Planeó Truman en Cayo Hueso la nueva política internacional de los Estados Unidos

Written by Libre Online

22 de septiembre de 2021

Por Cristóbal A. Zamora (1950)

(Fotos de Jeff Brodenhead)

Esperaban los Estados Unidos una acción comunista en el sudeste de Asia.- Supuestas vacaciones de Truman en la “pequeña Casa Blanca”.- Eisenhower y Bradley veranean en Key West.- Una imponente flota vigila y espera en la base naval del Cayo.- La visita a la modesta casa del Presidente norteamericano.- La carretera militar número uno construida sobre el mar.- En el diminuto islote, cuna de la libertad de Cuba, se fijaron las bases de la lucha a muerte por la supervivencia norteamericana.

Cuando las primera tropas norteamericanas cruzaron el paralelo 24 el día 25 de junio pasado, ya se tenía en Washington la certeza de que Rusia cumplía la primera fase de su expansión europea, control de los países Bálticos, Polonia, la Europa Central, habría de ocuparse en el desarrollo  de su plan en la  viabilización inmediata de su viejo sueño de hegemonía  oriental, paso previo para la dominación comunisa del mundo. Ya habían completado también los Estados Unidos su nuevo programa militar, derivado de la nueva táctica a seguir frente al progresivo avance del comunismo internacional.

La aseveración puede ser hecha ahora sin ambajes, porque se les ha puesto de manifiesto la verdad de las vacaciones de Truman en Key West el año pasado, cuando el presidente norteamericano congregó en su “Pequeña Casa Blanca” del cayo floridano a los más altos jefes de las fuerzas armadas del país.

Meses antes  del acontecimiento de la península  coreana – cabe comprobarlo ahora – los yankees habían delimitado la zona de más cercano peligro en Asia: la Indochina francesa, Birmania y Siam, y habían considerado, aunque en segundo plano, la tirante situación interna de corea y la posibilidad más menos remota, de una agresión de la China roja al Japón. Así fue que la noticia de la invasión comunista de Corea, trasmitida telefónicamente por Dean Acheson a su jefe mientras éste se hallaba en Independence, si bien es verdad que no estuvo exenta del elemento sorpresa, no es menos cierto – valga la paradoja que encontró a Truman prevenido para lo peor. Es decir preparado para aceptar el reto de la Rusia soviética dondequiera que ésta tuviera a bien producirlo.

Y es tal como lo decimos porque a estas conclusiones definitivas, determinantes en el futuro de la humanidad, había llegado la población cubana de Cayo Hueso desde muchos meses antes de surgir el grave incidente de Corea. En la pequeña isla – “labrada y hermoseada por el esfuerzo cubano”, según la frase de Martí se sabía y se proclamaba con orgullo que el pequeño pueblo había sido señalado por el arcano – segunda vez en su corta existencia para el desarrollo de importantes acontecimientos históricos.

VACACIONES EN LA BASE NAVAL

Hace justamente un año que se iniciaron en Cayo Hueso los eventos políticos-militares.

El 21 de agosto de 1949, hallándose de visita en Miami con motivo de los festejos del “Día de Cuba” (Cuban Holyday), los periódicos informaron al público de la llegada del presidente Truman a la Florida.

En compañía del Sr. Dick Hunter, destacado comerciante de la localidad, quien amablemente nos sirvió de cicerone, recorrimos por espacio de dos horas la extensa área de la “U.S. Naval Station” en cuyos terrenos se halla ubicada muy significativamente la residencia veraniega del presidente de los Estados nidos. Dondequiera que  nos dirigimos la mirada durante el largo paseo, fue impresionante la visión que tuvimos del poderosos arsenal norteamericano.

Gigantescos diques, enormes maquinarias, espaciosos tanques de combustible, magníficos talleres de mecánica, se ofrecieron a nuestra admiración.

Junto a los muelles de concreto, largos y anchos se arracimaban buques de guerra de todos los tipos y tamaños en un alarde bélico imponderable, acorazados, destroyers, remolcadores, buques de salvamento y cazasubmarinos. Más allá, sujetos a espigones especialmente diseñados, gran cantidad de sumergibles se alineaban en larga y compacta hileta. Luego supimos, que aquel espacio estaba destinado a la base de submarinos de Cayo Hueso, una de las más importantes de esta arma que posee la Unión Americana.

Terminado el extenso e interesante recorrido fuimos a echar un vistazo a la “Little White House” (La Pequeña Casa Blanca), la residencia menos apropiada para pasar unas vacaciones de cuantas hemos visto. Es una modesta construcción e madera propiedad del Estado –dependiente de la Secretaría de Marina que el Presidente usufructúa dentro de la más asombrosa sencillez. Diríase el hogar de un modesto rentista, de un pequeño burgués, tal es la disposición del menaje moderado. Toda la casa está arreglada con modicidad, según el practicismo yankee, desposeída de cuestiones supérfluas, condiciones que la hacen cómoda, grata y acogedora.

Al calor de las endebles paredes el Presidente “no ha descansado nunca”, según la expresión popular – enfrascado, como se le ha visto allí, en el tratamiento de los grandes problemas que confronta conjuntamente con su país, el mundo convulso de hoy. En cambio del supuesto reposo presidencial, ha habido en aquella casa trascendentales reuniones del alto mando norteamericano con vista al futuro de la humanidad, y, al decir de los cubanos del Cayo, el nombre de Cuba se ha pronunciado en aquel recinto reiteradamente al trazarse los planes de la defensa continental.

UN CUBANO PROMINENTE

Arturo Boza es un cubano de gran predicamento en Cayo Hueso. Nació allí, pero desciende en línea directa de los primeros Boza que llegaron al Cayo en 1848, a raíz del fracaso de la conspiración libertadora de “La Mina de la Rosa Cubana”, Se ha abierto paso en lo económico y hoy es propietario del restaurant “Delmónico”, situado en la amplia Avenida Duval, y presidente de la Cámara de Comercio Latinoamericana de Cayo Hueso. Con él hicimos un recorrido por la carretera número uno, que conecta el pequeño islote con la populosa ciudad de Miami.

Es aquélla una carretera de más de doscientos kilómetros de largo sin una sola depresión en todo su extenso recorrido, sin un bache. Ha sido construida sobre la dilatada cayeria prácticamente sobre el mar, con el Atlántico a un lado y el Golfo de México al otro, evidentemente con propósitos militares y a un costo de veinte millones de pesos.

Arturo Boza nos llevó por la amplia vía hasta la base aérea de los dirigibles, situada a su borde, muy cerca de la ciudad. La concentración de los gigantes del aire constituye un maravilloso espectáculo que se divisa desde varias millas de de distancia. Los gigantescos zeppelines, que tienen a su cargo la vigilancia de la osta floridana, brillaban al fuerte sol del mediodía con los más vivos reflejos. Sus enormes estructuras, tan vulnerables al ataque de los aviones, los hacen prácticamente nulos en labores verdaderamente guerreras, pero , ello no obstante, estas naves son de gran utilidad a los Estados Unidos en el patrullaje de sus costas.

Sin embargo, olvidamos el paisaje interesante, cuando nuestro acompañante cubano al fin comenzó a hablar de lo que más no interesaba saber de las importantes reuniones que días atrás, habían tenido lugar en la “Pequeña Casa Blanca”, de Key West.

Es verdad habló Boza que la suspicacia criolla ha venido especulando con la inusitada importancia que se le ha dado de un tiempo a esta parte, a nuestra pequeña ciudad. Los cubanos todos unos más y otros menos hemos estado escarbando en las razones de  las destacadas visitas que hemos tenido últimamente.

Y ¿han llegado a algunas conclusiones? Indagamos.

Personalmente no podría contestarle dijo Boza-, pero se rumora aquí que el Gobierno espera alguna acción comunista en Asia y que la Casa Blanca” han tenido por objeto trazar una nueva política internacional para la Unión.

Pusimos oído atento. Recuerde el lector que los acontecimientos de Corea no se habían producido. Arturo Boza continuó.

A lo que parece, los Estados Unidos se disponen a parar los pies a Rusia de una vez y para siempre. La decisión se ha tomado ya en las reuniones habidas en esta tranquila y acogedora isla nuestra.

Boza había dicho esto con mal disimulado orgullo. Luego, ya sin rebozo, sin rodeos, dijo:

Llévese la seguridad de que aquí, en el histórico y cubano Cayo Hueso, se han arreglado las cosas para que el mundo pueda seguir viviendo en paz.

Entrábamos en la ciudad donde Martí acarreara los primeros fondos destinados a la independencia de Cuba. Nuestro amigo toma por la Avenida de Simonton rumbo al hotel donde nos hospedábamos. A manera de despedida agregó a lo dicho:

Hablando en cubano, señor Zamora, yo creo que los comunistas se cogerán el fondillo con la puerta. No darán un paso más sin encontrar la horma de sus zapatos.

Subimos a nuestra habitación rumiando lo que nos había expresado en cubano Boza. Luego, ya en el avión que nos condujo a La Habana, nos preguntamos in mente si en los nuevos planes de la gran nación habría sido considerada en su justo valor la América nuestra la de Bolívar, la de Martí, la de Hidalgo. Porque cada día se nos hace más evidente que sin el aporte de una América verdaderamente libre y democrática, jamás verán los Estados nidos en la lucha a muerte que fatalmente los espera.

Ojalá que en  las trascendentales conferencias del diminuto islote cuna de la libertad de Cuba, se haya reconocido el derecho indiscutible de nuestros pueblos a gozar de una democracia plena. De otra manera es una afirmación categórica – ningún plan confeccionado por los Estados Unidos logrará asegurar la supervivencia del poderío norteamericano, ya que lo ha dicho Henry Wallace, “para ganar la pelea a Rusia hay que dar más de lo que Rusia ofrece”.

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