Por José D. Cabus (1951)
Con motivo del discutido pacto entre liberales y auténticos, se presenta en LIBRE este interesante artículo en el que se relatan los orígenes del Partido Liberal, ese partido que tanto influyó en la vida nacional durante décadas y que actualmente parece
caminar a pasos rápidos hacia su desintegración, en el decir
de los incios de los años cincuenta.
No nació en sus manos la República, ni siquiera meció su cuna el partido Liberal. Es cosa esa que a cada paso se afirma; y hasta por labios que se suponen autorizados. Pero ha de saberse que nada estuvo más lejos de los fundadores de la República, en los primeros pasos encaminados a su realización triunfante, que dar el nombre de Liberal a una de las agrupaciones políticas que tan pronto se estableció la administración militar de los Estados Unidos de América, surgieron para llevar adelante modos y formas políticas que propiciaron el más rápido advenimiento de la República anhelada.
Quién, como nosotros, se ha adentrado en los orígenes de la política cubana y ha consagrado casi la mitad de su vida a su estudio en archivos, bibliotecas y hemerotecas, habrá de encontrar que los primeros balbuceos de nuestra política tomaron los cauces de una aspiración de justicia social, entonces muy distante, pero que había tenido ya apóstoles de la jerarquía patriótica e intelectual del poeta Diego Vivente Tejera.
En el seno mismo de aquella olvidada Junta Patriótica de La Habana han de encontrarse las primicias de una inclinación popular hacia la organización de una política encaminada a lograr el más rápido reconocimiento y la definitiva constitución de la República de Cuba. De esa Junta fue presidente Perfecto Lacoste, el primer alcalde que tuvo La Habana al cesar la dominación española, recibiendo las varas simbólicas de las manos del liberal autonomista don Pedro Esteban y González Larreinaga, marqués de Esteban; y cuyo secretario fue el Ledo, Alfredo Zayas y Alfonso. La Junta funcionó a través de tres secciones: de política, de auxilios y de recaudación, favoreciendo la creación de comités patrióticos que pronto se multiplicaron bajo las más sugestivas denominaciones: Siempre Viva, Flor de Cuba, Unión y Concordia, la Rosa de Santiago, Memorias de Maceo, 10 de Octubre, la Estrella Unitaria, etc, ostentando otros los nombres de patriotas como Adolfo del Castillo, Néstor Aranguren, Federico Capdevila, Juan Bruno Zayas, Francisco Gómez Toro, Mario G. Menocal, Flor Crombet, Raúl Arango, Enrique José Varona, Augusto Arnao, Emiliano Núñez, Jacinto Hernández, Bernabé de Varona, etc.
La Junta Patriótica nació en octubre de 1898 y prestó, hasta su dramática desaparición en los primeros meses de 1899, señalados servicios a los Libertadores y fue de su seno de donde brotaron las semillas de los primeros partidos políticos cubanos, entre los cuales ha de contarse, entre los primeros intentos, el de constituir un partido obrero como consecuencia de una asamblea celebrada en el teatro Irijoa el 19 de febrero de 1899 convocada por los ciudadanos Antonio Feo, Manuel Martínez y Ambrosio Borges Figueredo con la intervención del poeta Diego Vicente Tejera.
No prosperó esta iniciativa, porque frente a la tesis política de Tejera se abrió paso la sostenida por el obrero Juan F. Ramior, que concretó el interés de los trabajadores en la creación de poderosas asociaciones de resistencia que los pusieran a cubierto de las desmedidas ambiciones de los grandes trust que amenazaban con acaparar las dos primeras industrias cubanas y mejoraran en lo posible la condición económica y moral dentro de la reducida órbita en que entonces se movía el proletariado cubano.
Desaparecida la Junta Patriótica como consecuencia de aquellos sucesos del teatro Irijoa en los días apasionados de la destitución del general Máximo Gómez como Jefe Supremo del Ejército Libertador, se dieron los primeros pasos el 20 de marzo de 1899 para fundar un gran partido nacional que “realizara los propósitos de la Revolución obteniendo definitivamente la independencia de la isla de Cuba bajo un gobierno republicano democrático”, y al movimiento así inspirado se dio el nombre de Liga Nacional Cubana, presidida por el economista Fidel G. Pierra y en la cual figuraron Emiliano del Junco Pujadas, Carlos García Vélez, Cosme de la Torriente, Esteban Borrero Echevarría, Miguel F. Viondi, Antonio Mesa y Domínguez y Antonio Martín Rivero.
Pero unos días antes, como un nuevo propósito encaminado a dar forma a las inquietudes políticas del momento histórico, el 21 de febreo de 1899, el
delegado y teniente coronel Enrique Núñez Castro Palomino había presentado a la Asamblea de Representantes de la Revolución, reunida entonces en Marianao, una Moción proponiendo “convocar a los delegados de los núcleos políticos que existen en toda la Isla a una convención con el objeto de acordar las bases fundamentales de un organismo político que responda y satisfaga a los fines y necesidades de la Revolución”.
Tampoco prosperó ese propósito: pero ya desde octubre de 1898 palpitaba en el ambiente la idea de fundar un partido nacional cubano, idea que encontró muchos que la cultivaron como por ejemplo, en Matanzas Julio Ortíz Coffigny, Adolfo Lecuona, Joaquín Ferreiro y Luis Fortún Govín; como en Rancho Veloz, Alfredo Leiseca Sansón, estando ese moviminto inspirado en la directriz del general José Luis Robau y como en Sancti Spíritus, Timas Pina Gómez, Rafael García Cañizares, Domingo Valdivia y otros muchos.
No es posible exponer en detalle todo lo realizado en ese sentido por el grupo de patriotas que anhelaba la más rápida vigencia de la República Cubana; y yendo a lo fundamental de este trabajo, digamos que ya en las postrimerías de enero de 1899 se habían cambiado impresiones para la fundación de un gran partido separatista y que el problema provocó un debate en el que intervinieron el Ledo Alfredo Zayas, el literato Nicolás Heredia, el doctor Miguel Gener y Rincón y varios generales del Ejército Libertador como Lacret, Leyte Vidal y Alfonso.
Mas, antes de que este movimiento netamente habanero cristalizara nació en Oriente bajo la inspiración prócer del general Joaquín Castillo Duany el partido Republicano Federal Democrático de Santiago de Cuba el 5 de marzo de 1899 con la cooperación de Juan F. Portuondo, Arcadio Rodríguez, Lino Aylon, Guillermo Fernández Mascaró, Luis Hechevarría, Aurelio Penabaz y Emiliano Gómez, que se adelantó seis días al nacimiento del partido Nacional Cubano en la noche del sábado 11 de marzo de 1899 en los salones del Sport Club, consagrado con el aplauso popular en el memorable mitin del teatro Pairet, el domingo 26 de marzo, fecha señalada en la historia política de Cuba. Presidieron esa asamblea, primero el anciano doctor José Ignacio Torralbas y luego el doctor Carlos de la Torre Huerta.
Trató la Comisión Organizadora del naciente PNC de atraerse a la Liga Nacional, confundiendo las dos organizaciones en una sola que debía denominarse Coalisión Nacional Cubana que debía funcionar en el período organizativo a través de Comités que se llamarían Comités de la Liga y del Partido. El plan unificador fracasó porque los Nacionales demostraron una disposición irreductible a mantener una estuctura propia; y la Liga Nacional, ante este cuadro tomó por senderos independientes la presidencia de Salvador Pérez Betancourt.
El partido Nacional constituyó su primera convención municipal por medio de la consulta popular en octubre de 1899 y de ella puede decirse que salieron casi todos los políticos de la primera República; y fue aquella asamblea con sus 199 delegados la más representativa que ha habido jamás en Cuba no sólo de todas las clases sociales sino de sus mejores elementos.
No había aún nacido el gran movimiento político de Las Villas cuando en Sagua la Grande apunta la creación de un Partido Democrático Sagüero, cuyo manifiesto inicial, lleva la fecha de 18 de diciembre de 1898 y las firmas de Calixto Casals, José V. Andreu, Eduardo F. Rodríguez y otros. El acta de nacimiento del poderoso partido Republicano Federal de Las Villas lleva una fecha posterior: 17 de diciembre de 1899. Lo firman: José B. Alemán, José de J. Monteagudo, Rafael Martínez Ortíz, José L. Robau, Manuel Villalón Verdaguer y otros muchos que dejaron luego, en el curso de los días republicanos, señaladas huellas. Fue su primer presidente Pelayo García Santiago.
Vinieron más tarde el partido Republicano Democrático de Matanzas de Luis Dulzaide y Domingo Lecuona; el partido Republicano de La Habana de Mario G. Menocal, Eugenio Molinet, Eugenio Sánchez Agramonte, Domingo Méndez Capote, Fernando Freyre de Andrade, Manuel María Coronado, Manuel Despaigne, Juan Gualberto Gómez; la Conjunción Nacional de Oriente de Antonio Bravo Correoso; y por último se hizo visible la presencia de los Autonomistas, llamados a intervenir en la nueva política por un grupo de patriotas al fraccionarse la Convención Municipal del PNC como consecuencia de las tres tendencias que pronto se abrieron paso en su seno: la de los primitivos delegados con inclinaciones radicales, la moderada de los Republicanos y la francamente conservadora de los antiguos comunistas.
De esta amalgama de revolucionarios y autonomistas nació el partido Unión Democrática donde se unen las firmas de Enrique Collazo y la de Eliseo Giberga y donde aparecen juntos las de José M. Gálvez, las de Montoro, Govín Bruzón, García Vélez, bajo la presidencia ilustre del mayor general José María Rodríguez, jefe del Departamento de Occidente del Ejército Libertador.
Tales fueron con algunos otros de menor importancia los partidos que presidieron los días natales de la República. Fueron a dos elecciones municipales, a una tercera para delegados a la Asamblea Constituyente y a una cuarta para constituir el primer gobierno de la República pero en ningún caso aparece por parte alguna el partido Liberal, ni aún en aquellos conciertos que se hicieron para integrar las dos grandes coaliciones que se disputaron el poder en diciembre de 1901; la Coalición pro Masó y la Coalición pro Estrada Palma.
Se había lanzado la consigna histórica de Thiers: “La República será conservadora o no será” y fue conservadora la primera República. La palabra liberal desentonaba del sentido nacionalista del momento político; y además se había llamado el Autonomista en sus orígenes Partido Liberal; y no era grato este nombre a los oídos revolucionarios. Pero ya en los finales de 1904 se hablaba en Camagüey de un partido Liberal Moderado que al fin cristalizó bajo la presidencia del senador Manuel R. Silva Zayas, mientras flotaba en el ambiente la fundación de un gran partido Liberal Radical, mientras se reorganizaba el comité provincial del partido Nacional de Camagüey bajo la inspiración del consejero provincial Nicolás Guillén Urra.
No creais que es cosa nueva esta tendencia que estamos observando entre los partidos políticos actuales a fraccionarse. Es tan antigua como la política cubana. Fracciones del Nacional Cubano y del Republicano de La Habana dieron vida el 24 de febrero de 1903 al partido Liberal Nacional donde ya definitivamente se unen para futuros y azarosos empeños Alfredo Zayas y Juan Gualberto Gómez, aquél con sus Nacionales y éste con sus Republicanos Liberales. Pero en 1904 el nombre de Liberal aún no ha tomado carta de naturaleza en La Habana, aunque si en Oriente y en los comisios parlamentarios del 28 de febrero el partido Nacional, con el Republicano Conservador y el Republicano Histórico, realiza un copo perfecto.
Andando ya el sistema parlamentario Republicano era natural que el centro de gravitación de la política se concentrara en el Congreso. Coaliciones, inteligencias parlamentarias fueron necesarias a cada momento porque no existían verdaderos partidos nacionales y se hacía indispensable el concierto ocasional para el logro del predominio político.
Fue la Coalición Parlamentaria la antesala de otro concierto político de mayor trascendencia, el que había de unificar a los Republicanos en una organización política definitiva, cuyas primeras piedras se pusieron en un mitin de resonancias históricas celebrado en un pequeño pueblo de la provincia de La Habana.
“En la ciudad de La Habana a los veinticinco días de abril de 1905 reunidas en el Salón de Sesiones del Senado las tres comisiones que representan: primero, al general Masó y Liberales Independientes de la provincia de Santiago de Cuba; segundo al Partido Republicano de Las Villas; y tercero, al partido Liberal Nacional, acuerdan:
“Primero: Fusionar las fuerzas políticas por dichas comisiones representadas en un solo partido defensor de los principios democráticos y descentralizadores establecidos en la Constitución y que se denominará Partido Liberal.
“Segundo: Que una comisión compuesta de tres individuos por cada agrupación, con vista a los programas y estatutos de las mismas, redactará un programa y estatutos para el Partido Liberal, presentándolos en la asamblea que dichas agrupaciones constituirán a las ocho de la noche del día quince de mayo en esta capital.
“Tercero: Que la expresada asamblea se compondrá de los noventa miembros que forman acualmente la Asamblea Nacional del Partido Liberal Nacional; de treinta y seis delegados por el partido Republicano de Las Villas y de dieciséis delegados nombrados por la representación del general Masó y los Liberales Independientes de Santiago de Cuba.
“Cuarto: Que la sesión que celebrará la Asamblea Nacional, al reunirse en la fecha señalada, será permanente hasta que recaiga acuerdo sobre los asuntos siguientes:
A– Discusión del programa y estatutos del Partido Liberal.
B– Designación de los candidatos para la Presidencia y Vicepresidencia de la República que defenderá el Partido Liberal en las elecciones para el período de 1906 a 1910.
C– Nombramiento de Comisiones para la organización del Partido y la propaganda de la candidatura.
D– Adopción de las demás medidas que se estimen conducentes a la realización de los fines anteriores.
“Quinto: Que las Asambleas Provinciales de los Liberales Nacionales y de los Republicanos de Las Villas nombrarán comisiones para llevar a cabo la fusión de ambos elementos de la provincia de Santa Clara; y
“Sexto: Que Comisiones de la Asamblea Provincial del partido Liberal Nacional de Oriente y la representación del general Masó y los Liberales Independientes de Santiago de Cuba entenderán en todo lo que se refiera a la fusión de dichos elementos en aquella provincia.
Felipe González Sarrain
José de J. Monteagudo
Juan Gualberto Gómez
Bartolomé Masó Martí
Orestes Ferrara
Alfredo Zayas
Manuel Estrada
Godwall Maceo
Pelayo García
Juan Ramírez
Ese mismo día había embarcado para Oriente el general Máximo Gómez acompañado de su esposa Bernarda Toro y de sus hijas Clemencia y Margarita. De allí debía de regresar, con dolor de la Patria, herido de muerte. Había él propiciado la integración de la nueva fuerza política pero tenía un candidato a la presidencia de la República que no era precisamente el Gobernador de Las Villas, sino el de La Habana: el general Emilio Núñez Rodríguez.
La ausencia y la enfermedad del general Máximo Gómez hicieron lo demás. José Miguel Gómez de rara habilidad política, no cesó de ganar voluntades en las filas de los Librales Nacionales. Así a la hora de las resoluciones supremas pudo contar con los orientales y con los camagüeyanos de Nicolás Guillén. Sumados los votos de los 36 villaclareños a los 16 independientes, y a los delegados Nacionales de Las Villas y Oriente, pudo hacerse del control de la Asamblea del nuevo Partido Liberal pues dispuso de los votos de 82 de los 142 delegados. El 24 de mayo la gran jugada política se había consumado: 111 de los 148 delegados consagraron la candidatura Gómez–Zayas.
Pero eso y sólo para eso se fundó el Partido Liberal. Algún día veremos cómo andando el tiempo los que allí se juntaban volvieron a separarse y como jamás existió una verdadera unidad en el seno del llamado Liberalismo.
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