PEDRO ROMÁN: CUANDO SE VIVE CON UN FILÓSOFO DEBAJO DE LA ALMOHADA

Written by Roberto Cazorla

1 de diciembre de 2021

“Estamos tan programados para la ceguera politizada, que no vemos los fracasos económicos y sociales de muchos sistemas que sostienen que el paternalismo gubernamental, es la solución a los males endémicos de la sociedad, si se someten a la llamada “dictadura del proletariado”. ¡Tremenda demagogia”!

Lo conocí cuando éramos casi adolescentes, porque nos presentó una amiga común, la poetisa Elena Lavín, mujer discapacitada condenada a una silla de rueda, que no le impedía escribir una poesía desbordante de vida y esperanza: ella misma era un canto a la vida que muchos envidiaban.

Pedro Román entonces, como yo, iniciaba su carrera profesional como cantante, poeta y actor. Él puede afirmar que “fue protesta en su tierra”. Como todos, fue víctima de la peste “bubónica” que resulta el comunismo y, tuvo que huir, en compañía de la autora de su vida. Además de artista completo, está considerado de los pioneros en mantener la cultura cubana del exilio, porque parte de los triunfos del teatro en Florida, se le debe a él y a su socio, director de sus montajes, Ernesto de Otero.

El cantante y actor que nacieron al unísono con Pedro Román, ha sido reconocido y respetado por los que saben lo que significa representar con dignidad el arte de Talía. Por lo tanto, a él (como a algunos otros pocos cubanos) se le debe respetar y situar en el sitio que alguien tan preocupado por nuestra cultura, merece. Como “veterano” amigo suyo, siempre lo respeté por su calidad artística, por ser uno de los más versátiles de nuestro exilio. Siempre supe que también era (y es) poeta, y autor de todas las piezas que ha escenificado. Conozco su producción literaria, pero, recientemente, llegó a mis manos su último libro “Verdades sobre Mentiras y Viceversa), (de la editorial “Alba Inc.).

Me ha perforado las sienes con su contenido filosófico, hasta el extremo de recordarme al filósofo argentino de origen italiano, José Ingenieros, que marcó mi adolescencia con su libro (que conservo entre los de cabecera) “El Hombre Mediocre”, así como “Las Fuerzas Morales”. Hasta la aparición del “Verdades sobre Mentiras y Viceversa”, yo no había experimentado la sensación de oír una voz marcándome la ruta que todos debemos emprender. Román, además de ofrecer un canto a la esperanza, a la fe y a la existencia de Dios, nos alerta y reafirma la actualidad controlada por lo que yo, personalmente, considero “la mano negra que mueve la cuna”. Su obra llega como el sonido de una sirena avisándonos del futuro incierto que nos deparan; a la vez denuncia a los empecinados en apoderarse del mundo occidental, hasta qué punto ciertos inhumanos acaparan en su interior montañas de odio, ambición e ignorancia.

UNA “BIBLIA” 

El escritor cubano con virtudes filosóficas, nos aconseja mantener los ojos abiertos, a no quedarnos dormidos en el colchón de mentiras lanzadas por los que dominan el mundo, y no de ahora, sino que lo vienen haciendo desde hace varias décadas. Es un canto a la justicia olvidadiza, a los que continúan de espalda a una realidad que, no tardará en aumentarnos la cuota de lo que costará “respirar por la herida” (como dijo el poeta español Leopoldo de Luis). “Esas doctrinas han ido conformando el carácter individual y colectivo de los seres humanos. Con ellas, hasta se han justificado los más horrendos crímenes. Y todo a nombre de una divinidad o de una ideología, que responde a un líder poderoso al que le entregamos nuestra libertad individual. Es un mecanismo, que para que funcione, se debe provocar una confrontación entre grupos dispares. Es enfrentar una ideología contra otra, para asegurar la supervivencia de unos pocos. Es, no integrar en libertad, sino desmembrar hacia la esclavitud: “Divide y vencerás”, (Pág. 19).

“Verdades sobre Mentiras y Viceversa”, me atrevo a considerarlo una “Biblia” “revolucionaria” que todos deberían de leer.  Desde que lo he hecho en dos ocasiones, me ha ayudado a inscribirme en el libro de los incrédulos del tiempo que nos provoca el insomnio que no merecemos, de intentar resguardarme detrás de los muros de la ignominia, de la “ruleta rusa” a la que nos van a obligar que juguemos. “Si la ciencia, no comprometida, se pusiera al servicio de elevar espiritualmente a la humanidad, quizás existiría una oportunidad de salvarnos”. (Pág. 23).  

Como todo creador, por estar dotado de una hipersensibilidad, también ha sido víctima de la envidia, por parte de resentidos que nunca, jamás, podrían ocupar un espacio como él lo tuvo y tiene. Con este nuevo libro, Román demuestra hasta qué punto ha vivido pendiente de los acontecimientos dramático y “surrealistas” que han estallado en las últimas décadas. Él no pasa por la vida como la fragilidad de una mariposa, sino que con sus cinco sentidos que a veces transforma en disparos que van directos a la yugular de la injusticia. Que, a nuestra edad, descubramos una obra que nos introduce en los cinco sentidos que no podemos permitirnos vivir de espalda a tan arrugada realidad, es algo que tendemos que agradecer tremendamente.

¡A MI EDAD!

No todos tienen el don de poseer un “tercer ojo”, para documentarse lo suficiente y ponerse al servicio de los que están equivocados, de los ingenuos y frívolos que no se imaginan que una tempestad tan roja como un campo de amapola, nos está racionando lo que tenemos que vivir. “Sin embargo, estamos tan programados para la ceguera politizada, que no vemos los fracasos económicos y sociales de muchos sistemas que sostienen que el paternalismo gubernamental, es la solución a los males endémicos de la sociedad, si se someten a la llamada “dictadura del proletariado”. ¡Tremenda demagogia”! (Pág. 126).

“Verdades Sobre Mentiras y Viceversa”, es un canto al letargo, a que, si tenemos el privilegio, pernoctemos con un ojo abierto y el otro cerrado, porque dice, se puede soportar todo, menos que nos despojen de la personalidad, individualidad y del respeto que tenemos que demostrar a nuestros semejantes. Román, a lo largo de 180 páginas, intenta guiarnos hacia lo que él considera “los mandatos de Dios”. Tiene fe, no es de los autores “apocalípticos” porque está convencido de que al final del túnel está la luz, no la que aparece al final de nuestra vida, sino la de un futuro prometedor y de todos los colores, menos el de la sangre. Román podría presumir de filósofo, pero su inmodestia se lo impide. No importa, basta con que los que le leamos, lo consideramos como tal. Personalmente, sostengo que, tras haber leído su libro en dos ocasiones, he aprendido a reflexionar subrayadamente. (¡A mi edad!). Es algo que le agradeceré siempre. Son pocos los que se puedan comparar con el genial José Ingenieros, sin embargo, a mí, me ha retrotraído a lo que el argentino me ayudo durante mi adolescencia (lo sigue haciendo a mi edad) con su estupendo e irrepetible “El Hombre Mediocre”, puesto que, al cabo de tantos años, aquel mediocre que él refleja en su obra, sigue “zapateando” las calles del universo con centenares de malas intenciones que nos salpican de sangre inocente.

Por esa y por muchas razones, desde “LIBRE”, quiero felicitar al nuevo filósofo de nuestro exilio (que tenía escondido en su mundo interior) y felicitarlo, deseando que continúe “pariendo” obras tan persuasivas como “Verdades sobre Mentiras y Viceversa”.

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