OTRA VEZ: ¡ES LA ECONOMÍA, ESTÚPIDO!

Written by Adalberto Sardiñas

27 de septiembre de 2022

Una y otra vez la historia se repite como una noria interminable. El tema más pujante, y determinante, en las últimas elecciones nacionales, ha sido la economía. La próxima, de medio término, señalada para el 8 de noviembre, no parece ser la excepción.

  Los demócratas enarbolan la bandera del aborto y la figura de Donald Trump como su bandera de campaña más brillante y efectiva para mantener su escuálida mayoría en la Cámara Baja, y tal vez, una mayoría en el Senado, mientras que los republicanos se afincan en los temas de la economía, y la crisis migratoria para retomar la mayoría en ambas cámaras.

  Los sondeos de preferencia llevados a cabo por diferentes encuestadoras, continúan señalando a la economía como la primera preocupación del votante americano, a seis semanas de las elecciones próximas.

  En este capítulo, los demócratas se hallan en una carrera cuesta arriba. La economía no está de su lado. El airado clamor popular se deja sentir contra el agobiante peso de una inflación agobiante que el gobierno, hasta ahora, se ha visto incapaz de controlar. 

   A los demócratas les persigue la profecía de James Carville: ¡Es la economía estúpido!

   La economía de la nación se aproxima, aceleradamente, a una crisis de proporciones que algunos economistas consideran alarmante. Para controlar la galopante inflación del momento, ya fuera de control, la Reserva Federal ha iniciado un número de incrementos en la tasa de intereses, que pudiera, potencialmente, provocar una profunda recesión, o, aún peor, un período de “stagflacion”, donde la inflación persiste, el desempleo aumenta, y el crecimiento se debilita o se detiene. Estos tres factores, muy ciertamente posibles de confrontar la economía, nos traería serios y graves trastornos. El Chairman del Fed, Jerome Powell, lo dijo con claridad: “las medidas a tomar causarán dolor”. Y así será.

  A pesar de un alivio en los precios de la gasolina que despertó cierta tranquilidad en el consumidor, el índice de Precio al Consumidor, en su reporte para el mes de agosto, confirmó lo contrario. La inflación, en vez de moderar, continuó avanzando. Más preocupante, dentro de este sombrío reporte, se destaca que el corazón de la inflación, que excluye el precio de alimentos y energía, se elevó al doble de lo esperado por la mayoría de los economistas, lo que indica que la nación tiene un serio problema inflacionario.

  Para controlar este espiral desenfrenado de elevados precios, la Reserva Federal tiene, como única herramienta convencional, el aumento de intereses que, llevado a niveles drásticos, pudiera desatar un descalabro de magnitud sísmica.

  Todo este escenario económico tenebroso tiene para los demócratas, en las dos próximas elecciones, las del 22, y las del 24, un desestabilizador preludio de tormenta.

   Como es lógico esperar, los demócratas preferirían enfrentar los comicios de noviembre con positivas, o al menos, neutrales noticias económicas, y, a la vez, mantener al votante enfocado en el derecho al aborto, mientras tratan, al mismo tiempo, de atar al Partido Republicano con Donald Trump.  

  Aunque en el mundo político, inesperados cambios se suelen producir en el breve tiempo de unas cortas semanas, las probabilidades demócratas de mantener la mayoría en el Congreso en las elecciones de medio término, se desdibujan, ante la comparación con el daño que representa la crisis económica que se avecina.

  No obstante, dicho lo anterior, los comicios que se aproximan, que tres meses atrás lucían, definitivamente, como un triunfo republicano por amplio margen, se han ido estrechando. Las probabilidades de victoria persisten, pero el número luce más moderado. Y un pequeño número de analistas se inclinan a la posibilidad de que los demócratas mantengan la mayoría en la Cámara y hasta logren lo mismo en el Senado.

  Para los republicanos, un revés de esta naturaleza, dejando a los demócratas en control de ambas mayorías, tendría un efecto desastroso.

   En primer lugar, entraría en juego la existencia del filibuster. Su eliminación abriría el camino para la aprobación de la mayoría de los asuntos en la agenda de la izquierda radical, también ambicionada por el presidente Joe Biden.

  Si los demócratas agregan escaños en el Senado y mantienen la Cámara Baja, no le queda mucho poder al Partido Republicano para frenar las ambiciones progresistas que van, desde la eliminación del filibuster, hasta el incremento irrazonable de los impuestos. Todo esto está en juego, y mucho más, en estas elecciones de medio término que tendremos el 8 de noviembre.

  ¿Se confirmarán estas proyecciones? Es posible, pero no probable.

  Creo que, en el análisis final, todo depende si los votantes deciden poner una barrera a los derroches enloquecidos de la extrema izquierda y llegan a la sana conclusión de que la economía, en realidad, está al borde de una grave crisis que nos impactará a todos, pero, especialmente, a los más vulnerables.

  La inflación que nos afecta hoy, no es cosa breve, ni breve será su solución. Para erradicarla de nuestro sistema económico, necesita un tratamiento doloroso que implica una inevitable recesión, una tasa de desempleo por encima del 7% y una casi paralización de nuestro crecimiento.

  Si los votantes perciben con certeza las realidades de una economía amenazada por políticas desafortunadas del actual gobierno, único responsable de la presente inflación, y una Reserva Federal inhábil para controlarla, seguramente votarían por un cambio de mando en las filas legislativas.

  Me mantengo en mi posición inicial. Creo que los demócratas perderán el control de la Cámara, y los republicanos tienen un ligero chance de recuperar la mayoría en el Senado.

  Al final, todo se reduciría a James Carville: ¡Es la economía estúpido!

BALCON DEL MUNDO

El dictador ruso, Vladimir Putin ha amenazado nuevamente a los países de la OTAN, con el uso de armas nucleares. Dice que las usaría en Ucrania, y en otros lugares, si fuera necesario, para ganar la guerra. 

El presidente Biden, en su respuesta, le dijo que sus palabras fueron irresponsables porque en una guerra nuclear, todos seríamos perdedores. Eso está bien, y es cierto. Pero debió haber agregado que no es Rusia la única que posee armamentos nucleares, y que, en tal apocalíptico evento, sería Rusia la primera que desaparecería de la faz de la tierra por un ataque conjunto y concertado por EE.UU. y las otras naciones de la OTAN.

Si no se le pone freno a este esquizofrénico lunático, nos va a llevar al borde del holocausto final. 

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Mucha controversia se ha desatado en torno al envío de inmigrantes ilegales a varias ciudades llamadas santuarios. Pero, ¿no es eso lo que querían esas ciudades o estados, para proteger a los indocumentados?

Ahí tienen la oportunidad de ejercer su loable espíritu generoso y caritativo. 

Y los inmigrantes les estarán eternamente agradecidos por haberles arropado, alimentado, y dejarles disfrutar el sol de la libertad.

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En Ucrania, China, es el clásico pescador en río revuelto. Desde una prudente distancia, tratando de no quemarse, la única ayuda tangible que le está proporcionando a Putin es la compra de petróleo con descuentos del 30% pero sin comprometerse a nada más. Xi Jinping tiene a Putin acogotado. El ruso no tiene a donde tirar. Está atado y desesperado en las manos de Xi Jinping. Mientras tanto éste, sólo quiere que Rusia salga del conflicto profundamente dañada y debilitada.          

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