Permanencia de Armando Álvarez Bravo

Written by Luis De La Paz

19 de agosto de 2025

Por Luis de la Paz  

Más de dos millones de cubanos han salido de la isla para rehacer sus vidas lejos de su patria sometida a la peor y la más larga dictadura que ha conocido América Latina en su historia. De hecho ese gobierno opresor prevalece en el presente con 66 años entronizado en el poder y haciendo sucumbir al país, que, tras tantas décadas de destrucción e inoperancia política, económica y social, ha hecho de Cuba un estado fallido. 

Generaciones enteras de cubanos desperdigados por el mundo; pero también generaciones de creadores que han favorecido una sorprendente literatura que batalla, sondea y busca su registro expresivo, asumiendo sus propias circunstancias y sin perder, ni siquiera extraviar, sus raíces. Armando Álvarez Bravo (1939-2019) fue uno de los escritores cubanos que con perseverancia y una integridad sin cortapisas, mejor buscó, examinó y reflexionó desde una resonante voz poética muy cubana.

Álvarez Bravo pertenece a la generación de los años cincuenta. Muchos miembros de su generación partieron también al exilio, como Ángel Cuadra, Rita Geada, Manuel Díaz Martínez, Orlando Rossardi y Mauricio Fernández. Algunos de ellos sufrieron prisión, como Cuadra y adversidades en diferentes etapas, el caso de Díaz Martínez y el propio Álvarez Bravo. 

Tal vez por las calamidades padecidas, el acoso, la indiferencia, la complicidad y los ataques de algunos de sus contemporáneos y miembros de su generación como Roberto Fernández Retamar, Fayad Jamís, Pablo Armando Fernández y Raúl Rivero (que luego asumió una posición contestataria, fue encarcelado y forzado al destierro), es que Álvarez Bravo ha definido a su grupo como una “generación arrasada”. 

Más allá de todas las adversidades personales, cada cual las tiene de acuerdo a sus circunstancias, Armando Álvarez Bravo ha sido uno de los grandes poetas de su generación. Su poesía brota desde un coloquialismo profundo, que narra, dice, esboza, transforma en imágenes elocuentes lo cotidiano. Su voz poética es sosegada, en ella sobresale la mesura en el lenguaje, la reflexión aguda, la expresión precisa que tanto requiere el buen poema, imprimiéndole a cada verso la energía que lo impulsa para que se ramifique.

Armando sólo pudo publicar en Cuba dos libros de poesía. Su primer poemario, El azoro, aparecido en 1964, provocó la ira de las autoridades de cultura, que lo calificaron de “elitista y contrarrevolucionario”, posiblemente por versos como: “Y cada palabra nos aleja más de la verdad”, pero que se prestan para múltiples lecturas. Su otro libro que vio la luz en su propia tierra fue Relaciones, publicado en 1973. Sobre este libro el poeta Manuel Díaz Martínez señaló que Álvarez Bravo fue estigmatizado “a causa de poemas como La fuente”, al cual definió como “paradigma de la concisa expresión del autor y de lo dramática que puede llegar a ser una ironía, o de lo irónico que puede llegar a ser un drama”. 

En el poema, un hombre ve a un niño que lo remonta a su infancia, al sitio “donde yo jugaba/ cuando era como él”. El poeta describe con economía de palabras un escenario luminoso, pero que en esencia es brutal por la mirada del menor, para luego concluir que ambos están “parados sobre estos escombros/ donde una vez hubo una fuente”. Un texto que simboliza la destrucción, el abandono y la pérdida de la infancia… la de ambos protagonistas del poema. 

Vale señalar que Armando Álvarez Bravo preparó y publicó en Cuba un libro que rompía de alguna manera con el ostracismo al que había sido sometido el poeta José Lezama Lima, me refiero a La órbita de Lezama, un libro que permitía entender la vida y obra del autor de Paradiso. Lezama y Álvarez Bravo eran muy cercanos, los unía el catolicismo y el hecho de que Lezama fue el padrino de una de las hijas del poeta. 

Aquella Órbita el público la valoró enormemente, pues ponía a Lezama en su condición de figura fundamental de la poesía cubana, silenciada por el castrismo. Aunque tuvo que haber otras manos detrás para impulsar La órbita de Lezama, el nombre visible del libro era Armando Álvarez Bravo, y ese libro le valió ataques de colegas y del aparato cultural del castrismo. 

El doloroso y largo exilio trae consigo también la dicha de poder escribir y publicar sin mayores trámites y en total libertad. Desde 1981 en que logra salir de la isla y establecerse primero en España, hasta que se afianza en Miami donde falleció un 22 de abril de 2019, a los 79 años de edad, el poeta fue editando sus libros de manera constante. Tras su fallecimiento, su viuda, Tania, trabajó junto a Juan Manuel Salvat, ya también fallecido, para la publicación de un voluminoso libro de 1050 páginas, Poesía completa (2021), que además de los libros publicados hasta entonces, incluye poemas de tres libros inéditos y una selección de una obra en proceso, lo que muestra al poeta trabajando hasta el final. 

Si es importante su Poesía completa por lo totalizador del empeño de su viuda y editor, es importante destacar Siempre habrá un poema (2012) preciosa y cuidada antología personal publicada por la Colección Visor de Poesía, en Madrid, donde aglutina lo mejor de su producción poética. “Esta antología”, apuntó Álvarez Bravo, “reúne lo que considero esencial de mi copioso quehacer en ese pasar”.  

La condición de antología de Siempre habrá un poema, permite ver con claridad sus constantes fundamentales: la familia, la fe religiosa, el exilio y Cuba. El poder valorar en conjunto los poemas reunidos en este libro, nos hace cómplices de una obra coral. Como lectores atentos somos partícipes de cómo las palabras y el lenguaje se funden en el poema, creando el clamor de la poesía. 

Si el poeta fue muy metódico con su trabajo, no descuidó su condición de exiliado y asumió compromisos, como ser presidente del PEN Club de Escritores Cubanos en el Exilio, y apoyar a los escritores cubanos (y en general a los escritores de Miami) escribiendo reseñas de libros en el Nuevo Herald. Fue, además, miembro numerario de la Academia de la Lengua Española, y de la Academia Norteamericana de la Lengua Española.  

Antes me referí a que Armando Álvarez Bravo pertenece a la generación del 50, pero en realidad eso sólo es un referente académico, pues la poesía de Álvarez Bravo está a la vanguardia de la poesía cubana más contemporánea, gracias a la perseverancia y la integridad de su autor. No hay por qué circunscribirlo a un grupo generacional, o asociarlo con corrientes estéticas particulares. Su poesía es siempre fresca y se renueva. Basta retomar sus libros para darse cuenta del alcance de sus versos.

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