Odisea de un joven cubano. ¡Dios mío!, “los coyotes fue lo peor que enfrenté en mi viaje a los EE.UU.”

Written by Germán Acero

6 de abril de 2022

Todo comenzó en Santiago de Cuba cuando Fornaris Bandera García  se encaprichó con el llamado “Sueño Americano”, y sin pensarlo dos veces, se lanzó a una terrible y peligrosa odisea para viajar por varios países  por trochas, por selvas y por territorios indígenas, para llegar a los Estados Unidos.

De por sí Fornaris sabía del riesgo que todo esto implicaba, pero, estaba de por medio su familia en Cuba, que pasaba muchas necesidades y la única forma de ayudarla era irse para los Estados Unidos, a ganar en dólares y así poderles enviar  ese dinero  a sus seres queridos, entre ellos, también su esposa.

Han pasado ya muchas semanas desde que Fornaris salió de Surinam (a donde viajó desde Cuba) llevando en su corazón toda esa esperanza de triunfar en el país del norte para mejorar, al menos, su vida económica, además de querer abandonar su patria azotada por el comunismo.

Fornaris  quería saborear el mundo de la libertad. En él su familia fincó todas sus esperanzas de que, algún día, todos ellos puedan  salir de ese infierno del comunismo para vivir en una nación de libertad y prosperidad como son los Estados Unidos.

Allí en Santiago de Cuba, el joven no tenía ningún porvenir en el futuro, ya que no podía realizar su sueño de triunfar en su carrera que había aprendido como diseñador de muebles clásicos y modernos. Sabía de antemano que en Estados Unidos esta profesión es muy lucrativa.

Fornaris, previamente, ya había estudiado las dos posibilidades de salir de Cuba rumbo a los Estados Unidos y, entre estas, estaba hacerlo por mar en una balsa o arriesgarse por las selvas del Tapón del Darién en la frontera entre Colombia y Panamá.

Por experiencias de amigos y conocidos había oído que era más seguro hacerlo por tierra, cruzando Suramérica, Centroamérica y finalmente México, para alcanzar la frontera y de allí presentarse a las autoridades norteamericanas de inmigración enfrentando quizás el pedido de un asilo político.

El día primero de septiembre del año pasado , con lágrimas en su rostro, se despidió de su seres queridos, entre ellos, su madre Clara Hilda García García y, también, su padre Fornaris Bandera Lavañino, además de sus hermanas entre ellas Leticia.

Se echó la bendición. Y arregló todos las cosas que iba a necesitar en el largo y penoso viaje. Ya, previamente, a su esposa Mirta Castro, le había dejado un buen dinero de sus ahorros, para que le girara a medida que iba pasando por varios países. Y también para que le recargara el teléfono celular.

Su primer paso lo dio en Brasil. Allí pagó una habitación y duró menos de dos días  para viajar hacia Chile. Sabía que en estos países  habría menos peligro. Pese a que algunos oficiales de inmigración suelen, a veces, pedirles dinero a los inmigrantes para poder cruzar la frontera.

Continuó su viaje por Bolivia, Perú, Ecuador y, luego Colombia, donde en este último país estaba el mayor peligro pues tenía que cruzar la selva del Tapón del Darién, donde los” coyotes” hacen de las suyas cobrándoles a los viajeros inmigrantes gruesas sumas de dinero para guiarlos.

Fornaris solo había escuchado que, en territorio panameño, también existía algún peligro, pues allí pululan las tribus indígenas, que ya se han acostumbrado también a pedirle dinero a los inmigrantes que allí cruzan la frontera rumbo hacia los Estados Unidos.

La última vez que Leticia, su hermana, tuvo contacto telefónico con él fue el 25 de septiembre pasado.” Voy bien. Todo ha salido como había planeado. Exigen mucho dinero “los coyotes” en todos los puestos de control por donde he pasado en Colombia”, le comentó el joven a su familiar.

En su paso por Medellín, al noreste de Colombia y rumbo a Panamá, Fornaris hizo una recarga telefónica. Pero tuvo problemas para concretar lo de la remesa porque tenía que ser ciudadano de este país. Consiguió a alguien que le hizo el favor. Y solucionó todo.

Su próximo paso era el poblado de Acandí, entre los departamentos de Antioquia y Chocó, donde comienzan los retenes montados por los “coyotes”. Fornaris, por fortuna, iba en compañía de 30 cubanos que ya habían planeado todo y de los riesgos que tendrían que enfrentar.

La prensa y la radio de Colombia, entonces, comenzó a lanzar noticias sobre la retención de 30.000 inmigrantes en este poblado, en su mayoría, de nacionalidad haitiana. Hasta ahí Leticia tuvo comunicación con su hermano Fornaris.

“Desde ese día estoy muerta en vida. No puedo dormir. Tengo una gran angustia. No sé nada de mi hermano. Mis padres y familiares me preguntan por él, pero, en el fondo, no sé cómo responderles. Y me viven acosando para hablar con Fornaris.  Estamos desesperados” dijo Leticia a LIBRE.

“Allí se hablan tantas cosas que lo único que sentimos es desesperación y preocupación. Por fortuna los familiares de Miami nos informan de algunos detalles de lo que allí esta pasando con los inmigrantes porque lo ven en los periódicos y lo escuchan en la televisión”, relató.

“En mi casa, aquí en Santiago de Cuba, todo el mundo anda desesperado. En las noches nadie duerme. Vivimos pegados del teléfono celular con la esperanza de que él nos llame. Los cubanos estuvieron en manos de un coyote. Grabaron en su teléfono la foto de su Cédula de Ciudadanía de éste”, dijo.

“Rogamos todos los días a la Virgen de La Caridad para que estos tipos tan malos no les vayan a hacer ningún daño a los 30 cubanos. Y hablamos con congresistas cubanoamericanos en Miami para que nos ayuden a salvarlos  con las autoridades de inmigración de Colombia y Panamá”,  concluyó Leticia.

Ahora, tiempo después, ya la familia sabe que el joven llegó a los Estados Unidos, claro está, luego de vivir otras odiseas en países como Nicaragua y México, pero al final pudo realizar el sueño americano de llegar a Norteamérica y pedir asilo político.

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