‘Pinceladas’ sobre Martí; Patriota y Polímata

Written by Libre Online

19 de mayo de 2021

“Unos hombres sirven de puntales, y otros hombres necesitan de ellos”. José Martí

Por María Cristina Rodríguez
Exclusivo para LIBRE

Mucho se ha escrito sobre aquel quien tanto escribió, sobre aquel quien fuera el más genuino de todos los líderes cubanos. Cada primer mes del año recordamos con orgullo que tenemos el privilegio de haber nacido en la misma tierra de aquel que vino al mundo la madrugada del 28 de enero de 1853 y a quien sus padres llamaron José Julián Martí Pérez.

Sabemos que nuestro Martí nació en la casita de la calle de Paula; pero allí permaneció sólo por un tiempo; después, la familia, que enfrentó siempre una difícil situación económica, se mudó varias veces y habitaron, entre otras, las viviendas situadas en Merced #40, Ángeles # 56, Industria #32, Refugio #11, Peñalver #53. Cuando se mudaron a Marianao, Martí se quedó con el maestro Mendive, en los altos del colegio, en Prado # 88. En marzo de 1869, la familia Martí residió en Guanabacoa y en octubre regresó a La Habana, a la vivienda situada en San Rafael #85.

Y el niño creció y su grandeza era tanta que apenas tuvo tiempo para ser niño, y a temprana edad se convirtió entonces en maestro, comunicador, político y soldado de toda la “América Nuestra”. Contando con solo 15 años Martí publicó en el único número del periódico La Patria Libre el drama patriótico en verso titulado Abdala:

Perdona ¡oh madre! que de ti me aleje
Para partir al campo. ¡Oh! estas lágrimas
Testigos son de mi ansiedad terrible,
Y el huracán que ruge en mis entrañas.
Cuántos tormentos!… Cuán terrible angustia!
Mi madre llora… Nubia me reclama…
Hijo soy… nací nubio… Ya no dudo,
Adiós! Yo marcho a defender mi patria!

Y bajo estos firmes ideales, la Nubia de Martí logró su libertad una vez; pero volvió a su desdicha hace 62 años, cuando el régimen comunista y dictatorial que hasta hoy persiste le anuló la esencia democrática y de progreso a la isla de Martí. Y es tanta la presencia del ideario martiano que tal pareciera que al leerlo nos está enviando cada vez su mensaje optimista de libertad, como aquel con tanta vehemencia lanzara, en Cayo Hueso, el 25 de diciembre de 1891:

“Acá, donde vigilamos por los ausentes, donde reponemos la casa que allá se nos cae encima, donde creamos lo que ha de reemplazar a lo que allí se nos destruye, acá no hay palabra que se asemeje más a la luz del amanecer, ni consuelo que se entre con más dicha por nuestro corazón, que esta palabra inefable y ardiente de cubano!” .

La figura más alta de las letras hispanas del siglo XIX, fue también la cabeza política más universal de su tiempo, un brillante periodista, ensayista de primera línea, poeta excelso, diplomático al servicio de varios países, catedrático de lengua inglesa, literatura francesa, italiana y alemana y de Historia de la Filosofía, políglota, crítico de arte y literatura, traductor y renovador de la lengua, el intelectual que en un siglo dominado por lo europeo, confirió universalidad a las letras hispanoamericanas, escribió para los niños y organizó un partido, un ejército y una guerra.

Maestro de corazón, José Martí tenía como empeño elevar la educación para transformar a las naciones, en su decir: el pueblo más feliz será aquel que mejor educados tenga a sus hijos. Adolescentes, jóvenes y adultos fueron sus alumnos en Guatemala, Venezuela y otros países a los que su labor patriótica lo condujo: “el aula libre, no cárcel; (…) la educación para formar seres útiles, no meros copiadores ni repetidores de libros”.

Es difícil decir cuál es la faceta más bella o virtud más grandiosa de Martí. Convencido de que “Patria es humanidad”, dio prioridad de pensamiento y acción a la solidaridad entre los pueblos porque “los pueblos han de vivir criticándose, porque la crítica es la salud; pero con un solo pecho y una sola mente. ¡Bajarse hasta los infelices y alzarlos en brazos!”.

Cuanto más leemos a Martí, más nos reafirma su genialidad y polimatismo indiscutible.

Tema propicio, dadas las actuales circustancias, cuando hoy el tema del COVID-19 es centro de todo cuanto se mueve, destacar la incursión de José Martí en el campo de la salud pública. Veamos en ‘pinceladas’, esa visión tan admirable que no pareciera que data ya de más de siglo y medio.

En el año 1882, decía: “El arte de curar consiste más en evitar la enfermedad y precaverse de ella por medios naturales, que en combatirla por medios violentos e inevitablemente dañosos para el resto del sistema, cuyo equilibrio es puesto a contribuir en beneficio del órgano enfermo. La higiene va siendo la verdadera medicina, y con un tanto de atención, cada cual puede ser un poco médico de sí mismo. Debía hacerse obligatoria la enseñanza de la higiene en las escuelas públicas”.

En agosto de 1883, mientras se encontraba en New York, Martí publicó en el diario “La América” un artículo titulado ‘Abono: La sangre es un buen abono’, escribió: “La verdadera medicina no es la que cura, sino la que precave: la higiene es la verdadera medicina (…)”.

(…)”Se dan clases de geografía antigua, de reglas de retórica y de antañerías semejantes en los colegios: pues en su lugar deberían darse cátedras de salud, consejos de higiene, consejos prácticos, enseñanza clara y sencilla del cuerpo humano, sus elementos, sus funciones, los modos de ajustar aquellos a estos, y ceñir estas a aquellos, y economizar las fuerzas, y dirigirlas bien, para que no haya después que repararlas”.

En el diario “La América”, en un artículo titulado “Observaciones sobre el hábito de fumar cigarrillos de papel”, en septiembre de 1883, como sigue:

“La costumbre que se va haciendo cada vez más generalizada de fumar incesantemente cigarrillos de papel es muy poco menos dañina, aunque de una manera sutil y poco sensible, que el hábito de tomar tragos de alcohol entre las comidas. Quizás no sea muy grande la cantidad de tabaco consumido, pero no hay dudas de que el volumen de humo a que están expuestos los órganos respiratorios del fumador y las propiedades de ese humo respecto a la proporción de nicotina introducida en el sistema, se combinan para poner el sistema completamente bajo la incidencia del tabaco. Hemos tenido conocimiento en estos últimos meses de un número considerable de casos, que en muchachos jóvenes que no habían alcanzado aún su completo desarrollo físico, han visto su salud seriamente alterada por el hábito de fumar incesantemente cigarrillos de papel. Conveniente es que estos hechos se sepan, pues es evidente que prevalece la idea de que, cualquiera que sea su número, estas bocanadas de humo no pueden ser dañinas en lo más mínimo, cuando al contrario, producen con frecuencia mucho daño”.

En el año 1884, el cólera que azotaba en ese entonces al continente americano, así se expresaba Martí en una crónica para el diario “La Nación”, de Bueno Aires, Argentina:

“(…)Como los ogros a los niños de los cuentos, así el choliera infantum les chupa la vida; una boa no los dejará como el verano de Nueva York deja a los niños pobres, como roídos, como mondados, como vaciados y enjutos. Sus ojitos parecen cavernas, sus cráneos o cabezas calvas de hombres viejos; sus manos, manojos de hierbas secas.”

En su artículo “Insectos”, publicado en el periódico “La América”, en New York, en enero de 1884, dijo:

“Sábese que los insectos son portaepidemias. Es corriente entre los médicos la creencia de que los mosquitos y otros animalillos de su especie transmiten y diseminan las enfermedades contagiosas. Un buen médico de Georgia publica ahora hechos que estima pruebas de la agencia activa de los mosquitos e insectos semejantes en el desarrollo de la fiebre amarilla. Él aboga porque los actuales cordones sanitarios imperfectos, por entre cuyas filas y sobre cuyas zonas vuelan ahora los diminutos y poderosos agentes de la fiebre, se completen con la creación de cordones de fuego que detengan el paso a los funestos mensajeros”.

(…)”Comer bien, que no es comer ricamente, sino comer cosas sanas, bien condimentadas, es necesidad primera para el buen mantenimiento de la salud del cuerpo y de la mente”.

En relación con la higiene escolar, también dejó escrito en el mismo artículo para el diario “La América”: “(…) en la cual se ve cómo ha de ser esta en espacio, ventanas y muebles, para que no empobrezca con su aire viciado y con la larga sesión en bancos incómodos la naturaleza física de los niños que en la escuela se instruyen y necesitan tanto de buen aire como de buenos libros”.

Respecto a la práctica del ejercicio físico como condición plena del disfrute de una buena salud, escribió:

“En estos tiempos de ansiedad de espíritu, urge fortalecer el cuerpo que ha de mantenerlo en las ciudades, sobre todo donde el aire es pesado y miasmático, el trabajo excesivo, el placer violento y las causas de fatiga grandes. Se necesita asegurar a los órganos del cuerpo, que todas estas causas empobrecen y lastiman, habitación holgada en un sistema muscular bien desenvuelto, nivelar el ejercicio de todas las facultades para que no ponga en riesgo la vida el ejercicio de una sola, y templar con un sistema saludable la circulación de la sangre, y con la distribución de la fuerza en el empleo de todos los órganos del cuerpo, el peligro de que toda ella se acumule, con el mucho pensar, en el cerebro, y con el mucho sentir, en el corazón y den la muerte”.

“A los niños, sobre todo, es preciso robustecer el cuerpo, a medida que se robustece el espíritu. Bien se sabe lo que dijo el latino: ha de tenerse alma robusta en cuerpo robusto (mens sana in corpore sano)”.

Versos Sencillos XV

Vino el médico amarillo
A darme su medicina,
Con una mano cetrina
Y la otra mano al bolsillo:

¡Yo tengo allá en un rincón
Un médico que no manca
Con una mano muy blanca
Y otra mano al corazón!

Viene, de blusa y casquete,
El grave del repostero,
A preguntarme si quiero
O málaga o pajarete

¡Díganle a la repostera
Que ha tanto tiempo no he visto,
Que me tenga un beso listo
Al entrar la primavera!

Si nos aferramos ahora a Martí, encontraremos guía en las páginas de su vida, en sus versos, en su prosa, en sus magníficas lecciones de ética, solidaridad humana y, sobre todo, en su polímata y optimista expresión: ¡Así el sol, después de la sombra de la noche, levanta por el horizonte puro su copa de oro!

Temas similares…

0 comentarios

Enviar un comentario