Es conocido también por ser al autor de la letra y música de La Bayamesa, Himno Nacional cubano, la letra de este himno tiene la característica de que fue compuesta desde la grupa de su caballo de guerra al entrar victorioso en Bayamo, este himno se da a conocer públicamente el 20 de octubre de 1868.
DE LA REDACCIÓN DE LIBRE Y FUENTES ANEXAS
Honramos en nuestra Portada al gran patriota Pedro Figueredo, el autor del Himno Nacional, el que se da a conocer públicamente el 20 de octubre de 1868.
Pedro Figueredo y Cisneros, conocido por sus contemporáneos y por la historia, como “Perucho”, es uno de los iniciadores de la Guerra de los Diez Años, habiéndose celebrado la inmensa mayoría de las reuniones conspirativas en su bufete de abogado en la Ciudad de Bayamo.
“Perucho” Figueredo nació en la ciudad de Bayamo el 29 de julio de 1819; procedía de una acomodada familia, lo que le permitió asistir a buenos colegios, como el Colegio Carraguao cuyo Director era José de la Luz y Caballero. Se graduó de abogado, profesión que ejercía en Bayamo, al mismo tiempo que atendía sus colonias cañeras, y cultivaba la literatura, la música y la poesía, llegando a fundar un Teatro en Bayamo, pero por sobre todo era un fervoroso amante de la libertad y un enamorado de la patria sufriente, además, le preocupaba extraordinariamente la situación de la juventud, que crecía sin patria, siendo este tema objeto de sus meditaciones.
Fue precisamente en uno de esos momentos de meditación, en un receso de una reunión en la Logia “Redención” de Bayamo, en que Francisco Vicente Aguilera y Francisco Maceo Osorio, le invitaron a darle forma a aquellas inquietudes y preocupaciones, tornándolas en movimiento conspirativo. A partir de ese momento, Figueredo se convirtió en el más entusiasta y decidido conspirador participando de todas las reuniones, que muchas veces fueron en su bufete o en su hogar. Igualmente estuvo presente en las reuniones celebradas en la Finca “Muñoz”, en “San Miguel del Rompe”, en el “Ranchón de los Calentones”, y en el Ingenio “Rosario”, donde se trazaron 1os planes de la Guerra de los Diez Años.
El 14 de agosto de 1867, constituido el Comité Revolucionario, se le pidió a “Perucho” Figueredo, que era músico, que escribiera una marcha que sirviera como Himno de Guerra. Aquella misma madrugada compuso la Música del Himno de Bayamo, que es hoy el hermoso Himno Nacional.
Al año siguiente, el 28 de mayo, la marcha fue tocada por la Orquesta del Maestro Manuel Muñoz, en el Te Deum y la procesión de las fiestas del Corpus Christi, en Bayamo, delante del propio Teniente Gobernador español Julián de Udaeta. Esto dio motivo a que el Gobernador hiciera llevar detenido a su despacho a Figueredo, el cual dio muestras de su valor, y su entereza de ánimo, desarmando al Gobernador, cuando le dijo:
“Usted no es músico, y por lo tanto, no puede juzgar la pieza que he escrito, como una marcha guerrera”. Udaeta lo dejó ir, pero le afirmó: “No crea que me engaña, en esa marcha hay muy poco de religioso y mucho de patriótico”. No pudo Figueredo, al salir de allí, reprimir una sonrisa de satisfacción. Había triunfado. Eso era lo que él quería. Lo había logrado, y aun los propios españoles lo reconocían así.
Cuando el 10 de octubre de 1868, Céspedes proclamó la Independencia de Cuba, en su Ingenio “La Demajagua”, las autoridades españolas pretendieron un intento de pacificación en Bayamo, ofreciéndole a los conspiradores más conocidos salvoconductos para salir del país. Por toda respuesta al planteamiento pacificador del Gobierno español, Figueredo contestó airado: “Yo voy con Céspedes al cadalzo o a la gloria”, y de inmediato, el 14 de octubre de 1868, Figueredo lanzó un Manifiesto donde decía:
“Bayameses: la revolución que desde hace meses veníamos preparando, ha estallado y está dispuesta a demostrar su indómita pujanza. Vuestro deber es unirse a ella, porque con ella estáis comprometidos. Demostradle al bárbaro opresor que sois hombres dignos de la libertad. Bayameses: ¡Viva Cuba Independiente!”.
El 18 de octubre, ante la alegría inenarrable de los bayameses al ver que la Ciudad de Bayamo había caído en manos de los cubanos, y múltiples peticiones, “Perucho” Figueredo, escribiendo desde la montura de su caballo, le puso la letra a la marcha gloriosa que había compuesto un año antes, recordándoles a todos, y también hoy a nosotros que “morir por la Patria es vivir”.
Cuando los cubanos se vieron obligados a realizar el gesto heroico de reducir a cenizas a la Ciudad querida, antes que entregarla en poder de los españoles, como los demás patriotas cubanos Figueredo marcha a la manigua heroica con su familia.
Durante dos años combatió Figueredo con patriotismo tomando parte en numerosas acciones. En agosto de 1870, enterado de que el campamento en que habían vivido sus familiares, había sido atacado por los españoles, trató de reunirse con ellos.
Estaba enfermo, el tifus había invadido su organismo y tenía los pies completamente ulcerados. En estas condiciones fue atacado por los españoles, y hecho prisionero. Fue conducido rápidamente a Manzanillo, y trasladado luego al cañonero “Alerta”.
Se 1e formó de inmediato Consejo de Guerra, y a la primera pregunta del Tribunal contestó: “Abreviemos esto, Coronel. Soy abogado y como tal, conozco las leyes y sé la pena que me corresponde. Pero no por eso crean Uds. que triunfarán pues la Isla de Cuba está perdida para España. El derramamiento de sangre que hacen ustedes es inútil, ya es hora de que conozcan su error. Con mi muerte nada se pierde, pues estoy seguro que mi puesto estará ya cubierto, y si siento mi muerte es tan solo por no poder gozar con mis hermanos la gloriosa obra de la redención que había imaginado y que se encuentra ya en sus comienzos”.
Por supuesto, la sentencia no se hizo esperar: pena de muerte por fusilamiento. El día 16 de agosto entró en capilla ardiente. Ante el Ministro de Dios que estuvo junto a él en el momento final, exclamó: “Padre, siento como si una aureola de luz inundara mi frente”. Como la enfermedad que padecía había minado todas sus fuerzas y no podía caminar hasta el paredón pidió ayuda y para mofarse los españoles le trajeron un burro.
Aun le quedaron fuerzas para evidenciar su cristianismo cuando afirmó: “No sería el primer redentor que cabalga en un asno”, recordando al Divino Rabí de Galilea, que dieciocho siglos antes moría en la Cruz por la humanidad. De este modo, entró en la inmortalidad “Perucho” Figueredo, el gran patriota, autor de la letra y la música de nuestro Himno Nacional, el día 17 de agosto de 1870.
Aunque los españoles pudieron quitarle su vida física, del mismo modo que hoy los comunistas exterminan a los nuevos patriotas, su vida y su historia estarán permanentemente en el pensamiento y en el corazón de todos los buenos cubanos, recordándolo no solo porque nos dejó nuestro hermoso Himno Nacional, sino porque con su propia vida, hizo efectivas las palabras que escribió el 18 de octubre de 1868:
“No temáis una muerte gloriosa, que morir por la patria es vivir”.
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