad de razón, debería primar la primera; y dejó plasmada en sus Lecciones de Filosofía (1818) y en Miscelánea filosófica (1819); abogando igualmente por una ciencia que girara en torno de los hechos y no de las palabras, y por un lenguaje científico que fuera totalmente comprensible.

En 1821 el Padre Varela fue elegido para representar a Cuba en las Cortes de España, donde reclamó la  abolición de la esclavitud con indemnización -libertad de los negros esclavos- y defendió el más aún osado planteamiento, la independencia de las colonias americanas en guerra. 

Al restablecerse el absolutismo regio en España las Cortes quedaron disueltas; por decreto real confiscarse los bienes; y aplicar la pena de muerte, por traición, a todos los diputados.

El Padre Varela huyó a Gibraltar y de ahí a los Estados Unidos, donde residió el resto de su vida convirtiéndose en nuestro primer exiliado cubano.

Ejerció el ministerio sacerdotal en la ciudad de Nueva York durante 30 años con admirable abnegación y heroísmo;  fundó escuelas, edificó iglesias, evangelizaba a los más pobres. Defendió la fe católica ante el avance de los grupos protestantes.  Se le asignó una parroquia en la zona donde vivían inmigrantes de Irlanda, época aquella cuando las diferencias étnicas y religiosas eran prevalentes. Igualmente inició una ardua labor en pos de la independencia de Cuba.

Fundador de El Revisor Político y Literario -1820-1823-. En 1824 circula el primer numero de 7, del periódico independentista llamado: El Habanero

Junto a José Antonio Saco, publicó  El Mensajero Semana, que al igual que El Habanero fue prohibido en Cuba. Publicó, además, en Nueva York el periódico The Protestant Abridger and Annotator (1830) –donde defendía la fe católica frente a los ataques de los protestantes– y The Catholic Exporter and Literary Magazine, en unión de Charles C. Pérez (1841-1843).  Colaboró asimismo en Revista de La Habana, Diario del Gobierno y El Universal, de Madrid, y Repertorio Médico de La Habana, entre otras. Usaba  como seudónimo Un paisano suyo.

En 1835 se publica el primer tomo y en 1838 el segundo de lo que se considera su ultima obra CARTAS A ELPIDIO  el testamento ideológico en el que legó a futuras generaciones la esencia de su ideario. El tercer tomo de esta obra, dedicado al fanatismo, no llegó a publicarse.

En 1847 enfermó. Recorrió varias ciudades en busca de un clima más apropiado y finalmente viajó a San Agustín de La Florida, pasando allí los últimos años de su vida marcados por la pobreza, las enfermedades y la soledad.  Sintiendo ya cercana la muerte, pidió al Padre Aubril que le llevara el Santo Viático.

Antes de recibir la comunión el Padre Varela dijo:  «Tengo que cumplir una promesa que hice mucho tiempo antes de ahora. Tengo que hacer en este momento, en el momento de mi muerte, como lo he hecho durante mi vida, una profesión de fe en la presencia real de Jesucristo en la Sagrada Eucaristía. Creo firmemente que esta hostia, que Ud. tiene en sus manos, es el cuerpo de Nuestro Senor Jesucristo bajo la apariencia de pan. ¡Ven a mi Señor!»

Entregó su alma a Dios en 1853, a pocos días de haber nacido José Julián Martí y Pérez.

El Padre Varela fue enterrado en el Cementerio local Tolomato hasta que sus restos mortales fueron regresados a Cuba.  El 19 de noviembre de 1919 fueron trasladados de la Catedral de La Habana al Aula Magna de la Universidad de La Habana, descansando en una urna funeraria junto a los siete óleos neoclásicos cubanos del pintor, poeta y patriota, Armando Menocal: «La Medicina», «Las Bellas Artes», «Las Artes Liberales», «El Derecho», «Las Ciencias», «El Pensamiento» y «Las Letras».

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